Por Daniel Iriarte | Estambul | El Confidencial.-

Los grupos de inteligencia de todo el mundo temen que el ISIS se haga con material nuclear. Expertos aseguran que ya puede fabricar una “bomba sucia” y que tiene acceso a armamento químico. Foto: Una imagen incluida en el primer número de ‘Dabiq’, la revista oficial del Estado Islámico.

“Uranio”. Cuando el rebelde sirio pronunció la palabra, yo apenas podía dar crédito a lo que oía. Estábamos a mediados de 2012, y el insurgente, a quien conocía desde hacía algún tiempo, me dijo que él y su grupo poseían cierta cantidad de este material y me preguntaba si podía ayudarle a venderlo en Azerbaiyán. Le dije que no, y corté todo contacto con él y su organización.

Nunca supe si este grupo rebelde estaba realmente en posesión de un pequeño alijo de uranio o si era una forma de ponerme a prueba (hacía pocos meses, otra facción insurgente me había acusado de ser un espía del régimen de Bachar Al Asad y amenazaba con pegarme un tiro). Aún en caso de ser cierto, su intención no era utilizarlo, sino colocarlo al mejor postor para recaudar fondos para su causa.

Pero asumamos por un momento que este rebelde me dijo la verdad, y que un grupo de desertores sirios fueron capaces de robar uranio de una instalación del régimen. Estas existen: la Agencia Internacional de la Energía Atómica estima que Siria posee alrededor de 50 toneladas de uranio natural, material suficiente para fabricar entre tres y cinco bombas atómicas una vez procesado. Y, según el Gobierno israelí, el bombardeo de su fuerza aérea contra la planta de Kibar, al este de Deir Az Zor, en septiembre de 2007 tenía como propósito justamente impedir que el gobierno sirio desarrollase esta capacidad.

De hecho, uno de los grandes temores de los servicios de inteligencia de todo el mundo ha sido que grupos yihadistas como el Frente Al Nusra -la rama siria de Al Qaeda- o el Estado Islámico puedan hacerse con estos materiales, con la intención de utilizarlos contra objetivos occidentales. Este mismo mes, la Ministra de Exteriores australiana, Julie Bishop, aseguró que, según la información recopilada por los servicios secretos de su país, el ISIS ha reunido suficiente material nuclear de hospitales y centros de investigación como para fabricar una “bomba sucia”, un artefacto de escasa potencia que, aunque carece de la capacidad destructiva de una bomba nuclear estándar, puede generar un pánico importante al diseminar elementos radiactivos en la atmósfera. Más de una organización terrorista se conforma con eso.

«El ISIS podría hacer una ‘bomba sucia'»

“No hay materiales fisibles de los que puedan apropiarse [los yihadistas en Irak y Siria]”, señala rotundamente Milton Leitenber, investigador senior del Centro de Estudios Internacionales y de Seguridad de la Escuela de Asuntos Públicos de la Universidad de Maryland. “Podrían hacer lo que se llama una ‘bomba sucia’, es decir, obtener un artefacto de irradiación de cobalto en una ciudad como Mosul, con un gran hospital municipal -siempre y cuando estuviese en dicho hospital cuando la ciudad fue ocupada-, envolver el artefacto en una cobertura explosiva, y activarlo. Sin embargo, la eficiencia de estos artefactos es muy pobre, y depende de la cantidad de explosivos que se usen. El radio de dispersión es muy limitado, unos cinco bloques urbanos. La única mortalidad inicial sería la provocada por el explosivo, pero haría la zona afectada de la ciudad inhabitable durante algunos años”, explica a El Confidencial.

Pero Bishop no solo lanza la alarma sobre el acceso a materiales nucleares, sino también sobre el uso de armamento químico por parte de los yihadistas, tal y como explicó en un discurso el pasado 5 de junio. “La asunción general hasta ahora era que las intenciones terroristas de adquirir agentes químicos y convertirlos en armas han sido en gran parte meras aspiraciones. El uso de cloro por el Daesh [el acrónimo despectivo del ISIS en árabe], y su reclutamiento de profesionales con un entrenamiento altamente técnico, incluyendo a occidentales, ha revelado esfuerzos mucho más serios en el desarrollo de armas químicas”, asegura. “Es probable que entre sus decenas de miles de reclutas, el Daesh tenga a los expertos técnicos necesarios para refinar los materiales y construir armas químicas”, afirmó.

El ISIS puede producir u obtener agentes menos letales que el gas sarín, como el cloro, que ya ha utilizado

Y la jefa de la diplomacia australiana no es la única que opina de este modo. En el último número de la revista oficial de la OTAN, el alemán Wolfgang Rudischhauser, director del Centro de No Proliferación de Armas de Destrucción Masiva de la Alianza Atlánica, apunta lo siguiente: “Preocupantes informes confirman que el ISIS ha obtenido acceso -al menos temporal- a antiguos puntos de almacenamiento de armas químicas en Irak. Podrían hacerlo pronto en Libia. Se ha dicho que han usado químicos tóxicos en los combates alrededor de Kobane. Incluso más preocupante, hay informes de prensa sobre materiales nucleares de institutos científicos iraquíes incautados por el ISIS”.

“El 98% de lo que escriben los medios está mal informado técnicamente, es inseguro, y está enormemente exagerado”, dice Leitenberg. “En el caso australiano, su propósito es mantener el apoyo al Gobierno en el despliegue actual de fuerzas militares en Irak”, asegura. No es el único que pide cautela. “Las preocupaciones de Julie Bishop sobre el ISIS no están equivocadas, pero podrían ser algo exageradas. Es improbable que el ISIS vaya a ser capaz de obtener materiales en bruto o conocimientos para crear agentes químicos avanzados como el gas nervioso sarín. Podrían ser capaces de producir u obtener agentes menos letales, como el gas cloro que se asegura que ya ha utilizado el ISIS”, comentó hace dos semanas Rod Barton, exdirector de Tecnología Estratégica de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Australia, y antiguo inspector de armamento de la ONU, en un artículo en el que analizaba las declaraciones de la ministra.

Los ataques con gas de cloro

Las primeras alarmas surgieron el pasado junio, cuando el ISIS capturó el complejo de Al Muthanna, una instalación del antiguo programa de armamento químico de Sadam Husein. A pesar de que el ejército estadounidense buscó sin éxito las supuestas armas de destrucción masiva por todo Irak tras la invasión de 2003, no pudieron encontrar este arsenal hasta 2008, según reveló el pasado otoño el diario The New York Times.

A finales del pasado octubre, en el punto álgido del asedio de los yihadistas contra la ciudad kurda de Kobane, en Siria, médicos como el doctor Walat Omar aseguraron haber tratado a pacientes con “síntomas anormales”, como quemaduras, vómitos, problemas en los ojos y dificultades respiratorias. Un mes antes, once agentes de la policía iraquí fueron intoxicados durante un ataque con cloro lanzado por el Estado Islámico en la ciudad de Duluiya.

“Ninguno de estos informes ha sido confirmado de forma independiente, pero la descripción de lo sucedido por los testigos presenciales y las víctimas cuadran con el uso de gas de cloro. Parece probable que dichas armas fuesen artefactos improvisados utilizando un cilindro industrial de cloro tomado de una planta de purificación de agua y modificado con una pequeña carga explosiva para romper el cilindro y dispersar el gas”, afirma Barton. “Para poder provocar bajas significativas, los químicos tienen que ser dispersados en grandes cantidades utilizando bombas aéreas o misiles diseñados específicamente para este propósito. Dado que el ISIS no tiene una fuerza aérea, los bomardeos no son un problema, y los misiles químicos llevarían años de desarrollo, incluso si el ISIS tuviese los conocimientos”, señala.

Tener el deseo de usar materiales QB no es lo mismo que tener las capacidades operativas para desplegar efectivamente estas armas

“Los combatientes del Estado Islámico pueden haberse hecho temporalmente con el control del sitio de Al Muthanna, pero según varios expertos técnicos occidentales los materiales químicos y biológicos (QB) en aquel lugar ya no están probablemente en condiciones utilizables”, opina Jeffrey Bale, profesor del Programa de Estudios de Terrorismo y No Proliferación del Instituto de Estudios Internacionales Middlebury de Monterrey. “Elementos dentro del ISIS pueden de hecho querer obtener armas químicas y biológicas para usarlas contra sus enemigos principales, especialmente dado su pensamiento apocalíptico. Pero tener el deseo de usar materiales QB, si ese es realmente el caso, no es lo mismo que tener las capacidades técnicas, logísticas y operativas para desplegar efectivamente estas armas”, explica a El Confidencial.

“Es posible, sin embargo, que ciertos exbaazistas en Irak o Siria que se han unido al ISIS puedan haber adquirido previamente capacidades técnicas u operativas de este tipo, que pocos, o ninguno, de los grupos yihadistas han podido conseguir aún. Pero esto es mera especulación”, comenta Bale.

“No hay ningún químico que puedan incautar excepto tanques industriales de cloro, lo que al parecer ya han estado haciendo. La utilidad militar de éstos es muy limitada, necesitas enormes concentraciones al aire libre para matar incluso a una persona. Se disipa muy rápido”, asegura Leitenberg. “Tampoco hay nada biológico de lo que puedan apropiarse. Si encontrasen un patógeno claramente etiquetado en la colección de cultivos de un hospital, no sabrían qué hacer con ello. Y tendría que ser una cepa particular del patógeno. No puedes simplemente dispersar un tubo de prueba de un cultivo. Para hacer cualquier otra cosa necesitas conocimientos, entrenamiento, instalaciones, sistemas de difusión. Y las bombas son artefactos altamente ineficientes para dispersar armas biológicas”, indica.

¿Amenaza real o pura propaganda?

Ciertamente, el Estado Islámico anhela la posibilidad de lanzar un ataque apocalíptico contra objetivos occidentales. El propio nombre de su publicación oficial, Dabiq, hace referencia a la localidad de Siria en la que se producirá el Armageddon tras la batalla final en la que las fuerzas del bien (el Islam) vencerán al mal (la ‘yahiliya’ o Impiedad). Y, a diferencia de una Al Qaeda cuyos líderes históricos mostraron siempre cierta repulsión por las armas nucleares, el mesianismo del ISIS podría llevarle a lanzar un atentado de magnitud colosal, de tener la oportunidad.

En el número de mayo de Dabiq, el fotoperiodista secuestrado John Cantlie, devenido en columnista a la fuerza, fantasea con las intenciones del grupo de adquirir una bomba nuclear en Pakistán e introducirla en EEUU a través de México para detonarla en suelo americano. “El Estado Islámico tiene cientos de millones de dólares en el banco, así que pueden llamar a su provincia en Pakistán para que consiga un artefacto nuclear a través de unos traficantes de armas con vínculos con oficiales corruptos en la región”, escribe Cantlie. “Es la suma de todos los temores de las agencias de inteligencia occidentales, y es infinitamente más posible hoy de lo que lo era hace solo un año”, añade. “Y si no un arma nuclear, ¿qué tal unas pocas toneladas de explosivo de nitrato de amonio? Eso es bastante fácil de hacer”, se jacta.

Pero casi nadie cree que el escenario planteado por Cantlie sea una posibilidad real, al menos de momento. “Considero las declaraciones de que el ISIS ya ha adquirido un artefacto nuclear en Pakistán y lo ha introducido a través de la frontera mexicana en los EEUU altamente improbables, si no absurdas”, afirma Jeffrey Bale. “Estas declaraciones son probablemente pura propaganda diseñada para aterrorizar al público americano o provocar una reacción exagerada y contraproducente del Gobierno estadounidense”, dice. Al fin y al cabo, eso es a lo que se dedican los terroristas.

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