Por Guillermo Cherashny.-

La nueva pericia de la Gendarmería Nacional puso las cosas en su lugar y hace olvidar más de dos años y medio de ficción instalada por el cristinismo, que intentó hacernos creer que un fiscal que denunció a la presidente por encubrimiento de los autores intelectuales del atentado contra la AMIA podría haberse suicidado un día antes de exponer ante el congreso. Esta ficción era todo lo contrario al sentido común y para eso se ensució la escena del crimen con 50 personas pisándola encabezadas por la fiscal Fein y por una pericia trucha del cuerpo médico forense que no tenía ni pies ni cabeza. Además de una declaración de Lagomarsino -el perito informático que afirmó que la pistola de donde salió el disparo le fue pedida por el propio fiscal, versión que corroboró un custodio también y que el asesinado no podía discutir.

Ahora da la impresión, por la pericia, de que cuando Nisman le dijo a Lagomarsino tomate un cafecito y acercate a la notebook, en realidad le agregó ketamina al café del fiscal, lo durmió y dejó la puerta abierta para que entraran los dos asesinos -posiblemente extranjeros- con una zona totalmente liberada.

Ahora queda una sola duda: si Cristina ordenó ese crimen o colaboradores muy cercanos fueron más papistas que el papa y lo hicieron por su cuenta. Pero en este caso serían altos funcionarios con poder de decisión.

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