Por Guillermo Cherashny.-

En la declaración del Palacio San Martín del domingo pasado se denuncia que es inadmisible que el régimen de Maduro impida el acceso de los diputados a la legislatura, que fue muy elogiada por Elliott Abrams, «el halcón» que Trump designó para las presiones contra el régimen dictatorial, fue una muy buena noticia para Alberto Fernández y Felipe Solá.

En efecto, Abrams, en el gobierno de Reagan, organizó la operación de los «contras» contra el sandinismo y a su derecha en los Estados Unidos no hay nadie. Sin embargo, a Juntos por el Cambio le pareció ambiguo el comunicado de la Cancillería que el mismo juan Guaidó elogió como un cambio de posición de la argentina. Además, Abrams también se mostró complacido con el gobierno mexicano, que repudió en los mismos términos que nuestro país.

A su vez, Diosdado Cabello, quien junto a Maduro lidera ese régimen, cuestionó con duros términos al presidente Fernández y a todo el gobierno, a los que calificó como «arrastrados», con lo cual no queda duda de que la posición argentina y la mexicana son aceptadas por los Estados Unidos, al considerarlos como gobiernos de centroizquierda que no apoyan al régimen dictatorial venezolano.

El martes, el Palacio San Martín le retiró las credenciales a Elisa Trotta, una empleada de la Legislatura Bonaerense designada por Vidal que participó en la movida de Juntos por el Cambio en actos donde acusaban que el Frente de Todos nos llevaba hacia Venezuela. Trotta debió ella presentar su renuncia por intervenir en la campaña electoral argentina en favor del macrismo y no esperar que finalmente ocurriera, y el mismo Juan Guaidó dijo que no le sorprendía esa medida. Pero todo Juntos por el Cambio volvió a acusar al gobierno argentino como que fue una arrugada ante las críticas de Diosdado Cabello. Está claro que Juntos por el Cambio nunca le verá ninguna medida positiva al nuevo gobierno y su caballito de batalla sigue siendo la situación venezolana.

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