Por Máximo Luppino.-

En una Plaza de Mayo colmada de gente que buscaba esperanzas y certezas en un destino de igualdad, justicia y soberanía y bajo una torrencial lluvia que parecía asociarse a la indómita rebeldía de los militantes, Cristina Fernández de Kirchner se reencontró con su pueblo.

Fue un acto que tuvo que ver mucho con lo épico y místico que siempre encierra esa formidable liturgia peronista. La emoción a flor de piel hacía latir la plaza toda.

La vicepresidenta enumeró detalladamente los significativos logros de su gobierno. Ya de esta manera Cristina dio comienzo a la campaña electoral del presente 2023. Lanzó la vicepresidenta un manto de simpatía hacia el presidente de la Nación Alberto Fernández afirmando: “Pese a los errores, este gobierno es infinitamente mejor que el de Macri”. Esto fue enunciado con una inusitada fuerza de convicción.

En reiteradas ocasiones recordó a la gente lo profano y vil de la deuda millonaria que Mauricio Macri contrajo con el FMI para la sola finalidad de ganar las elecciones; así y todo, también falló en ese egoísta objetivo. Dijo Cristina: “Fue una deuda otorgada políticamente. Entonces la solución también debe ser política”. Luego, trató de “mamarracho” a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, aseverando que hay que democratizar al poder judicial.

Un día de fiesta para un peronismo que no sabe rendirse ante nada y nadie. Gente enamorada de las batallas difíciles, tesoneros hombres y mujeres con vocación de lucha y anhelosos de un destino mejor para Argentina.

Mientras algunos desean entrar al mercado con la atroz venta de órganos humanos, Cristina habló de dar, de hacer el sacrificio por una comunidad mucho más justa. No exigir a los demás lo que nosotros mismos no ejecutamos.

No se habló de candidaturas, pero sí se refirió al rumbo que una Nación soberana debe concretar como acción política de gobierno.

Sin lugar a dudas el peronismo dio principio no sólo a la campaña electoral, sino que comenzó el contraataque de las huestes de Perón.

En la actualidad no hay otro dirigente político que no sea Cristina que pueda reunir tanta cantidad de personas en un acto partidario, más aún bajo una tormenta acentuada de muchísimas horas.

La lluvia seguía cayendo sobre los asistentes y mientras Cristina desgranaba conceptos, el agua que caía del cielo parecía borrar pesadumbres añejas. Los concurrentes se retiraron mucho más llenos de alegría que con la que concurrieron a la histórica plaza.

Terminamos estas líneas recordando sus palabras. Dijo Cristina: “gracias a ustedes que me sostienen de pie, gracias a Dios y a la Virgen”.

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