Por Jorge D. Boimvaser.-

Para que una muerte parezca un suicidio, tiene que estar en la escena del crimen el arma homicida.

Junto al cadáver de Nisman estaba esa pistola maldita y el kirchnerismo se bandeó con el argumento de que el fiscal se quitó la vida.

Nadie podía contradecir la versión de Lagomarsino porque la única persona que estaba en el lugar de los hechos, ya estaba muerta.

La declaración de Stiuso, al final recayó en la Justicia Federal, porque la doctora Palmaghini trató de contradecir o hacerle entrar en duda al ex jefe operativo de la SIDE y no encontró la forma de tenderle una zancadilla.

De ahí que cuando el expediente cambie de fuero -según nos dijeron horas atrás varios conocedores del derecho penal-, el nuevo magistrado que analice la causa deberá llamar a indagatoria a Diego Lagomarsino y todos apuestan a que debe quedar detenido por complicidad con el crimen de Nisman.

¿Cuándo ocurrirá? Depende de la justicia, pero todos apuestan a que en días de Pascua, antes o después, habrá indagatoria y detención de ese oscuro personaje.

Su relato ya no resiste el menos análisis; hace agua por los cuatro costados. La fiscal Viviana Fein le dejó pasar todos sus dichos, pero pronto no sucederá lo mismo.

Ya no está el kirchnerismo en el poder como para darle la protección que tuvo hasta ahora.

Pronto, muy pronto, Lagomarsino entre rejas y, si se anima a contar la verdad y no esa truchada que viene diciendo desde hace trece meses, por fin el caso Nisman habrá dado un paso más en pos de su esclarecimiento.

El tonto y retonto del ex jefe de la AFI-SIDE tendría que pedir custodia para Lagomarsino, no para Stiuso.

Y además, Parrilli deberá rezar para que Stiuso no le revele a la prensa alguna grabación explosiva que guarda sobre actitudes profanas del mismo Parrilli.

Así que, para evitar nuevos suicidios, se precisan dos custodias. Una para Lagomarsino, otra para Parrilli.

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