Por Álvaro Vargas Llosa.-

Una encuesta planetaria de Pew Research Center pregunta a distintas sociedades si están de acuerdo en que a la mayoría le va mejor en una economía de libre mercado aunque algunos sean ricos y algunos pobres. Las respuestas permiten sacar conclusiones llamativas.

Por lo pronto, los emergentes tienen más fe en el mercado que los desarrollados. En estos últimos, entre el 60% y el 70% de la gente está de acuerdo, pero el rango es mayor entre los primeros (de 70% a 80%).

Sin embargo, no son lo mismos los emergentes asiáticos que los latinoamericanos. Con excepciones, el apoyo al libre mercado entre los latinoamericanos va de 50% a 60%, con algunas excepciones por abajo y por arriba. El populismo, que hizo su aparición definitiva en los años 30 en esta parte del mundo, sigue siendo un rasgo ideológico (algunos dirían cultural) de nuestras sociedades.

No menos interesantes son las excepciones. Tres países gobernados por distintas variantes del populismo -Venezuela, Nicaragua, El Salvador- registran un apoyo al mercado entre 10 y 15 puntos superior al que se da en países latinoamericanos con gobiernos de signo opuesto. Por tanto, una lección es que el remedio para el populismo ideológico (cultural) de nuestros pueblos es que experimenten sus consecuencias. No acabo de escribir esto y me sale al paso la excepción a la baja, Argentina, que parece desmentir esta aseveración. Allí, a pesar de los estragos del populismo, sólo uno de cada tres está de acuerdo con la premisa de la pregunta. ¿Son los argentinos ontológicamente populistas? Digámoslo de otra forma: allí el poder del relato populista parece gozar de una fuerza tal, que lo blinda contra la cruda realidad a ojos de no pocos ciudadanos.

Decepcionante es lo que ocurre en los países de la Alianza del Pacífico y esto podría ser en parte un efecto del fin del boom de los commodities en Chile (57%), Perú (53%) y Colombia (49%) y de dos décadas mediocres por la falta de reformas en México (44%). En Chile refleja acaso también el surgimiento de una y hasta dos generaciones complacientes y en el de Perú, la división ideológica entre el norte costeño y el sur altiplánico.

Está claro, por si hiciera falta remacharlo, que Asia es el gran pulmón de la idea capitalista hoy en día. Pero más novedoso para el resto del mundo (ya que no para ellos mismos) es el poder de la idea liberal en los países africanos. Entre 68% y 75% de la población respalda el mercado en varios países que han experimentado cierto dinamismo en la útima década. Algunos de los que más crecieron (como Tanzania, Nigeria o Ghana) o de los que más inversiones recibieron (como Sudáfrica, Kenia y los anteriores) pueblan la lista de los entusiastas del capitalismo. En ese pelotón de avanzada la idea liberal es más poderosa (con una ventaja de unos 10 puntos) que entre los países latinoamericanos que mejores resultados económicos tuvieron. Otra vez, el populismo asoma entre nosotros como si fuera un atavismo.

Una última consideración. Los resultados “hermanan” a países o zonas que llevan enfrentadas mucho tiempo y que se ven a sí mismas, o son vistas por terceros, como representativas de mentalidades incompatibles. Que Israel y los territorios palestinos registren un porcentaje bastante similar de apoyo al capitalismo no debería sorprender. El impresionante movimiento económico en Cisjordania y el intercambio comercial con Israel en años recientes (hasta que la política estropeó todo) ya sugería esa afinidad (que la política niega).

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