Por Nicolás Márquez.-

Tal como trascendió la semana pasada, la Cámara Nacional de Casación Penal confirmó el sobreseimiento del ex jefe de la banda homicida Montoneros Mario Firmenich y otros ex jerarcas de la misma (entre ellos Horacio Verbitksy) por el atentado terrorista con bomba que dicha organización cometió en 1976 en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, el cual asesinó a 23 policías, a una empleada de YPF e hirió a casi un centenar de civiles. En efecto, los camaristas de la Sala I (Raúl Madueño, Juan Fégoli, y Mariano González Palazzo) consideraron que dicha masacre no constituyó un “crimen de lesa humanidad” y por consiguiente ratificaron que el crimen masivo está prescripto.

Difícilmente se encontrará una pluma que manifieste explícitamente mayor desprecio por los malvivientes sobreseídos como la del que suscribe, y en el caso puntual de Verbitsky, no sólo repudiamos su accionar delictivo durante los años 70´ (haya sido este al servicio de los Montoneros o de la Fuerza Aérea) sino su actuar posterior, puesto que desde que este se convirtió a las reglas de la legalidad y la democracia, no dejó infamia por cometer, mentira por anotar ni canallada por ejecutar, sea que sus consabidas inmoralidades hayan sido consumadas desde su rentable empresa CELS (sello que se dedica a comercializar con los derechos humanos) como desde su conocida función de propagandista orgánico en el folletín paraestatal Página 12.

Aclarado esto, consideramos que tanto a Firmenich, Verbitsky y a los otros beneficiados en el fallo de marras les asiste la razón, puesto que los muchos homicidios que los Montoneros cometieron en los años ‘70 fueron perpetrados en un contexto legal en el cual no existía el concepto del “delito de lesa humanidad” (este recién se incorpora al derecho argentino en 1994), siendo que además estos delincuentes fueron amnistiados por el Presidente Reynaldo Bignone en 1983 y posteriormente favorecidos por los indultos menemistas, todo esto sin mencionar que a los terroristas también los amparan los principios constitucionales de la irretroactividad de la ley penal, el principio de ley penal más benigna, el principio de cosa juzgada, el principio de prescripción y varios otros conceptos legales más que, gusten o no, confirman que los involucrados merecen hoy estar en plena libertad.

Por los principios expuestos, consideramos entonces que lo injusto no es que estos facinerosos sean ahora sobreseídos judicialmente, sino que lo injusto es que hoy más de 1800 militares (mayormente octogenarios) estén siendo sometidos a encarcelamientos ilegales, cuya ilegalidad precisamente reside en violentar exactamente los mismos principios jurídicos expuestos que con buen criterio avalan a los ex Montoneros, manifiesta arbitrariedad aplicada por jueces y fiscales prevaricadores que operan no conforme los dictados de los principios generales del derecho sino de los dictados de los detentadores del poder político de turno.

Finalmente, vale subrayar que la mencionada injusticia para con los militares presos se tornaría mucho más grave todavía, si tenemos en cuenta que estos últimos reprimieron en los años 70´ no motivados por una perversión intrínseca sino como consecuencia de una agresión terrorista previa de la cual la Patria fue objeto, y que además los procedimientos antisubversivos que hoy se les reprochan a los uniformados fueron ordenados y avalados en 1975, es decir bajo un gobierno del mismo signo político y partidario que el actual.

No nos quejamos de la justicia que se acaba de hacer para con los terroristas beneficiados: nos quejamos de la falta de justicia que padecen los que oportunamente los combatieron evitando que aquellos se salgan con la suya.

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