Por Guillermo Cherashny.-

Fui un testigo inesperado del triunfo de la selección de Alemania contra Francia. A pocos minutos del segundo gol, Galo por obra de Grinac, el crack que descubrió Marcelo Bielsa y al cual le hizo bajar 20 kilos en el Marsella, estallaron en los alrededores del estadio, varias bombas que trajeron como consecuencia decenas de muertos.

Es temprano para saber quiénes fueros los instigadores a la cabeza del ISIS, el Estado Islámico, conocido en lengua árabe como Daesh, o bien Al Qaeda, con sus secciones de Libia sola o Yemen. Sin embargo, tienen la inteligencia o los medios para producir tamaños atentados, que superan por lejos el asesinato a mansalva en la revista satírica Charlie Hebdo. Pero esta vez no fueron los llamados lobos solitarios, es decir, militantes yihadistas que recibieron entrenamientos en Siria, Irak, Libia, Somalia o Yemen aunque no se descartan otros estados fallidos.

El origen de estos atentados de la rama sunita de la fe musulmana comenzó con los ataques de Al Qaeda en África y luego contra las torres gemelas. Con base en el entonces estado fallido de Afganistán, el presidente George Bush hijo decidió invadir ese país para luego seguir con Irak, en donde fue ejecutado el tirano Saddam Hussein y en donde el Departamento de Estado de los Estados Unidos desolló el consejo del Gobierno Israelí. Este consejo propuso dejar en el poder a un general del ejercito iraquí que fuera desleal a Saddam y que perteneciera al partido gobernante Bath, pero la Secretaría de Estado, donde se encuentra el Departamento Diplomático, llegó con la idea de ilegalizar al régimen y al ejército iraquí, tal como había ocurrido en la Alemania nazi, donde se juzgó a sus principales jerarcas.

Fue un grave error: se enviaron 100.000 soldados americanos y británicos mayormente y decenas de miles de la alianza antiterrorista, quienes le entregaron al poder a la secta chiíta de la fe musulmana que era mayoritaria en Iraq. Ese grave error se pagó caro, incluso hasta hoy, porque los chiítas exiliados en Teherán persiguieron sin cuartel a los sunitas y a los kurdos del norte, aunque éstos fueran también de fe musulmana pero pro-occidentales. En la zona oeste, donde vivían los sunitas, los ex miembros del ejercito de Saddam reunierona Al Qaeda y comenzaron a instalarse en esa zona.

Después dela muerte de Bin Laden, bajo el liderazgo de Aiman Al Zawahiri, alias el médico del terror, hicieron retirar al ejército americano, que sufrió más de 6.000 bajas. Sin embargo, el presidente Barack Obama siguió la línea del Departamento de Estado, con apoyo a la mayoría chiíta, con el fin de solucionar el entuerto con Irán sobre el problema nuclear, que se logró en junio pasado. Pero el costo no se puede evaluar.

Como consecuencia del estallido de la primavera árabe y la guerra civil en Siria, el dirigente estadounidense decidió no intervenir militarmente en ese país gobernado por Al Assad y, como consecuencia, se incubó la peor amenaza de la humanidad en este nuevo siglo: el nacimiento del ISIS o Daesh. Como consecuencia, el grupo terrorista se extendió en gran parte de Irak con el apoyo de los militares que recibían ordenes de Saddam Hussein.

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