Por Guillermo Cherashny.-

Las abiertas contradicciones del gobierno del PRO son cada vez más evidentes, como lo declaró ayer Alejandro Rozitchner, el filósofo que es asesor presidencial con despacho en la Casa Rosada, quien señaló que el PRO toma banderas de la izquierda y las ejecuta, y son coincidentes con las actitudes de Durán Barba, Marcos Peña, Piter Robledo y Hernán Petrella, quienes asumen esa posición para que el kirchner-cristinismo no los acuse de gobernar para los ricos y no les falta razón, ya que en cinco meses de gobierno ya se proyecta que el déficit fiscal primario de este año pasará del 4,4 al 5% del PBI, lo que demuestra claramente que estamos frente a un populismo democrático. Eso no se puede. En algunas cuestiones es una continuidad del cristinismo y una de las más graves es la nueva actitud de la canciller Susana Malcorra, que es su carrera utópica, por no decir imposible, de llegar a la Secretaría General de las Naciones Unidas, presentó en la última reunión de la OEA un cambio en la política exterior que desarrolló el presidente en su primera etapa. Pero ahora Malcorra pretende un diálogo de la oposición que maneja la asamblea con el gobierno de Nicolás Maduro, quien no tiene reparos en violar la propia Constitución Bolivariana con el fin de conseguir votos para su candidatura a costa de la violación de los derechos humanos en Venezuela. No sólo tiene una actitud mediadora en la patria de Bolívar sino que, como mano derecha de Ban Ki Moon, el actual Secretario General de las Naciones Unidas, es una enemiga declarada del Estado de Israel, ya que necesita los votos de la mayoría de los países, lo cual también es una contradicción con la cercanía que el presidente Macri tiene con Israel, al que prometió visitar próximamente.

Estas políticas -como aumentar el déficit fiscal- no sólo conspiran contra la baja de la inflación sino que demuestran que este gobierno sigue políticas populistas. Aunque cabe destacar que, a diferencia de los populismos latinoamericanos, es profundamente democrático, que no es poco, pero populista al fin, lo cual es negativo para esta nueva etapa.

Da la impresión de que este gobierno, con sus críticas al círculo rojo, está más cerca de simpatizar con Bernie Sanders, el senador que enfrenta en las primarias a Hillary Clinton, con quien el gobierno dice simpatizar.

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