Por Jorge D. Boimvaser.-

Dijimos desde este espacio hace unos días que, si la causa de la muerte de Alberto Nisman pasaba al fuero federal, podía significar el encarcelamiento de Diego Lagomarsino por vincularlo al crimen del fiscal.

Así fue: ¿Los últimos días de Diego Lagomarsino en libertad?

Era lógico que el técnico informático hiciera alguna movida para embarrar la cancha, recostado en la benevolencia de la justicia de Instrucción que le viene perdonando la vida desde el comienzo de la causa.

La fiscal Viviana Fein vive haciéndole precio a su situación procesal aun cuando a nadie le cierra su presunta desvinculación absoluta de la muerte de Nisman,

Tampoco la querella entiende si la jueza Fabiana Palmaghini se considera incompetente por creer efectivamente que el fiscal fue asesinado; por eso Sandra Arroyo Salgado presentó un recurso de aclaratoria, porque no queda en claro si la jueza se saca la causa de encima por suponer que fue un crimen y no suicidio lo que aconteció el 18 de enero pasado.

Pero el pedido de la querella se resuelve en apenas unos días. En cambio, la presentación de Lagomarsino es una forma de estirar los plazos, como mínimo seis meses.

¿Qué puede pasar en ese período? Mucho, o nada; sólo se gana tiempo.

La aparición sorpresiva de Stiuso parece darle nuevos aires a la hipótesis de la conspiración, y su dedo apuntando al kirchnerismo como responsable de la muerte al menos parece haber sido tomado como creíble por la jueza.

Oscar Parrilli saltó como leche hervida con una ironía no exenta de miedo. Eso de pedir custodia especial para el ex jefe operativo de la SIDE-AFI fue un gesto que invoca el terror que siente el ex “Señor 5” ante la posibilidad de que una causa que parecía estancada se abra hacia un atentado donde ya hay nombres y apellidos en danza, civiles y militares.

La interna de los servicios de inteligencia está al rojo vivo como hace tiempo que no sucedía; por eso en las últimas horas sonó hasta el hartazgo la versión de que Diego Lagomarsino fue amenazado para que embarrara la cancha con esa apelación para que la causa no pase a la justicia federal.

Hasta la misma presentación suena a un manotazo desesperado para posponer o evitar su indagatoria y posible encarcelamiento.

Si le toca un hábil interrogador en el fuero federal, Lagomarsino puede caer en contradicciones y contar lo que hasta ahora silencia.

El consejo de Parrilli de que custodien a Stiuso sirve más para Lagomarsino que para el ex service.

Parrilli tiene miedo, pero la vida que está en riesgo es la del técnico informático dueño del arma fatal.

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