Por Israel Rabinowicz.-

Dicen que la gota, el ácido úrico, son problemas de ricos, de millonarios, pero como en toda regla, existen las excepciones. En este caso yo soy la excepción: un fuerte dolor de ese origen en uno de los pies hizo que cancelara un corto viaje al exterior. Me alcanza cargar con los casi 76 años que tengo como para, por el rengueo y dificultades al caminar, tener que asumir las normales y tradicionales bromas y chistes que de rutina se dicen cuando ambas cosas se presentan en forma simultánea.

Al comenzar escribir este comentario, lo tenía pensado con un perfil y orientación determinada, todo centrado en la baja del precio del petróleo y el derrumbe de las bolsas, soy de los que piensan, por razones políticas más que económicas, que la debacle recién comienza, que lo peor aún está por venir.

Pero al escuchar que en España una radio catalana ha conseguido que el Presidente Rajoy hablara, casi sin dificultad ni demora alguna, con un falso “president de la Generalitat”, ha logrado poner al aire a un falso Puigdemont a quien Rajoy, en clara demostración de su debilidad política, muy serio y convencido dice: “tengo una agenda muy libre; el lunes te llamo”. Ello hizo que reorientara la nota.

Es conocido que Davos, más que un lugar para encontrar soluciones, es el mayor centro de relaciones públicas, personas que desde diferentes partes del mundo diariamente se hablan de repente se abrazan y besan, miles se cruzan, saludan y reparten tarjetas sin saber a quién, reparten tarjetas.

Son miles las reuniones programadas con horarios casi superpuestos, lo importante son las fotos y no los contenidos.

¿Y si dentro de muchos años, cuando se desclasifiquen documentos secretos, descubrimos que en Davos 2016 hubo clonaciones, más de un Netanyahu, más de un Cameron, más de un Biden y así muchos otros?

Para los servicios secretos de los diferentes países quedará por descubrir quién era el original y quién el falso, a quién tuvieron sentados frente a ellos, con quién compartieron cafés, si las promesas de millonarias inversiones fueron verdades o palabras de un falso imitador.

La crisis es tan profunda que la mayoría de los participantes, aunque físicamente estén en Davos, mentalmente están en otros lados. Miles de millones de dólares se esfuman en segundos. Hay razones para la preocupación y la doble personalidad.

Todo es cuestión de tiempo.

Hasta la próxima.

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