Por Guillermo Cherashny.-

La eliminación de Qasem Soleimani, el general iraní y jefe de la guardia Quds, la tropa de elite de la teocracia persa, fue un golpe durísimo de Donald Trump a los últimos desafíos de la República Islámica a los Estados Unidos y sus aliados de medio oriente. En efecto, el más grave fue un ataque con drones a los campos petrolíferos de Arabia Saudita y otros incidentes en el Golfo Pérsico que Trump no respondió. Pero el intento de copar la embajada americana en Bagdad fue la gota que rebalsó el vaso y, si bien la respuesta podría suponer otro golpe a la milicia Kataib Hezbollah, la franquicia iraquí de esa organización, la decisión de eliminar con un dron al general de más alta graduación de Irán y muy cercano al guía espiritual Ali Jameneí y en técnicamente un acto de guerra, aunque el gobierno americano lo califique como líder terrorista.

Soleimani era el autor intelectual y material de Irán en la expansión en Medio Oriente en Líbano, Siria e Irak, muy cuestionado internamente en Teherán, a tal punto que recientemente las penurias económicas del pueblo eran atribuidas a los gastos en esas aventuras imperiales que provocaron una represión en Irán de cerca de 1000 muertos en toda la geografía de ese país.

La fuerza Quds es muy poderosa y, junto a las milicias chiitas de Irak, más los sunitas y kurdos, con el apoyo americano derrotaron al Isis y su sultanato islámico, que fue extremadamente sanguinario. Pero en la posguerra, Irán, a través de Soleimani, intentó gobernar Irak en conjunto con la etnia sunita pero le dieron poco lugar y se provocaron manifestaciones violentas que fueron reprimidas por el gobierno iraquí, con cientos de muertos que se oponen al dominio de Irán sobre Irak y obligaron al premier chiita vinculado a la nación persa a renunciar y parece que el general Soleimani quería imponer más violencia contra los sunitas iraquíes que gobernaron el país desde su fundación, con Saddam Husein como líder. Pero a su caída, promovida por el presidente Bush, los chiitas se quedaron con la mayoría del poder y los sunitas desplazados formaron el Isis, pero derrotado este último, los sunitas no tienen representación y son reprimidos violentamente, aunque tiene representación parlamentaria.

La decisión del parlamento iraquí de pedir el retiro de las fuerzas americanas destinadas en Irak es equivalente a consolidar el dominio de Irán sobre Irak, cuestión que el mundo occidental no puede permitir, porque los sunitas son la amplia mayoría entre los musulmanes y son lideradas por Arabia Saudita y los emiratos del golfo, los más poderosos económicamente. En cambio, Irán, con su política belicista sólo promueve sangre y hambre.

En lo que respecta a nuestro país, trae como inmediata consecuencia la suba del petróleo, lo cual es una buena noticia para Vaca Muerta pero al mismo tiempo exige una suba de la nafta, lo cual complica la política antinflacionaria.

Otra consecuencia local son los efectos de los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA del 92 y 94, porque la mayoría del gobierno señala como responsable intelectual al gobierno sirio, por una venganza de la familia Al Assad contra Carlos Menem por su «traición» al aliarse con los Estados Unidos. Pero esa supuesta traición no se explica por el atentado a la Embajada de Israel en 1992, ya que en 1991 Siria, con la Argentina y otros países integraron la coalición internacional contra Saddam Hussein. Pero la ex presidente, Horacio Verbitsky, Jorge Lanata y otros periodistas no K también cuestionan la historia oficial sobre la responsabilidad de Irán en el atentado, lo cual no tiene mucho sentido, ya que desde 1983 el hezbollah libanés, que es chiita, la Siria de los Assad, pertenecientes a la secta alawita, muy cercana a los chiitas e Irán, también de la misma etnia, son aliados estratégicos en todos los conflictos, por lo cual atentados en el exterior cometidos por el hezbollah u otra organización terrorista chiita es apoyada por Siria e Irán o bien la promovieron directamente.

Lo importante de la muerte violenta de Qasem Soleimani es la información de que visitaba asiduamente la tumba de Imad Mugniyah, el jefe militar del hezbollah libanés que en el 1982, con coches bombas voló los contingentes militares americanos, ingleses y franceses en Líbano y que provocaron su salida, donde fue reemplazada por la influencia siria y la de Irán.

Según la inteligencia israelí del Mossad, Imad Mugniyah fue el autor intelectual de los atentados a la embajada y a la AMIA en el 92 y 94 y fue víctima de un coche bomba en Damasco que le causó la muerte y que se le atribuye al Mossad, de ahí que Moshe Aviran, el ex embajador de Israel en la Argentina, declarara que los autores del atentado a la AMIA fueron castigados por el estado de Israel.

La política de ataque selectivo para dar muerte a líderes terroristas fue ejecutada durante años por el estado judío y luego los Estados Unidos con drones siguen la misma política. En cambio, la respuesta de hezbollah, avalado por Siria e Irán, es la de ataques con coches bombas donde mueren muchos inocentes. Esta vez, un líder de hezbollah dijo que se vengarán sin atentar contra inocentes sino en forma selectiva contra personas o infraestructuras, como hicieron con los campos petrolíferos de Arabia Saudita, en una nueva era que se sabe cómo comienza pero no cómo termina.

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