Por Carlos Tórtora.-

La victoria de Donald Trump abre un juego de variantes todavía difíciles de dimensionar pero su impacto es suficiente para mostrar que en la dirigencia nacional hay perdedores y ganadores. Mauricio Macri está entre los primeros por dos razones: para empezar apostó oficialmente a Clinton, violando elementales normas de prudencia que debe observar un jefe de estado. En segundo lugar, le impuso al PRO un estilo y un discurso netamente identificado con la gestión de Barack Obama, que colisiona con el populismo tradicionalista de Trump, aunque en materia de relaciones internacionales estos temas no son determinantes.

Aunque ya no es un dirigente argentino, Jorge Bergoglio tal vez esté lamentando el fin de la era demócrata, ya que su política global encaja a la perfección con el discurso de Obama y en cambio su defensa, por ejemplo, de los inmigrantes es la antinomia de la muerte de la sociedad multicultural que predica Trump. En síntesis, que la Iglesia y el Departamento de Estado deberán entrar en un complejo período de reacomodamiento.

Peronistas, radicales, izquierda

En el fragmentado espectro peronista, casi todos los notables tuvieron alguna que otra frase de condena a Trump, lo que incluye a Sergio Massa y Daniel Scioli, aunque también es cierto que nadie en el peronismo encabezó una cruzada contra el vencedor de Clinton. Sin duda que la mayor ganadora en el ámbito peronista es CFK, cuyo relato superficialmente antiyanqui no le hacía mella al progresista Obama pero encaja a la perfección contra la retórica derechista del nuevo líder republicano. En la Argentina el antiyanquismo es un negocio político por excelencia y el cristinismo, bien armado en materia mediática, podrá explotar cada una de las apariciones explosivas de Trump.

Aun cuando mantienen un bajo perfil, los radicales se anotan entre los perdedores de la elección en USA, ya que casi el ciento por ciento de sus dirigentes son afines a la administración demócrata.

En un nivel de segunda línea, también quedó descolocado nuestro embajador en Washington, Martín Lousteau, de discurso claramente pro Clinton, que ahora encuentra nuevos motivos para pensar en presentarse como candidato a primer diputado nacional por la Capital Federal.

Para decirlo muy genéricamente, las izquierdas en general y las centrales sindicales opositoras estarán en su salsa con un hombre explosivo y temperamental como Trump, que les dará motivos casi a diario para salir a la calle.

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