Por Hernán Andrés Kruse.-

El intento de la DAIA por reabrir la causa Nisman chocó contra la decisión de la Sala I de la Cámara Federal de desecharla al no encontrar ningún dato ni ninguna prueba nueva que justifique la reapertura del expediente. La dirigencia judía había presentado días pasados la grabación de un diálogo mantenido entre Guillermo Borger, ex titular de la AMIA, y Héctor Timerman para comprometer al ex canciller de Cristina de haber favorecido a Irán. Según los camaristas Jorge Ballestero y Eduardo Freiler no hubo “siquiera viso de ilegalidad en sus expresiones (las del ex canciller)” e incluso, sostienen los camaristas, fueron sacadas de contexto cuando procuraba explicar que había un único modo de lograr citar a indagatoria a los iraníes que era por intermedio de un convenio con Irán. Sostuvieron, además, que no cambia nada el hecho de que haya quedado firme la declaración de inconstitucionalidad del Memorándum de Entendimiento ya que jamás entró en vigencia ni implicó “la canalización de un acto criminal”. Con este fallo el juez Rafecas acaba de recibir un formidable espaldarazo, duramente cuestionado por el establishment judicial. Los doctores Ballestero y Freiler concluyeron que los argumentos de la DAIA no son para nada novedosos, como pretendió hacer creer la entidad judía. Como no hay caso que deba ser reabierto, carece de sentido la pretensión de la DAIA de presentarse como querellante. El doctor Ballestero pide que no se empleen “contiendas marginales” para entorpecer la búsqueda de la verdad y de justicia para los familiares de los muertos en la AMIA, búsqueda que lleva más de dos décadas. “Veo que se asiste a un panorama de disputas satelitales, donde se cuestionan los motivos de tal o cual decisión política o judicial”, enfatiza el magistrado. Tanto Ballestero como Freiler cuestionaron la intención de duplicar la causa llevándola a un juzgado (el del juez Bonadío) más permeable a los intereses del establishment judicial.

Siempre es bueno recordar lo que pasó con esta complicada y polémica causa desde un principio. Hace un año y medio el juez Rafecas desestimó la denuncia de Nisman contra la ex presidente, su canciller y otras personas supuestamente involucradas en el affaire. El parlamento iraní jamás convalidó el Memorándum, con lo cual nunca existió la comisión de la Verdad que intervendría en caso de que efectivizaran las indagatorias de los iraníes acusados. Según el fiscal Nisman, el Memorándum tuvo un único objetivo: beneficiar a los iraníes, es decir garantizar su impunidad. También aseguró que se harían caer las circulares rojas de Interpol que mantienen vigente la orden de captura de los iraníes, pero ello jamás sucedió, remarcó Rafecas. Tampoco encontró prueba alguna en las escuchas telefónicas entregadas por Nisman como una supuesta prueba de la negociación del acuerdo con la teocracia iraní. La desestimación de Rafecas fue confirmada tanto por la Cámara Federal como la de Casación, lo que no fue tolerado por la DAIA que decidió redoblar la apuesta aportando supuestos nuevos elementos. Al rechazar nuevamente el intento de reabrir la causa, Rafecas se granjeó el odio eterno del establishment judicial. Hace unos días Clarín y La Nación publicaron una feroz solicitada en su contra impulsada por la comunidad judía, empresarios, periodistas y directivos del mitrismo. Fue también un intento de presionar a Ballestero y Freiler que finalmente fracasó. El diálogo telefónico privado entre Timerman y Borger, presentado como nueva prueba por la DAIA, fue desechado por los camaristas quienes recordaron que la postura del país siempre fue la de acusar a Teherán a partir del momento en que el juez Canicoba Corral solicitó las capturas internacionales de los iraníes sospechados de haber volado la AMIA. Para la Cámara la DAIA yerra en su diagnóstico y remarca que las afirmaciones de Timerman fueron sacadas de contexto. Borger y Timerman estaban de acuerdo en señalar a Irán como el culpable del atentado pero el dirigente judío se negaba a que el canciller negociara con los iraníes. Para el ex canciller la negociación era la única vía para lograr que los iraníes sospechosos declararan en la Argentina. Lamentablemente, se estrelló contra la intransigencia de Borger. En su sentencia Ballestero señala que eso que para la DAIA “teñiría todas las negociaciones emprendidas, no fue más que un recurso argumentativo frente a la polémica entablada”. Borger, quien reconoció que en esa charla privada ambos “contertulios” sinceraron sus puntos de vista sobre el asunto, fue incapaz de proponerle al ex canciller una solución alternativa que traer a los sospechosos a la Argentina y lograr hacer avanzar la causa AMIA. El fiscal Pollicita se valió de la frase del ex canciller “una manga de mentirosos (por los iraníes)” para acusar a Timerman de haber mantenido una negociación que sabía que no era legítima. Al respecto, señala el juez Ballestero: “Cuando las palabras del ex funcionario son colocadas en contexto y reconocidas como lo que son, esto es, un giro dialéctico en pos de demostrar el acierto de la postura que se defiende, no es posible encontrar seriamente ni un indicio de un obrar delictivo”. Por su parte, el doctor Freiler considera que la grabación “carece de todo valor probatorio pues no aporta ningún dato relevante para la pesquisa, ni siquiera para un indicio”. El otro argumento esgrimido por la DAIA, la declaración de inconstitucionalidad del Memorándum, fue también refutada por la Sala I. Ballestero sostiene que ese argumento no cambia en nada el escenario porque al momento de analizar la denuncia de Nisman ya consideraba inconstitucional el acuerdo. Considera que el hecho de que haya sido inconstitucional no significa que haya sido “la canalización de un acto criminal”. Incluso el propio Nisman, rememoró, jamás planteó que el acuerdo constituyera un delito. Por último, transcribe un párrafo de su fallo por cuyo intermedio rechazó investigar la denuncia de Nisman: “El Memorándum de entendimiento pudo ser un fracaso para la diplomacia argentina, un error para los anales legislativos, una desilusión para quienes creyeron ver en su texto el avance de la investigación por el atentado, pero de allí a ver forjado en él un maquiavélico plan por encubrir a los responsables de las víctimas de la voladura a la Amia hay un abismo”. Luego de la apelación de la DAIA la causa recaerá en la Sala I de la Cámara de Casación Penal compuesta por los magistrados Ana María Figueroa, Mariano Borinsky y Gustavo Hornos (fuente: Irina Hauser, “No hay siquiera visos de ilegalidad”, Página 12, 28/9/016).

¿Quién tiene razón: la DAIA y el establishment judicial o quienes desde un principio sostuvieron la hipótesis del suicidio? Lamentablemente, esta tragedia se ha convertido en un duelo entre Boca y River, entre los enemigos de Cristina y sus más fervientes defensores. De todos los argumentos que he leído sobre esta cuestión el que me parece más racional y ponderado es el de Raúl Kollmann. En su edición del miércoles 28, el periodista publicó en Página 12 un artículo titulado “Romper la horna”, en el que sostiene que lo que pretende el antikirchnerismo es hacer tronar el escarmiento sobre la ex presidente y su canciller por haber tenido el tupé de intentar encontrar a los culpables del atentado a la AMIA por un camino diferente al trazado por Washington y Jerusalén. Dice Kollmann: “El fallo de la Sala I de la Cámara Federal sale al cruce de lo que verdaderamente está detrás de los acusadores: imputar a Cristina Fernández de Kirchner y al ex canciller Héctor Timerman por supuestamente pactar con el terrorismo. Eso es lo que quieren ver en la tapa de los diarios nacionales e internacionales. Se trata de sumar una acusación más contra lo que el establishment internacional llama “los gobiernos populistas” (…) “El propio juez Daniel Rafecas y los camaristas que fallaron ayer parecen asombrarse con la tormenta desatada por un Memorándum que nunca entró en vigencia y que fue votado en las dos Cámaras del Congreso Nacional. No se produjo ninguna transacción de petróleo iraní por granos argentinos, no se le pidió al juez a cargo de la causa del atentado que cambie ninguna acusación, ni se levantaron las órdenes de captura contra los sospechosos buscados por la Justicia” (…) “el insólito vendaval-con el protagonismo más o menos escondido de la administración Macri-tiene un trasfondo nítido: darle un escarmiento a cualquier gobierno que se salga de la horma marcada por la derecha de Estados Unidos y la derecha de Israel. Con Irán no se puede negociar, ni siquiera hablar. CFK-Timerman pretendieron romper la parálisis del caso Amia yendo al frente, intentando que los sospechosos declaren ante el juez Rodolfo Canicoba Corral y confrontando a los funcionarios iraníes con las pruebas acumuladas por Nisman. Era romper el corset, impedir que la causa del atentado quedara atrapada en la interminable madeja de la geopolítica de una parte de los poderosos del mundo” (…) “Grandes empresarios, grupos mediáticos, la dirigencia de la comunidad judía y los servicios de inteligencia-que juegan su propio juego bélico-operaron allá y con los Stiuso de acá, para poner a caminar el aparato judicial. Se buscó sancionar al gobierno que, acertando o equivocándose, intentó un camino distinto en AMIA” (…) “Se trató, y se trata, de una especie de guerra siniestra en la cual no se busca esclarecer el atentado, algo que también señalaron Ballestero y Freiler con todas las letras. Los camaristas mencionan que se repiten los mismos argumentos un año después, “se pone el acento en las fronteras del caso, en lugar de concentrarse en la búsqueda del castigo de los responsables del máximo atentado terrorista del que nuestro país tenga memoria”.

El 14 de enero de 2015 Alberto Nisman utilizó las cámaras de “A dos voces” para denunciar penalmente a la por entonces presidente Cristina Kirchner, al canciller Timerman y a otras personas por el supuesto delito de encubrimiento de los iraníes acusados de haber participado en la voladura de la Amia. Nunca en la historia argentina hubo una denuncia penal tan grave como ésa. A Nisman se lo vio convencido, seguro de sí mismo, con el ánimo bien predispuesto para pelear hasta el final. Luego se supo que el lunes 19 asistiría al Congreso para ampliar la denuncia. Desde el kirchnerismo le salieron con los tapones de punta. Diana Conti aseguró que ese lunes los diputados del FPV irían con los tapones de punta o, parafraseando al cholo Simeone, con el cuchillo entre los dientes. Los legisladores K empezaron a contar los minutos para que pasara el tiempo lo más rápido posible, tal era su interés en escuchar y replicar a Nisman. Ello significa que lo querían con vida para pulverizarlo dialécticamente en el Congreso. El lunes 19 por la mañana todos nos anoticiamos de la trágica noticia: el fiscal Nisman había sido encontrado muerto, con un balazo en la cabeza, en su domicilio en Puerto Madero. Desde el punto de vista político fue la peor noticia que podría haber recibido Cristina, Timerman y los legisladores K. Porque inmediatamente millones de argentinos deben haber imaginado que se trataba de un crimen ordenado por Cristina para silenciar definitivamente a Nisman. ¿Alguien puede creer, en su sano juicio, que la ex presidente de la nación hubiera sido capaz de ordenar un hecho semejante sabiendo de antemano que si Nisman moría trágicamente ella sería la principal sospechosa? Lo que quería el kirchnerismo era pulverizar los argumentos de Nisman, dejarlo en ridículo ante la opinión pública, tanto nacional como extranjera, y para ello lo necesitaba en perfecto estado de salud. La muerte política de Nisman privó al FPV de poner en evidencia la falacia de su denuncia. A partir de entonces la investigación entró en un cono de sombras. La fiscal Viviana Fein y la jueza Arroyo Salgado pasaron a ser las protagonistas fundamentales de la investigación ya que ambas enarbolaron dos hipótesis opuestas: mientras la fiscal partía del supuesto del suicido la jueza federal enarbolaba la hipótesis del homicidio. Luego se supo de todas las irregularidades que se cometieron en el departamento de Nisman el mismo domingo 18 de enero y que jamás fueron esclarecidas. Apareció un tal Lagomarsino que habría sido el último en haber visto con vida a Nisman y para enturbiar aún más el panorama hubo disparidad de criterios entre los cuerpos forenses a propósito de la autopsia hecha a Nisman. Lo cierto es que este trágico hecho se politizó rápidamente. Nadie demostró ser inocente en este asunto, salvo las hijas del malogrado fiscal.

¿Qué fue lo que realmente pasó en el departamento de Nisman el 18 de enero de 2015? Hay quienes saben perfectamente lo que sucedió pero seguramente la población jamás sabrá la verdad y nada más que la verdad. El asunto es demasiado complejo en el que están implicados servicios de inteligencia de varios países y donde están en juego intereses políticos muy densos. Una cuestión inquietante de todo este drama alude a lo que pasó con Nisman inmediatamente después de su muerte y el momento en que lo encontraron. Median muchas horas entre ambos eventos y cabe preguntarse ¿qué pasó en ese tiempo? Se dice que hubo demasiada gente en el departamento que seguramente alteró el escenario. ¿Cómo se explica lo de los custodios? ¿Y el cadáver carbonizado encontrado a pocos metros del departamento de Nisman? Demasiados interrogantes y muy pocas respuestas. Este caso me hace acordar al “accidente” de Menem Junior en marzo de 1995. Su madre, Zulema Yoma, siempre habló de un crimen político, de un atentado. Hubo quienes intentaron hacerla pasar por loca mientras el presidente de la nación callaba. Hubo testigos que murieron en “accidentes” y años después Menem reconoció que se había tratado de un atentado. Este hecho quedó impune como tantos otros en la Argentina. Es probable que la muerte política de Nisman tenga el mismo destino que la de Menem Junior. Porque cuando en la Argentina se produce un hecho de estas características la red de complicidades es de tal magnitud que resulta imposible cualquier intento de esclarecimiento.

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