Por Luis Américo Illuminati.-

Los Viajeros, la obra de Bruno Catalano dedicada a los migrantes que llegan a las playas europeas, la hago extensiva al síndrome del vacío existencial que sufre el ciudadano argentino, que presenta las mismas características que transmiten las esculturas de Catalano, una alegoría del vacío del migrante africano se ve forzado a dejar su país, un ser difuminado, casi un espectro. Las figuras de bronce de Catalano, a las que les faltan partes de su cuerpo, parecen suspendidas en el aire, como si flotasen o levitasen. En estos tiempos de decadencia irreversible, estas figuras parecen simbolizar el sentimiento de naufragio que experimenta el habitante del mundo contemporáneo. Un mundo donde nadie entiende a nadie. Una humanidad que parece estar pisando el umbral del Apocalipsis. “¡Oh Bartleby! ¡Oh humanidad!” Con esta frase finaliza la novela de Herman Melville, Bartleby, el Escribiente, la cual describe en detalle a un individuo acabado, consumido, agonizante, harto de todo, lo mismo que la humanidad, agobiada, una humanidad que avanza en ciega y loca carrera hacia su autoextinción, para la cual ya ha comenzado la cuenta regresiva. La Argentina es un muestrario de personajes iguales a Bartleby y a las esculturas de Catalano, con el yo alienado y en fuga.

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