Por Jorge D. Boimvaser.-

«No quiero estar enero en Pinamar, no me gusta el fantasma Yabrán» (El salmón, versión Indio Solari).

Se llama Silvia Melgarejo, una ex empleada doméstica que se quedó con la agenda de un fuerte inmobiliario de Cariló y de la noche a la mañana pasó a convertirse en una potentada empresaria del sector más vip de la costa Atlántida.

Cuando asumió el nuevo intendente de Pinamar, Martín Yeza, intentó mimetizarse en el nuevo panorama del balneario. Dicen que la volaron de la secretaría privada del nuevo jefe comunal después de googlear su nombre y encontrarse con el historial de terror de esta mujer.

Tiene portación de pasado vinculado directamente a uno de los asesinos del fotógrafo, hace casi una eternidad de sólo 19 años. Fue quien le hizo el aguante -“la segunda”, como se le dice ahora- al poli ya muerto Sergio Cammarata cuando fue encarcelado.

El autor de este informe dio a conocer hace unos años la conexión mafiosa de Pinamar que estaba aún vigente. Recibimos un llamado anónimo que nos dijo: “No jodas más, sabemos cómo matar periodistas”.

No somos guapos ni cobardes, sólo hacemos nuestro trabajo de la mejor forma posible.

La consigna “no se olviden de cabezas” la hacemos realidad recordando que aún hay fieras salvajes que zafaron de la justicia, pero no de la memoria.

Yo no puedo volver a Pinamar porque acecha el fantasma de aparecer flotando en el mar bajo la figura del nadador imprudente que se tragó las aguas.

Pero la señora Melgarejo no va a descansar tranquila mientras nuestra memoria siga vigente.

No se olviden de Cabezas. No nos olvidamos.

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