Por Guillermo Cherashny.-

La aparición de una nota en el diario Clarín demuestra que las actividades del fiscal Nisman tuvieron que ver con su muerte violenta. En la nota se detalla el peritaje informático de la policía metropolitana, que establece que en la notebook y el celular del fiscal instalaron un troyano, o sea un virus, para detectar todos los movimientos de quien había denunciado a la presidente. La denuncia consistía en sustituir a la justicia argentina por una supuesta comisión de la verdad para favorecer a los acusados iraníes.

En efecto, esta detallada pericia demuestra que se seguían los movimientos de Alberto Nisman con el fin de asesinarlo. Además, que el suicidio un fue invento de Sergio Berni que compró la presidente, quien días después dijo que fue un crimen para perjudicarla a ella. Este peritaje informático de la Metropolitana, que aclara tanto los hechos anteriores a su asesinato, motivó un singular enojo de Fein. La fiscal exigió saber cómo se enteró Clarín de ese informe, lo que demuestra que Fein se enoja por la difusión que tira abajo su teoría del suicidio y pone en tela de juicio todo su trabajo en esta muerte violenta. Lo que es más grave aún es que podría ser partícipe necesaria y encubridora del magnicidio que ocurrió el 17 ó 18 de enero de este año.

Está claro que Fein, en realidad, le teme a la verdad. Viene encubriendo sistemáticamente, caracterizando como susidio un asesinato que conmovió a la sociedad argentina y que motivó la gigantesca movilización bajo la lluvia el 18 de febrero.

Las conversaciones telefónicas entre Milani, Berni y el jefe de la bonaerense, Hugo Matzkin, no son una prueba contundente de que estos personajes planificaran el atentado, pero demuestran contradicciones en Berni y la Presidente de la Nación. Además, pone en primer plano a Milani y Matzkin, de quienes se sospecha que tenían los medios para instalar el virus y convertir un asesinato en un supuesto suicidio.

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