Por Roberto Fernández Blanco.-

En Venezuela se acaba de emitir el certificado de defunción del Socialismo.

Se trata del anuncio de una muerte prevista, obvia, inevitable, de lógica contundente, aunque puede que su entierro definitivo se demore por la resistencia de una gran cantidad de fervorosos creyentes, mentes colonizadas, adoctrinadas, embotadas y embriagadas con veleidades de cientificismo pero definitivamente sometidas a un dogma autoritario promotor de una forma de psicosis colectiva, signado por su inherente condición improductiva y su enorme capacidad destructiva tanto en lo económico como en lo social, como lo confirman sus recurrentes fracasos en absolutamente todos los pueblos donde se instaló el Socialismo.

En esta era de verdades científicas toda propuesta teórica -como lo fue el Socialismo- exige ser convalidada por sus resultados experimentales o desechada. Quien trate ahora de rescatarla de su fracaso con argumentos sofísticos o retóricos, no solo adolece de capacidad científica sino que se trata de un obcecado dogmático, un sofista o retórico sometido por su fanatismo tratando de sostener con argumentos artificiosos una falsa creencia que los hechos repudian con contundencia inapelable.

En el Socialismo (y/o Nacional Socialismo), el Estado deja de ser la figura liberal del Consorcio de Ciudadanos soberanos, libres e independientes, para convertirse en una superestructura de ficción que todo lo concentra y supone que todo lo puede pero que –como ya está harto demostrado sin excepción alguna- termina irremediablemente copado y comandado por psicópatas embriagados de poder, arrogados omniscientes, déspotas que se perpetúan engatusando con atractivas promesas fantasiosas a sectores numerosos de escaso nivel cívico-cultural mediante mecanismos y retórica populista basada en falsedades.

El fracaso es inherente a la doctrina socialista y lejos de brindar progreso la economía dirigida inicia su autodestrucción, se pauperiza, las personas con libertades restringidas pierden la posibilidad de crear, producir, intercambiar bienes y servicios y elevar su nivel de vida. Todo pasa a depender de la voluntad, antojos y caprichos del caudillo, del comandante. El pueblo se empobrece, la educación es convertida en adoctrinamiento, el pueblo pierde armonía y paz y pasa de una convivencia armónica a un insoportable sometimiento con enfrentamientos fomentados por el líder con secuelas de dolor y muertes.

Son harto conocidos sus más emblemáticos fracasos: la ex URSS y sus satélites (con Lenin, Stalin y sus sucesores), la extinguida Alemania Socialista (absorbida por Alemania Occidental), la Cuba de la familia Castro, la Italia de Mussolini, la Alemania Nazi (nacional-socialista) de Hitler, la Argentina peronista (justicialismo, plagio del socialismo), Corea del Norte (Kim Jing Un), ex China comunista de Mao Tse Tung, la Venezuela de Chávez/Maduro con su banda militar de narcotraficantes, etc.

Y se hace necesario mostrar el contraste con el Liberalismo de una manera simple e irrefutable. Todos los desarrollos tecnológicos que han conducido a la humanidad al actual estado de progreso y bienestar fueron imaginados, creados, diseñados y producidos en serie bajo el sistema capitalista liberal, que incluso ha beneficiado a ex regímenes socialistas como Rusia -actualmente capitalismo mafioso- y China -capitalismo económico bajo un régimen despótico- ambos aun contaminados por sus inextirpables ADN socialistas.

En todas las ramas de la ciencia y la tecnología ha sido y es el Capitalismo Liberal el generador del progreso y bienestar que hoy disfrutan las personas (dejando de lado la competencia armamentista) que incluye todo el listado de inventos y aportes en biología, medicina, ingeniería, usos domésticos, alto nivel de salud, etc., celulares, internet, computadores, heladeras, automóviles, aviones, radio, tomógrafos, etc.

¿Cuáles han sido los aportes surgidos en países bajo regímenes socialistas?

No existe país socialista que haya generado y aportado progresos significativos a la humanidad. A lo sumo copian hasta que finalmente aprenden y empiezan a caminar hacia el Capitalismo liberal.

Es que el progreso solo viene de la mano de la libertad de las personas, de sociedades liberales donde la esencia es la convivencia con pleno respeto y garantía por las libertades de las personas conviviendo en comunidades espontáneamente pacíficas, en armonía, en libre cooperación productiva y con plena libertad para crear riqueza, proveer servicios e intercambiarlos por libre elección y decisión entre las partes.

Y este enorme potencial de creación de riqueza se sustenta además en el simple pero trascendente hecho de que cada persona, en el ejercicio pleno de su libertad, es el propietario del fruto de su trabajo productivo, aspecto que eriza a los dogmáticos socialistas que esconden debajo de sus patológicos reclamos de reparto de riquezas la incapacidad que los caracteriza para producir en libertad y vivir de sus propios logros. Sus impotencias yacen en sus neurosis narcisistas que se traducen en pulsiones negativas, improductivas y destructivas donde se suman la vanidad insatisfecha, la envidia y la insoportable e insuperable impotencia que los domina. De esta impotencia nacen sus patológicas furias, sus infantiles reclamos por lo que no son capaces de ser ni producir. De allí les nace su violencia y esa malsana vocación por la lucha armada, Viven con el puño levantado porque no sirven para abrir la mano y producir. Por eso viven llenos de odio, desbordan agresividad y actúan con hipócrita humanismo.

El Estado en una comunidad liberal tiene el carácter de Consorcio de Ciudadanos soberanos, libres e independientes que constituyen la Autoridad Suprema.

Conviven en una república (Estado de Derecho) donde las instituciones son subsidiarias al servicio del pueblo y donde el Ejecutivo no es un Gobernante (Comandante) sino un administrador con atribuciones bien delimitadas al que no le son permitido rebasarlas y con obligaciones y responsabilidades bien específicas para brindar su servicio al pueblo mandante que lo emplea con una contratación de tiempo limitado. Un Estado liberal no emplea ni tolera funcionarios que se arroguen poderes despóticos ni actitudes mafiosas como las que ha vivido la Argentina hasta hace poco y que esperamos que nunca más vuelvan a darse.

Un Estado liberal respeta y garantiza la libertad de las personas para que puedan desarrollar sus potencialidades según su capacidad creativa y productiva. Un Estado liberal es el que espontáneamente abre espacios a la creatividad de personas como Bill Gates, Steve Jobs, etc., ejemplos bien conocidos por nuestros jóvenes de hoy a quienes deben servirles de guía y estímulo para emularlos trabajando y creando en vez de sumarse a las hordas improductivas y destructivas que reclaman como infantes ser atendidos y protegidos.

Y quienes pretenden mencionar como socialistas a Suecia, Noruega, Finlandia u otros, se equivocan totalmente pues se trata de formas flexibles del Liberalismo, pues todos los pilares básicos que definen el liberalismo (libertades individuales, derechos de propiedad por lo producido y emprendimientos privados) son en ellos rigurosamente respetados y valorados.

En los regímenes socialistas/comunistas esos derechos esenciales son cercenados y violados.

También ha de recordarse lo que Julián Marías denominó la “votación de los pies”. El vergonzoso Muro de Berlín de la extinguida Alemania Socialista sirvió para demostrar sin duda alguna para cual lado huían las personas, así como basta ver adonde van a alojarse los socialistas revolucionarios cuando salen a buscar refugio o adonde depositan sus dineros corruptos frutos de gobiernos socialistas-populistas. Ninguno, absolutamente ninguno, se refugia en Cuba, o en Venezuela, o Rusia o China. Véase como ejemplo reciente al incoherente postmarxista Ernesto Laclau viniendo a enfervorizar socialistas argentinos en tanto estaba radicado en Londres, falleciendo en Sevilla. Y véase a tantos socialistas pseudo-intelectuales y a tantos sofistas creídos filósofos, disfrutando de los beneficios de la libertad en países liberales.

Cerremos esta conversación mencionando una contundente frase de fuerte contenido liberal: “Solo el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”. Esta afirmación fue hecha en 1848 por un famoso filósofo a quien pocos han visto en él su faceta humanista liberal por haber quedados adheridos religiosamente a su errónea teoría del valor, error que su autor reconoció con humilde silencio ya cerca de sus últimos años de vida cuando tomó conocimiento de los descubrimientos de la escuela austríaca. La frase le pertenece a Carlos Marx y forma parte del manifiesto comunista. Y para reforzarlo merece mencionarse que en unos de sus escritos Marx citaba un pequeño versito que dice: The value of a thing, is what it brings. Esto es justamente lo que guía y moviliza la creatividad en el mundo liberal, crear, producir y ofrecer en libre intercambio aquello que la gente desea adquirir para sí, para su bienestar y placer.

¿Han visto a alguna persona, socialista o liberal, sin celular o internet? Frutos de la democracia liberal.

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