Por Carlos Tórtora.-

En las últimas semanas, los reclamos por la liberación de Amado Boudou, Milagro Sala y otros ex funcionarios kirchneristas presos, pasó de ser patrimonio de algunas organizaciones a convertirse en bandera de todo el kirchnerismo. Esto lo demuestra la imagen de Andrés Cuervo Larroque, ministro de desarrollo social de Buenos Aires y miembro de la conducción nacional de La Cámpora, poniéndose al frente la última movilización a tribunales por Milagro Sala. No sería casual que el kirchnerismo haya decidido este giro político. Como es sabido, la principal crítica de Cristina Kirchner a la gestión de Alberto Fernández es hacia lo actuado en el campo de la justicia por la actual ministra del ramo Marcela Losardo. Con voceros disímiles como Eugenio Zaffaroni y Hebe de Bonafini, el kirchnerismo trata de empujarlo al presidente hacia decisiones de máxima, como la ampliación a 9 miembros de la Corte Suprema de Justicia, mediante algún acuerdo sobre los nombres con Juntos por el Cambio. En el horizonte de una nueva Corte más política está el sueño K de que ésta se avoque a las causas de corrupción contra la ex presidenta. Como variante, está la creación de un tribunal constitucional al estilo español que le arrebate a la Corte las causas por corrupción. Pero claro, esto sólo valdría para causas futuras. El Presidente se resistiría a conflictuar aún más la situación, temeroso tal vez de que se desate una reacción social contra la intervención directa del gobierno en el tema judicial. AF se defiende como puede. Sobre Boudou, Sala y demás presos, argumenta que no aplicará un indulto, porque éste es una rémora de la monarquía. Algo que es cierto, como no lo es menos que los DNU que utiliza el presidente en forma copiosa son otros tantos resabios de la monarquía.

Con los tiempos en contra

Detrás de esta madeja de temas está el verdadero problema. A un año de haber asumido el gobierno, las causas judiciales contra CFK están lejos de extinguirse. Los jueces federales actúan con prudencia. Temen que, si se inclinan a favor de los planteos de las defensas y la situación política cambia, podrían ser culpables de parcialidad. La paciencia de la vicepresidenta se va agotando. En un año electoral en el que ella no será candidata, el tema de sus causas penales sería más bien una carga difícil de sobrellevar para el oficialismo. Cristina lo sabe y por eso tratará de acelerar las presiones antes de que empiece la campaña electoral. Boudou y Sala son la punta de lanza de la ofensiva, lo que incomoda cada vez más al presidente, porque muchos de sus funcionarios, sin disciplina alguna, están ya firmando los petitorios para un indulto.

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