Por Guillermo Cherashny.-

Todos recuerdan cuando el presidente dijo que cuando llegara al poder se desataría una «lluvia de inversiones». Pero en cuanto a inversiones productivas, poco o nada vino, pero sí hay una catarata de capitales golondrina a los cuales se les facilitaron todas las ventajas posibles, como eliminar los tiempos mínimos, ya que ahora se pueden traer millones de dólares, cambiarlos a pesos y en 30 días hacer lo contrario y salir del país. A esto se suma el alto endeudamiento en el exterior para tapar el alto déficit fiscal que dejó el cristinismo y que fue aumentado por este gobierno, que dijo que venia a cambiar.

Hace dos semanas, cuando el presidente fue invitado al reino de Holanda, los principales medios reflejaron el alojamiento del presidente y su espora en el palacio real y se hicieron anuncios sobre futuras inversiones holandesas en la Argentina, especialmente en lo que atañe a las inundaciones que se produjeron últimamente y que los holandeses tienen un gran expertise para solucionarlo.

Pero el diablo metió la cola, ya que la reina Máxima, que nació en nuestro país, le pidió al presidente Macri que YPF compre las estaciones de servicio de Shell que pertenecen a la corona, con lo cual, hasta ahora, en lugar de inversiones holandesas, en realidad hay un intento de desinversión. Pero lo más grave es que el presidente desconoce la ley nacional de defensa de la competencia, que impide a cualquier empresa tener mas del 50% del mercado. En efecto, YPF tiene el 48% del mercado de venta de combustibles y Shell entre el 18 y 20%; por tanto, pasaría a tener una posición dominante en el mercado, lo cual está prohibido expresamente por la ley.

Así como el presidente no sabe cuánto ganan los jubilados, también desconoce la ley de defensa de la competencia, y se supone que la reina Máxima también conoce esa limitación. Sin embargo, YPF ofertó para comprar la red estaciones de servicios de Shell, lo cual es completamente ilegal.

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