Por Santiago Galíndez.-

Un año en Venezuela me alcanzó para verificar el drama del país hermano y verlo en vivo y en directo sin filtro chavista. Lo viví, lo padecí, y lo analicé. Venezuela es hoy una tragedia de grandes dimensiones muy difícil de describir por la cantidad de emergencias a las que el populismo socialista la ha sometido. Algunas emergencias eran viejos problemas, pero el socialismo se encargó de transformarlos en emergencias y ayudó a generar otras tantas antes inexistentes. Hay emergencia alimentaria, sanitaria, productiva en todas las áreas (incluso la petrolera), de infraestructura, energética, de seguridad, habitacional, educativa, pero sobre todo y básicamente institucional a todo nivel dentro del ámbito de la público.

Venezuela nunca fue rica, sólo tuvo petróleo en cantidad suficiente para tapar sus falencias que, no resueltas a tiempo por la histórica corrupción que generó el «oro negro», lograron transformarse en su peor condena. Ejemplo para entenderlo cabalmente: dele Ud. 5 millones de dólares a un niño de 6 años y la libertad para decidir sobre su vida… y podrá imaginarse en lo que se ha transformado este hermoso país. Porque Venezuela es hermosa y llena de potencial, como lo es un niño de 6 años, hermoso y lleno de potencial. Pero sin capacidades ni conciencia colectivas para decidir mejor su destino. ¿Hay buena gente? Obvio, siempre y en todos lados la hay, pero allá hacen muy poco. La conciencia ciudadana es tan escasa como el papel higiénico.

¿Datos de color (negro)? Un salario promedio son U$S 12 (sí, doce) que equivalen a 3 pollos, o a 8 kilos de carne de res, o un par de zapatillas o un pantalón (no de marca), o 2 consultas médicas, ó un día de un hotel de 3 estrellas, ó 7 paquetes de fideos. El mercado negro domina el comercio. Hoy un jabón en Venezuela, cotiza en bolsa, y para comprar una cubierta de un auto, un asalariado tiene que dedicarle el sueldo de 10 meses enteros. Dato curioso (entre casi infinitos): no hay toallitas femeninas de ninguna clase, ni pastillas anticonceptivas, ni profilácticos (además 4 cajitas, si se consiguen, equivalen al salario completo), pero la «pastillita del amor» es de venta libre y a precio regulado. Comprar un auto para un trabajador son 60 años de sueldos… pero tampoco hay autos en las concesionarias (ni UNO). Pero con U$S 1 (UN DÓLAR) Ud. puede dar la vuelta al mundo (40.000 km) comprando la gasolina venezolana. ¿Contradictorio? no, perversamente suicida (o populista, en éste y varios casos más, son sinónimos). Y para colmo de males, sus principales socios y acreedores son los chinos… decí alpiste.

Por eso es difícil resumir el caos de Venezuela y la tremenda dimensión del desastre que padecen. Porque el socialismo chavista ha terminado de destruir una de las pocas oportunidades que ha tenido este país (hasta ahora) de mejorar. Porque no sólo falta todo lo material sino que falta lo intangible que es esencial a la vida de una nación republicana: compromiso y conciencia ciudadana (resumamos: educación… para arrancar). Dejé amigos allá y me duele como hermano latinoamericano lo que están padeciendo. Pero tal vez sea necesario para que reaccionen y se ocupen de cambiar el rumbo. La Argentina ya lo cambió y mucho tuvo que ver ese esfuerzo de participación que antes no se hacía. Miremos a Venezuela y sepamos valorar el esfuerzo ciudadano que hicimos acá para sostenerlo y repetirlo si es necesario. Y si nos flaquean las fuerzas… miremos hacia el Norte.

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