Por Rodolfo Patricio Florido.-

Nada sería más fácil que escribir desde el horror y la compasión. Pero esto no se detendrá si no entendemos, como diría Marcos Aguinis, “la matriz del infierno”. Siempre creí que “La Verdad” por más cierta que uno la sienta, es sólo un absoluto relativo. Sé que muchos se van a enojar por estas líneas, pero edulcorarlas sería mentir, o no saber, o no entender. Escribir al calor del dolor o el horror es tan errado como escribir al calor de un binocular que sólo permita ver en una sola dirección.

Los “terroristas” del “Estado Islámico” -ISIS o DAESH- no son un grupo perverso y asesino de psicópatas; no son una banda de asesinos seriales. Sí son inmisericordes asesinos creados por un Occidente voraz de petróleo e hipócrita que aduce los valores de la libertad y la democracia sólo cuando hay intereses económicos de por medio, mientras que calla miserablemente cuando otras dictaduras igualmente asesinas e inmisericordes son SUS dictaduras.

Es como el caso del dictador sirio Bashar al Assad, que ahora Rusia, EEUU y Europa apoyan, porque temen que sea el ISIS quien controle Irak, Siria, el Líbano y parte del norte de África. A pocos les importa que haya sido el propio Bashar al Assad y su padre (el anterior dictador) el que haya sembrado las semillas que luego germinaran y conformaran el ISIS. A pocos les importa que hayan sido los EEUU quienes hayan sembrado también las semillas que luego conformaran Al Qaeda, cuando entrenaron, armaron e instruyeron (muy eficientemente, por cierto) a los muyahidines que enfrentaron a la URSS en Afganistán. Por aquellos tiempos, los EEUU, su gobierno y su cine hablaban de aquellos fundamentalistas como… “los guerreros de la libertad”. ¿Puede ahora a alguien llamarle la atención que el ISIS se agrupe con Al Qaeda?

Occidente y sus líderes se desgarran las vestiduras si París es bombardeada pero ningún título ni imagen recorre el mundo cuando sus bombas arrasan capitales del Medio Oriente o ciudades tanto o más antiguas que la propia París. Esos muertos no tienen imagen. No hay redes sociales para ellos. Kilómetros y kilómetros de manzanas arrasadas no conmueven a nadie. Nos conmueve la foto de la criatura ahogada en el Mediterráneo pero no nos conmueve la decisión de ir a buscar paz viniendo de la guerra y que luego la guerra los alcance de vuelta. Y, de esa locura, nació el Estado Islámico. Porque la locura sólo puede engendrar locura.

¿O estoy errado cuando desde la literatura occidental o el cine hollywoodense festejamos que un SEAL degüelle a un guerrillero islámico mientras que nos horrorizamos cuando un guerrillero islámico degüella a un occidental o a un cristiano o a un judío o a otro musulmán que no acompañe su yihad o guerra santa.

En lo personal, soy cristiano, profundamente cristiano. Pero ese cristianismo no transitaría el camino de pensar que mi verdad es una verdad universal única y excluyente aunque lo sea para mí; y que aquel que no lo sea debe serlo porque es imperativo que así sea. No entendemos el mundo musulmán. Sólo una absoluta minoría es violenta, inmisericorde y brutal. Pero no nos confundamos, el miedo generará que en Europa resurjan, desde ese mismo miedo, una intolerancia y violencia que afectará más a los musulmanes que conviven pacíficamente en ese territorio que a los terroristas del ISIS. Ellos lo saben y por eso lo hacen. Su violencia no es irracional. Obedece a una lógica brutal. El miedo generará venganza, la venganza caerá sobre más inocentes que culpables. Y luego, podrán reclutar más adeptos para su guerra santa, porque no les quedará otro camino que cerrarse en sí mismos ante el odio, el miedo y la venganza a la que serán sujetos. No habrá ahora o habrá menos espacio para refugiados musulmanes. Nadie los querrá. Boyarán con sus lanchas y barcos repletos de familias hundiéndose en el Mediterráneo o deberán volver desde donde escaparon para caer en las manos de un tirano o del ISIS, que los asesinará o reclutará. Mientras tanto, el petróleo seguirá fluyendo y mientras el Occidente los repudia, también se los compra. Y, con ese dinero, comprarán las armas, misiles, cañones y uniformes que el mundo también les ofrecerá. ¿O alguien cree que esas decenas de miles de armas, misiles, cañones y millones de municiones, transitan por el mundo sin que nadie se dé cuenta y van de las fábricas a los terroristas en un tráfico hormiga incontrolable?

Lejos de ser marxista, Lenin tenía razón cuando afirmó: “el mundo capitalista nos venderá la soga con la que nosotros los vamos a colgar”. Imagino que los líderes del ISIS se habrán congratulado por las primeras palabras que el Presidente francés Hollande expresó, cuando afirmó: “llevaremos a cabo la guerra y seremos implacables”. La respuesta francesa es lo que soñaron, porque es lo que justifica su acción. Ellos dirán y pensarán que esa guerra los fortalecerá, porque les permitirá sumar más adeptos en Siria, Irak, el Líbano y el mundo todo. Ellos, llevarán su método de atacar cualquier población civil a las capitales occidentales del mundo que accionen contra lo que denominan su califato. No importarán los objetivos militares, será la población civil la que sufra las consecuencias más graves. El ISIS se justificará con su propia población civil muerta en los bombardeos y ataques de Rusia, EEUU, Inglaterra y Francia, entre otros.

Muchos periodistas no entienden lo que está pasando. Dicen que el califato es volver al Medioevo. ¿Y qué son entonces las monarquías europeas? El ISIS no vive en el Medioevo. Vive en el mundo moderno, usa las redes sociales, edita películas, las musicaliza y compra y dispone de la más sofisticada tecnología militar. El terror es su método y el miedo su consecuencia. Si miramos en el tiempo, veremos que cada año el terrorismo fundamentalista es más fuerte. Se ocupó Afganistán (Rusia primero y los EEUU después), se ocupó Irak, se mató a Bin Laden y, lejos de terminar con el terrorismo, se incrementó.

Quizás deba empezarse a analizar si no es conveniente abandonar esa parte del mundo para que encuentren su modo de vivir con el beneficio de sus aciertos y los costos de sus errores. El petróleo igual seguirá fluyendo.

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