Por Israel Rabinowicz.-

Hace pocos días el expresidente de Israel Shimon Peres otorgó varias entrevistas periodísticas a algunos de los principales medios de comunicación del mundo como señal de que, luego de su hospitalización por razones cardíacas, regresaba como si nada, el mensaje era que había Peres para muchos años más.

En todas esas entrevistas hizo mención al Centro de Investigación Nuclear en Dimona y que la ambigüedad mundial sobre lo que allí sucede fue la principal razón para que los acuerdos de Oslo se firmaran.

No cansaré a mis lectores escribiendo sobre el Centro Nuclear de Dimona, todo ello se puede encontrar en Google y en las principales revistas especializadas, aquí nada puede decirse, solamente basarse en comentarios de la prensa en el experior.

Se dijo que allí había una fábrica textil, la más cuidada y famosa del mundo en donde los operarios para poder trabajar en ella deben pasar por los más exigentes controles de seguridad hasta otras muchas insólitas explicaciones, nunca nadie en Israel confirmó ni desmintió que allí se fabricara armamento nuclear, todos los comentarios se originan en fuentes extranjeras que llenaron miles de páginas escribiendo y hablando sobre ella, en Dr. Google se mencionan cantidades y modelos de cabezas nucleares y demás “secretos militares”, existen publicaciones especializadas que hasta describen planos interiores…

Para Peres ese desconocimiento, ése manto de dudas sobre la planta de Dimona fue el mayor factor disuasivo para que los acuerdos de Oslo se firmaran, también para que algunos otros potenciales conflictos bélicos no estallaran.

Fueron entrevistas de Shimon Peres que no salen de los marcos acostumbrados, siempre todas, palabras más palabras menos giran sobre lo mismo, nunca traen especiales reacciones, éstas sí las tuvieron y desde lo más insólito.

Ya son muchos los años que en Israel se debate sobre el traslado de los depósitos de amoníaco para uso industrial que existen en la ciudad de Haifa, la tercera en importancia ubicada al norte, seguridad y salubridad son las razones que avalan dicho traslado, la burocracia y los altos costos la demoran.

El detonador para que de repente todo se movilice y asuma una dimensión diferente, ya los costos dejaron de ser importantes, fueron las palabras de Hassan Nasrallah, secretario general de Hisbollá cuando amenazó con dar un duro golpe a Israel mediante un ataque a los tanques de amoníaco en la Bahía de Haifa.

Permítanme intercalar un comentario, cada uno de los lectores puede extraer sus propias conclusiones. El Tribunal Superior de Justicia está estudiando si intervenir o no en la decisión del gobierno de acordar con las empresas explotadoras del gas en el Mediterráneo a las que otorgó garantías mínimas en el precio muy superiores a los de mercado, le otorgó un monopolio total por más de 10 años que les  permite el reembolso a sus inversiones en menos de 4 años, insólito, ahora ése mismo gobierno estudia otorgar grandes subsidios, obviamente también a costa de los bolsillos de los usuarios israelíes, a las empresas industriales en Haifa que utilizan el amoníaco a fin de trasladarlas al sur reemplazando el amoníaco por el gas. Si para muestra alcanza un botón ello demuestra que para el gobierno el hoy es una planificación a largo plazo, el mañana, ya veremos cuando llegue.

Nasrallah citó a expertos israelíes según los cuales los habitantes de Haifa temen un ataque letal contra los contenedores que contienen más de 15 mil toneladas de gas, que podrían causar la muerte de decenas de miles de personas, se jactó de que hoy en día el Líbano tiene una especie de bomba nuclear, ya que cualquier misil que caiga sobre ese tanque de amoníaco tendrá el mismo efecto.

Es conocido que son casi 150 mil los cohetes de diferentes alcances originados mayormente en Irán que Hisbollá dispone en sus depósitos apuntando hacia el sur, según Nasrallah tienen el mismo efecto disuasivo que la planta de Dimona.

Hasta la próxima.

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