Por Máximo Luppino.-

La cultura es la llave de la libertad y la belleza que conduce inexorablemente a la verdad. La educación cimentada en los sublimes valores de nuestra identidad latinoamericana es el sendero de la realización de nuestros pueblos relegados.

México y Argentina poseen un gran potencial económico, pero por sobre todo un manantial fresco de fuerza renovada para una Latinoamérica menospreciada por los imperios, que fue explotada pero jamás dominada. Los hijos de la tierra no regalan su libertad a ningún tirano de turno, ni se arrodillan ante los fusiles infames o los muros discriminativos de los torpes de la humanidad.

El pensamiento vivo de José Vasconcelos estuvo presente en la Conferencia Magistral que ofreció Alberto Fernández en la UNAM. Vasconcelos, el célebre pensador, político y escritor mexicano fundador del ministerio de educación de México, es el autor del lema de esta gran casa de estudio americana: “Por mi raza hablará el espíritu”. Y si algo más hace falta destacar sobre este gran estadista mexicano, sumaremos otra de sus grandes ideas fuerza: “Un pueblo que pierde la fuerza necesaria para sacudirse el yugo, acaba por venerarlo.

El futuro es hoy en el clamor doliente de los pueblos por su bienestar. Debemos destacar las palabras de López Obrador cuando constantemente señala que lo peor para las naciones es la guerra. Este compromiso con la paz es irrenunciable y compartido por nuestro presidente electo. El camino de la realización adecuada de los pueblos latinoamericanos será arduo, laborioso pero en paz.

La visita de Alberto Fernández a la hermana república de México potenció no sólo las relaciones bilaterales entre nuestras naciones, sino que revitalizó un fuerte y legendario criterio de autodeterminación latinoamericana. La armonía ideológica entre nuestro presidente, Alberto Fernández, y el primer mandatario López Obrador es de destacar. Un futuro venturoso asoma para el bienestar de nuestros pueblos.

López Obrador contrasta benignamente con el oscuro perfil ideológico y discriminativo de Jair Bolsonaro que parece no estar a la altura espiritual del noble pueblo Brasilero.

El universalismo que señalaba el General Perón desde el nacimiento mismo del Justicialismo, allá por el año 1945, reclama interrelación e interdependencia. Claro, una interdependencia fruto de la suprema percepción espiritual de evolución, más que una especulación económica para sumar frías divisas. Así como ninguna persona “sobra”, todas las naciones desarrollan un rol en el desarrollo completo del planeta.

Abrazar el universalismo sólo es posible desde el reconocimiento pleno de nuestra particular identidad. Se aporta desde la conciencia plena, no desde la borreguil y cómoda sumisión para con las potencias dominantes. La mirada es de igual a igual, sin jactancias ni profana entrega cultural. En este sentido, nuestra Nación tiene mucho para aportar de la mano de nuestra floreciente argentinidad.

Con acordes de mutua cooperación transcurrió el primer viaje de Alberto Fernández al exterior desde que las urnas lo proclamaran presidente de los argentinos. El país elegido fue México y a la luz de los resultados apreciados, la elección se manifiesta como correcta y adecuada para la presente coyuntura política.

La patria grande reclama trabajo y compromiso con nuestras propias e irrenunciables raíces. Así todos podremos entonar con legítimo orgullo el lema de la UNAM: “Por mi raza hablará el espíritu”.

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