Por Carlos Tórtora.-

La renuncia de Ricardo Lorenzetti a la presidencia de la Corte Suprema -para nada inesperada- se complementa con la sucesión que Mauricio Macri quería, la presidencia para el más técnico de los ministros del tribunal, Carlos Rosenkrantz.

Aparte de que Elisa Carrió festeja como un éxito propio el cambio, atrás queda una interna que tuvo lo suyo en los últimos meses. Se trata del proyecto para que Horacio Rosatti fuese el sucesor de Lorenzetti. Llegado a la Corte por decreto igual que Rosenkrantz, Rosatti contaba con fuertes simpatías en el peronismo -Sergio Massa entre ellas- y también es interlocutor de Ernesto Sanz en la UCR. De algún modo el ascenso de Rosatti hubiera significado un crecimiento de la influencia del Congreso en el esquema institucional. Pero Macri, que viene de varios traspiés importantes en el campo político, consiguió finalmente que el ministro de la Corte más apoyado por el gobierno dejara de eludir el tema de la sucesión y diera el sí.

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