Por Guillermo Cherashny.-

Hace una semana trascendió que Alejandro Vandenbroele, el testaferro de Boudou y Núñez Carmona, estaba por convertirse en un arrepentido como Leonardo Fariña y, para obtener beneficios penales, debía hacerlo antes que comience el juicio oral, donde seguramente será condenado Amado Boudou por la fallida compra de Ciccone.

La colaboración como arrepentido de Vandenbroele hubiera sido muy útil para el esclarecimiento del juicio, aunque la sentencia ya fue elaborada por la opinión pública.

La noticia de su arrepentimiento fue citada por los colegas Nicolás Wiñazki y Hugo Alconada Mon, que siempre están muy bien informados. Pero parece que la fuente fue la propia Patricia Bullrich, la ministra de seguridad, que se caracteriza por su indiscreción y por una patética propensión a los micrófonos y a la celebridad en los medios. Pero parece que esta vez su indiscreción le costó cara a la justicia, porque Vandenbroele se arrepintió de haberse arrepentido, aunque la ministra dijo que fue así por dos motivos: en primer lugar, porque pidió un millón de dólares, y en segundo lugar, porque sufrió amenazas de muerte.

Esta versión de Patricia Bullrich parece poco creíble, ya que Vandenbroele trabajó como abogado en in afamado estudio de la city y tiene que saber que a lo sumo podría obtener con su testimonio una importante rebaja de condena, pero nunca estaba en condiciones de exigir semejante suma de dinero; y en cuanto a las supuestas amenazas, podría ser que amigos de Boudou y Núñez Carmona puedan ser los culpables, pero de ahí a que las cumplan sin tener la impunidad del poder no las hace creíbles, así que al igual que Lázaro Báez, tendremos que esperar un tiempo más hasta que otro funcionario K se arrepienta realmente.

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