Por Guillermo Cherashny.-

Ayer el presidente dio su primer discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas y no hay dudas de que causó una excelente impresión, no sólo por la comparación con Néstor y Cristina Kirchner sino por la sobriedad y la intención de romper el tradicional aislamiento de la Argentina.

Como todos los presidentes en las Naciones Unidas, reclamó un diálogo amigable con Gran Bretaña por la soberanía de las Islas Malvinas y al terminar, cuando estaba en otro salón Theresa May, la flamante primera ministra inglesa, lo saludó y ahí el presidente le pidió reanudar el diálogo sobre Malvinas y la británica le dijo: «De acuerdo», ahora hay que esperar que se confirme esta nueva posición inglesa o bien el «de acuerdo» de la premier fue un simple formalismo que nuestro presidente interpretó como que querían hablar de soberanía.

Este diálogo se dio después que Susana Malcorra firmara un acuerdo con los británicos sobre vuelos directos a las islas y para explotar recursos pesqueros y petroleros, por lo que fue duramente criticada por Elisa Carrió y Mario Negri de la UCR y también Federico Pinedo, quien señaló que nunca se dejaría sellar el pasaporte por los ingleses.

En realidad, en Cambiemos y en toda la oposición hay mucho descontento con la canciller, porque en su carrera a la secretaría general de la ONU está sospechada de aceptar todo lo que le piden las cinco potencias con derecho a veto, es decir, que la política internacional está sujeta a la ambición personal de Malcorra.

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