La mejor disculpa es renunciar
Por Luis Américo Illuminati.-
Gabriela Cerruti no sólo es una deslenguada, una catalizadora de la discordia, la intolerancia y la grieta y más que portavoz es una yarará, no dialoga ni explica, sino que subestima, bardea, descalifica y llama golpista a cualquiera que se atreva a formular una pregunta incómoda sobre los desaguisados y ditirambos del descalabrado gobierno de Alberto cascoteado todo el tiempo por Cristina vice con poderes extraordinarios, cercanos a la suma del poder público.
Que una mera portavoz suba al facistol para poner cara de bulldog y retar a sus colegas como si fueran unos niños, revela la degradación de un gobierno totalmente errático. No se sabe si los papeles que Cerruti apoya en el atril son garabatos o anotaciones mal copiadas del libro de Arthur Schopenhauer: «El arte de tener razón».
El filósofo alemán reúne en este texto 38 «estratagemas de mala fe» para salir airoso de un debate, con independencia de si lo que decimos es cierto o no. Y es que, según el alemán, «quien discute no combate en pro de la verdad, sino de su tesis». La dialéctica es comparable a la esgrima y da igual quién tuviera «razón en la discusión que originó el duelo: tocar y parar, de eso se trata». En el caso de Cerruti se trata de atacar con una respuesta tajante y dar ahí mismo por terminada la lid o la discusión.
Haber dicho que todas las personas que pusieron piedras para recordar a sus familiares fallecidos a causa del coronavirus son la «derecha» es un agravio propio de una persona más que autoritaria, perversa, como hoy lo expresó Jonathan Viale al recordar a su padre, motivo por el cual no le admitió las falsas disculpas.
“Cometí un error al querer señalar el uso político del dolor y la muerte que hicieron y siguen haciendo algunos sectores», fueron sus palabras que apuntan a descalificar a quien sin ser familiares de los fallecidos son argentinos -opositores, periodistas o quien sea- que con indignación han criticado la actitud antihumana del pésimo gobierno de que forma parte y que ella despectivamente los llama «sectores», como si fueran gentes del otro lado, de otro país, extraños, «golpistas», calificativo preferido que usa como caballito de batalla o ariete.
Viale comparó la furia de Cerruti con la de Cristina, furibundas y belicosas amazonas listas para lanzar sus dardos venenosos contra cualquiera que les salga al cruce. Y al que se atreva a discutirles o cuestionarlas, con la rapidez fulminante de la yarará lo descalifican y lo acusan de promover discursos del odio y dan por despachado el asunto con la altivez y la seguridad de un diplomado de Harvard u Oxford. Cerruti contesta y no gasta más de cinco palabras, lo cual disgustaría tanto a Wittgenstein como a Noam Chomsky. Y por esas malas respuestas y faltar a la cortesía cobra un sueldo de $ 593.000.
Creemos que la mejor disculpa es la renuncia. Pues es el mismo caso de que alguien le infiera una puñalada a otro y después le pida disculpas o insultarle la madre y disculparse. El daño ya está hecho y además en el caso de Cerruti, a la legua se nota que no es arrepentimiento sincero sino una marcha atrás para frenar la inmensa ola de indignación que suscitó la enorme ofensa proferida.
No se puede considerar a quien ocupa la posición de «vocera» como un ser normal: es detritus de un error de la Naturaleza.
Parece colocada ahí con la intención de mantener activa una irritación que dará, sin lugar a dudas, la necesidad de la eliminación de su zona de influencia.
Guille
La Cerruti es el otro yo o el eco de la vieja resentida, inmoral, cleptómana y mitómana y viuda negra que maneja el poder como mono con navaja u orate torpedeando su propia nave.
Es evidente que Gabriela Cerruti no sólo es una deslenguada, una catalizadora de la discordia, la intolerancia y la grieta y más que portavoz es una yarará, no dialoga ni explica, sino que subestima, bardea y descalifica, pero esa actitud es una costumbre generalizada que se observa en todas partes.
Invariablemente, cuando no se tienen argumentos lógicos para debatir o explicar algo muchos caen en ridiculizar al oponente y hacen el triste papel de idiotas.
Antes se aplicaba el término «lenguarete» y te decían sin preámbulos no seas «lenguarete» porque te doy vuelta la cara de un sopapo y no era joda, si insistías venía el sopapo » al derecho y al revés» o sea una bofetada doble que te dejaba la jeta colorada como un tomate.
Ahora todo es válido, todo está permitido, hasta hablar como un idiota usando términos inentendibles pero lo más grave es que el lenguarete debe pensar que se luce haciendo gala de su estupidez.
Lanata reveló esta noche que la hermana de la vocera presidencial -conspicua socia de la casta- tiene a su nombre un Registro del Automotor.
https://tn.com.ar/politica/2022/11/13/el-negocio-millonario-de-los-registros-automotores-de-la-cunada-de-soria-a-la-hermana-de-cerruti/
Con eso se pagan cierto favores. En todos los gobiernos ha sido una condición de «regalar» Registro Automotor y se han convertido en cuevas de delincuentes, pues a no dudar, se usan los datos para mellizos, trillizos y sabe dios cuantas matufias más.
Este pobre mujer, que cree que tiene a Dios agarrado, piensa que toda su vida estará protegida y con cargos rentados. Todo pasa y ella no será la excepción. Ya hemos visto a varias como ella, terminar haciendo bolos en algún programa de chimentos o panelistas de ocasión en programas de entremetimientos y dando lástima su participación. Todo llega Gabriela y vos no serás la excepción.
Pepe…….Grande Pepe!!!!.
Vos sabés Argento que estuve releyendo lo que escribí y me vivieron a la memoria otras palabras de la niñez una es «juan toquete» que te la aplicaban cuando por ejemplo en la mesa había una torta con crema y a uno se le ocurría pasar el dedo y chupárselo. Ahí venía el bife en la mano acompañado de un tirón de oreja (una) mientras la vieja decía: que sea la última vez ¡ya te dije queso no se hace!
En las fiestas de cumpleaños a veces a uno se le ocurría tocarle el traste a una prima y la nena a los gritos decía tía tia ¡Pepe me tocó el culete!
Mamma mía ahí ya no era un bife sino un zapatillazo en el traste.
Que tiempos tan lindos.
Otra palabra era «meterete» que esa te la aplicaban cuando te metías en el cotorreo de las tías viejas con mamá mientras tomaban el té y la vieja con furia indisimulada descargaba la sentencia «No seas meterete, no te metas en las conversaciones de los mayores» y palmeando las manos venía el castigo: Te vas a tu pieza y ojo con lo que hacés eh
Volviendo al caso de doña Cerruti, viéndola con ojos de niño diría que es «lenguareta» y «metereta», además de burra, porque cuando abre la boca dice una gansada y se mete a opinar de temas sobre los cuales es preferible guardar silencio y no agitar las aguas.
Pero bueno, tengamos en cuenta que es la vocera del presidento o sea que de algún modo lo representa ante la sociedad y el periodismo. Es innegable que lo hace bien.
Como el que calla otorga además podemos suponer-con fundamento- que su jefe está de acuerdo con las barbaridades que dice porque hasta ahora nunca la retó.
Hace un rato estuve escuchando una entrevista de una «periodiste» moderne a una psicóloga sobre el caso del chico asesinado por la pareja de lesbianas feministas y te aseguro que todavía no puedo reponerme del espanto que me produjo oír semejante diálogo.
Estoy seguro que si las agarrara mi vieja no las corre con la zapatilla sino con el palo de amasar.
En fin, si no le ponemos un poco de humor a la tragedia corremos el riesgo de tener pesadillas nocturnas y morirnos de un susto.
Don Luis Américo, si observamos detenidamente la foto del artículo surgen dos detalles que son importantes, el primer detalle es que como telón de fondo se lee «Casa Rosada» y el segundo -ya en primer plano no deja lugar a dudas: «Argentina presidencia».
Creo que es imposible equivocarse, doña Gabriela habla por boca de ganso, salvo mejor opinión.
En ese orden de ideas considero que don Alberto cometería un error si aceptar la renuncia de la «persona» que lo representa porque no podría encontrar -dentro de la fauna de nivel primario que lo acompaña- algún otro espécimen que lo represente tan cabalmente.
Es todo un tema porque no cabe en ninguna cabeza que un «personaje» del nivel intelectual del «presidento» pueda ser representado por un Borges.
Entiendo que don Alberto buscó una «persona» con un intelecto similar, lo que indudablemente logró.
¡Que más se puede pretender!
La señora tiene dotes para destacarse en un mercado de compra-venta de ropa usada o en un puesto de pescadería de una feria ambulante y nada más
Sin embargo queda un consuelo, porque más dramático hubiese sido que ocupara el puesto de «vocero» su hijo artista.