Por Guillermo Cherashny.-

Todos los periodistas y analistas de los medios de comunicación que se oponen al gobierno nacional criticaron duramente a las palabras del presidente Fernández en su visita a Rusia, cuando la definió como una forma de independencia de Estados Unidos y el FMI y que le abría las puertas de América a la presencia rusa. Hablaron de la decepción americana luego del apoyo de Estados Unidos en el FMI y acusaron al presidente de hablar mal de un país en una visita a otro. Tiene razón, pero en realidad AF, como los seguidores de CFK, consideran a Vladimir Putin como un líder de izquierda que ayudó a la Argentina con la vacuna Sputnik, cuando en realidad nuestro país ayudó a demostrar la efectividad de esa vacuna con millones de inoculados y no las regaló Putin sino que se pagaron, aunque más baratas que las otras. La Argentina no quiso las vacunas Pfizer por razones ideológicas, si no, basta recordar cuando la vicepresidente dijo que no estamos aislados del mundo porque tenemos vacunas rusas y chinas. Es que AF se ve a sí mismo como un líder de la izquierda latinoamericana, como CFK, y por eso sus críticas al gigante del norte y su idealización de China y Rusia. En Europa, Putin es un financiador de la ultraderecha de ese continente y no lo oculta en ningún momento y su apoyo a Cuba y sus satélites Venezuela y Nicaragua es por razones geopolíticas y no por ideología. Pero la nueva izquierda latinoamericana, como el chileno Boric, el peruano Castillo y el colombiano Petro, repudia a Venezuela y Nicaragua. En conclusión, el gobierno de Estados Unidos apoya en el FMI porque no quiere una crisis económica en la Argentina y porque piensa que en 2023 este gobierno será reemplazado por otro más amigo y, por tanto, a las declaraciones de AF en China y Rusia les dan poca importancia y son motivo de risa, es decir, no las toman en serio y las ven como provenientes de una ideología arcaica y que no es compartida por Lula, Baric, Petro o el mismo Castillo, que cada día está peor.

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