Por Jorge D. Boimvaser.-

Que Martín Sabbatella insista en no querer renunciar al AFSCA y la flojedad del gobierno entrante para echarlo no trascienda demasiado, puede ser propio en un proceso que recién comienza.

El “Señor 8” de la AFI (Menna) es un abogado de “La Cámpora” a quien Oscar Parrilli invitó a renunciar y el funcionario no quiere saber nada con irse.

Menna pide una delegación en el exterior -dentro de una embajada- para irse de la vieja SIDE. Chantajea al gobierno que aún no sabe qué hacer con él, pero esto tampoco atrapa la atención pública.

¿El macrismo quiere salvar a Daniel Scioli de una visita forzada a los Tribunales próximamente, y para eso le ofreció la Embajada Argentina en Italia?

Si a María Eugenia Vidal le dejaron la caja vacía (menos de 200 millones de pesos) y no hay forma de sostener con papeles legítimos la tremenda deuda de la Provincia de Buenos Aires, alguien ya está impulsando la denuncia y que la Justicia se haga cargo de semejante estafa.

Gustavo Marangoni ya tiene un proceso judicial iniciado por otra presunta estafa del Banco Provincia en la construcción de dos torres de vivienda en Avellaneda, y ahora lo que estuvo cajoneado en Tribunales comienza activarse y no le va a ser fácil zafar a Marangoni si no le tienen una línea el macrismo.

¿Ayudar a que zafen los corruptos del gobierno saliente es la tarea de Laura Alonso en la Oficina Anticorrupción?

No suena lógico que tanta bambolla de campaña contra el kirchnerismo duerma ahora en el cajón de algún despacho oficial.

La guerra entre Cristina y Julio De Vido por ver quién revela primero secretos de Estado sobre el saqueo kirchnerista puede dar mucha tela para cortar próximamente, pero aún no parece salir a la superficie más que la aleta del tiburón.

Pero lo que sí está sonando fuerte desde el domingo pasado es la insólita permanencia en la pantalla de Canal 7, del inefable ciclo 6-7-8.

Víctor Hugo Morales despotricando su veneno habitual contra los “medios de siempre” en la emisora oficial, o pública, es ya demasiado a esta altura.

No es cosa de confundir libertad de prensa con la estupidez de no tocar un programa que llegó a su fin con la idea de Cristina.

Los trabajadores de carrera de Canal 7 comenzaron esta semana con poca tolerancia a esta situación. Fueron ninguneados durante muchos años por la militancia periodística y ahora que podrían estar resolviendo varias situaciones de postergación laboral, nadie asume en el gobierno que la emisora no le corresponde más a los camporistas.

Hay mucha bronca contenida que se puede disparar mal si el gobierno entrante no asume sacar del aire a estos predicadores del odio. Si tienen auspiciantes para ir a un canal privado, es cosa de ellos. Pero regalarle al enemigo la pantalla oficial es tan demencial como suicida.

Se habla hasta de una posible intromisión en el Canal 7, por la fuerza, de un grupo que alguna vez tuvo que ver con la emisora.

Un interventor de la entonces ATC en la época de Carlos Menem -Horacio Frega- tendría listos un par de tipos pesados integrantes de la barra de Platense para ingresar a la emisora por las malas o por las peores.

Si el gobierno sigue de brazos cruzados, puede haber problemas en Av. Libertador. Problemas graves.

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