Por Malú Kikuchi.-

El 2017 ha sido un año duro, difícil, doloroso. Evidentemente esto es un lugar común, pero los lugares comunes existen por algo, son reales, se refieren a hechos que suceden.

Los años difíciles como este que está terminando, ocurren por alguna razón. Y sería de necios no aprender todo aquello, que aunque duela, nos deja.

Argentina, para no hablar de resto del planeta que también ha pasado por sucesos impensadas, desagradables y peligrosas, ha empezado a cambiar. Decía Herman Hesse en su libro “Demian”(1919): “El que quiere nacer debe destruir un mundo”. Y en eso estamos, destruyendo para construir.

2017 ha sido complicado, año de elecciones de medio término, en un país empobrecido, expoliado por el gobierno anterior, atrasado por el populismo, el gran cáncer que nos afecta de los comienzos de la historia. El gobierno hizo más populismo para ganar las elecciones y poder intentar terminar con el populismo. Parece un galimatías, pero no lo es. El populismo fue acompañado de mucha gestión.

Calles asfaltadas donde antes el barro no permitía salir de las precarias casas después de una lluvia, luces y cámaras de seguridad en avenidas y plazas, cloacas, agua potable, todo aquello que ayuda a tener una mejor calidad de vida para tanta gente que la espera desde siempre. Se hizo. Ganaron la elección.

Por supuesto que se pudo hacer mejor, por supuesto que las políticas económicas fueron y son discutibles, así como el lentísimo gradualismo, pero a pesar de todo y todo fue mucho, se hicieron cambios. Cambiar la Argentina es una tarea de titanes.

Hay dos Argentinas, una cómoda, mal acostumbrada al ocio vegetativo, el delito y la prebenda; una Argentina que acepta el “roban pero hacen”, mientras desde los gobiernos no sólo roban sino que además, no hacen. Hay una Argentina que acepta la corrupción como si fuera una maldición bíblica de la que no se puede zafar. Es la Argentina del “y… es lo que hay”, el conformismo con lo mediocre.

Esa Argentina que perdió las elecciones y no quiere aceptarlo, esa Argentina que patalea, rompe calles, arroja piedras, hiere policías, intenta impedir que un poder de la nación, el legislativo, funcione, sin esperar que la ley sea votada por sí o por no, esa Argentina todavía es fuerte y con gran poder de daño.

Mientras la otra Argentina tuvo que tragar el sapo de la muerte de Santiago Maldonado, justo antes de las elecciones, los ataques permanentes de la RAM, resabios montoerpianos fuera de tiempo y apoyados desde el exterior, los piques y escraches de todos los días (salvo feriados y fines de semana largos, ya que los vagos también tienen que descansar), los caos de tránsito, la evitable tragedia del ARA San Juan, los inverosímiles insultos.

“Macri, basura, vos sos la dictadura”. Mamá Hebe desde el canal público, que pagamos todos los argentinos, calificando a Macri de nazi los sábados de 9 a 10hs de la mañana. ¿Por qué se lo permiten? Esta pregunta va para Lombardi, el canal lo pagamos todos, que a Bonafini la contrate un canal privado, perfecto, pero que yo le pague el canal a mamá Hebe, no.

Ya que estamos, la plaza de los dos congresos, la Moreno y la Lorea estaban después de su puesta a punto, espectaculares. Nos costó a los porteños $60 millones el arreglo. Vinieron los forajidos, las destruyeron con mazas y martillos para poder arrojar piedras, y ahora el arreglo va a costar $ 35 millones.

Como estamos en tiempos navideños y se piden deseos y puede que alguno se vea cumplido, me siento en libertad para exponer los míos.

Mamá Hebe fuera del canal público.

Juicio político a la jueza en lo Contencioso, Administrativo y Tributario de la ciudad de Buenos Aires, Dra. Patricia López Vergara por haberle prohibido a los policías de la ciudad defenderse de los ataques salvajes que sufrieron (88 heridos).

En tiempos de cámaras televisivas, cámaras de seguridad, drones que sacan fotos y celulares inteligentes que también lo hacen, todos los individuos que atacaron a la policía, al congreso y por ende a la democracia, deben estar identificados. Todos deben ser detenidos, juzgados y como “probation”, obligados a arreglar las plazas que destruyeron.

Como el ataque fue visiblemente orquestado, investigar quiénes fueron los organizadores, quien los instigadores y quienes pagaron a las hordas bárbaras que pudimos ver por TV. Que se hagan cargo del costo de la reparación, los ciudadanos de bien no tenemos que pagar dos veces por lo mismo.

Que la Argentina vieja y populista retroceda, que entienda que el mundo avanza hacia otros rumbos. Que el gobierno aprenda a explicar qué es lo que quiere hacer y por qué. Que comunique, que se le entienda. La mitad del tiempo tenemos que adivinarlos. Que aprendan a gobernar mejor.

Me encanta el eslogan de “pobreza 0“, lo creo un poco irrealizable, pero sí creo y deseo que haya “hambre 0” en mi Argentina, donde no puede ni debe haber niños con hambre, sed o falta de clases. Y por supuesto que la pobreza baje a un mínimo comparable al de los países civilizados.

Que la Argentina del futuro le gane a la Argentina del pasado. Que el 2018 sea mejor que el 2017. Que la Noche Buena sea realmente Buena y que la Navidad nos encuentre unidos.

Y a los malos funcionarios de los gobiernos K, aplicarles la vieja frase de Emilio Perina: “Juicio, castigo y DEVOLUCIÓN”

Me tomo vacaciones hasta febrero, como en el tango, “mi cuerpo enfermo no resiste más”. (“Adiós muchachos”, Carlos Gardel).

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