Por Juan Manuel Otero.-

A todo nos vamos acostumbrando los argentinos. Somos capaces de soportar estoicos, indiferentes, cualquier vergonzosa injusticia, cualquier flagrante delito de nuestros funcionarios, cualquier bochornosa explicación que, de absurda, en lugar de crisparnos nos hace sonreír; todo lo recibimos levantando los hombros y mirando para otro lado, ya nada nos sorprende, tampoco nos molesta… siempre y cuando el fango maloliente salpique lejos de nuestros pies.

Y en esta lamentable y egoísta caravana, aceptamos como algo natural que el gobierno tenga bajo su control el 80% de los medios orales y televisivos, destinados exclusivamente a ensalzar a nuestros funcionarios, disimular incapacidades, inventar virtudes, sepultar delitos. Bajo el sonsonete de que el monopolio de la “mala onda” lo tienen no más de media docena de diarios o canales televisivos que no se han sometido al “chupamedismo mediático y mercenario” nos pintan cada día una realidad que sólo existe en sus mentes, barriendo las miserias bajo la alfombra.

Pero ha llegado el momento en que todas las alfombras quedan chicas. Y las miserias se siguen acumulando día a día.

La cotidiana violación por parte de nuestra Presidente a la Ley 26522 de Comunicación Audiovisual (ley que ella misma promulgó!!!) nos da una idea del respeto democrático y republicano de que hacen gala nuestros funcionarios. Y así, la cadena es nuestra compañera de todos los días, es la que nos informa, por ejemplo, de la nueva “re-inauguración” de una planta fabril que continúa cerrada, o la habilitación de un puente peatonal del conurbano o de algún logro cuya divulgación correspondería al intendente de la zona y no servirle a la Presidenta para lanzar sus conocidos denuestos hacia quienes osan descreer del relato o para denigrar “los noventa” aunque haya sido, junto a su familia, entusiasta partícipe y beneficiaria de aquella década.

Pero la historia universal nos dice que todo imperio, toda tiranía, toda dictadura, todo gobierno abusivo llega a su fin. Y el fin se acerca. Y cuando acabe esta pesadilla, la historia no recordará al kirchnerismo por las faraónicas obras de sospechosos y abultados presupuestos, ni por los funcionarios arribistas que amasaron fortunas vergonzantes durante la década, tampoco por los derechos avasallados, por la persecución a la prensa independiente, por los legisladores “levantamanos tarifados”, por los jueces prevaricadores, por la Procuración que sólo procura impunidad para sus cómplices, por el abandono de la Salud pública, por la desastrosa política educacional, por las injusticias sociales al punto de que los criminales encarcelados cobran más que un jubilado…

Todo ello quedará en el olvido si es que tenemos la suerte de que asuma un gobierno de funcionarios honestos, respetuosos de la ley y de la Constitución, con la capacidad y energía necesaria para reencauzar, en paz y concordia, nuestro lógico destino.

Sin embargo, serán recordados por un terrible delito que no podrán compensar ni con cien años de cárcel, ni con la devolución de todos los bienes usurpados, ni pagando con los dineros robados.

Nada podrá compensar el hecho de que en la República Argentina, el otrora feliz Granero del Mundo, el centenario país del venturoso futuro, aquél que está en condiciones de alimentar al mundo, en ese país que es el nuestro, haya niños que mueren de hambre, que haya niños que por la miseria y la deficiente alimentación, si sobreviven cargarán toda su vida con irrecuperables discapacidades motrices y cerebrales.

La vergonzosa cadena nacional JAMÁS utilizó un segundo de su puesta en el aire para mostrar los niños desnutridos que pueblan el Chaco, La Rioja, Formosa, Tucumán, Salta… Sólo nos ha mostrado a sus multimillonarios caudillos del brazo de Cristina haciendo ostentaciones vergonzantes mientras aquellas pobres criaturas eran barridas debajo de la alfombra.

ESO NO LO OLVIDAREMOS NUNCA.

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