Por Carlos Tórtora.-

Si bien Ricardo Lorenzetti tiene mandato como presidente de la Corte Suprema de Justicia para el 2017, en la misma se está librando una silenciosa batalla por el poder a partir de la consolidación del enfrentamiento entre él y Horacio Rosatti, que juró en su cargo a fines del año pasado.

El cordobés Juan Carlos Maqueda sigue respaldando a Lorenzetti, que no goza de la confianza de ninguno de los operadores judiciales de Mauricio Macri, empezando por Daniel Angelici, que no consiguió que el ambicioso presidente de la Corte le dé espacio para el diálogo.

Hoy, la tensión pasa por la figura de Elena Highton de Nolasco, que viene teniendo cortocircuitos continuos con Lorenzetti, además de algunos salpicones, como la designación de su hija en un alto cargo de la misma Corte. Aprovechando además los problemas de salud de la veterana magistrada, habría conversaciones para un acuerdo entre Lorenzetti y el macrismo: el objetivo sería precipitar la renuncia de Nolasco.

Aparece el tercero

Este pacto, de cumplirse, le abriría a Macri la posibilidad de colocar un ministro de la Corte de su confianza, algo que no le sobra. Rosatti, que llegó a la cumbre con escasos pergaminos jurídicos pero con bastante estaño político, no ha conseguido todavía hacerse fuerte en un terreno donde Lorenzetti tiene mucho andado.

Es que la pieza clave es el otro nuevo ministro de la Corte, Carlos Rosenkrantz, de mayor solvencia técnica que sus colegas y que se muestra astutamente apolítico. Esta estrategia le ha valido colocarse como el verdadero beneficiario de la pulseada entre Rosatti y Lorenzetti y el candidato a presidente del tribunal más considerado en la Casa Rosada, el Congreso y el establishment.

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