Por Rodolfo Patricio Florido.-

El título es un hecho. Es información no suposición. Senadores/as del Cristinista Frente Para la Victoria no solo reciben distintas formas de presión para votar a favor del aborto sino que incluso no fueron informados de la decisión del “Bloque” de afirmar que “unánimemente” votarían por la aprobación sin más del proyecto aprobado en la Cámara Baja.

Esta situación seguramente ha sido ordenada por la ex Presidente Cristina Fernández de Kirchner. La misma que durante los 8 años de mandato de ella y en el que se negaron a tratar este tema sin cansarse de repetir a quien quisiera oír que estaba en desacuerdo con el aborto. Ahora, dejó colgadas sus presuntas convicciones, cambiando su parecer intempestivamente disciplinando a sus Senadores/as de la misma manera que lo hizo siempre, o sea, dar una orden y exigir disciplina partidaria. Una suerte de “obediencia debida” por sobre las convicciones profundas que alguno de ellos pudieran tener. Así parece que la “obediencia debida” es una verticalidad intolerable cuando la practican otros y al mismo tiempo es un imperativo de cumplimiento obligatorio cuando se trata de sus propios seguidores.

El juego de Cristina es perverso desde donde se lo mire. Quiere que todos se aliñen con su metamorfosis intelectual y moral, para que su cambio no denote pérdida de poder personal. Yo me pregunto una cosa… ¿si Cristina sostuviera su anterior posición no abortista, les habría exigido a los miembros de su bloque que se aliñen con su posición?… ¿a alguien le llamaría la atención que el día de la votación se encuentre impedida de llegar por la existencia de algún problema personal o médico? Probablemente a nadie le sorprendería. Cristina siempre hace las cosas según le convenga a ella y son los demás los que deben ajustarse. Ejemplos sobran.

Aquella frase del Filósofo Español José Luís López Aranguren que decía… “La moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política, cuando se ha obtenido el poder”… parece haber caído en desuso en nuestro país. La supuesta ola verde, manejada brutalmente por una mayoría apabullante de los medios de comunicación y por las expresiones políticas de extrema izquierda con gran presencia en las calles y muy poca presencia en las urnas, generan una presunta verdad social que no es otra cosa que una falacia destinada a imponer sus propios juicios de valor por sobre la Vida, entendida esta en su expresión más primaria. Apelan al temor de quedar expuestos en el presunto ridículo de la denostación, disciplinando así las convicciones personales de los invitados. Por cierto el método es típico del fascismo, del nazismo, del estalinismo y de todo régimen totalitario.

Todos los políticos saben que si van a un programa de televisión con una posición no abortista serán presionados por la mayoría de los periodistas o artistas presentes, serán calificados de fundamentalistas conservadores y señalados como que atrasan en lo referente a los Derechos de la Mujer. O sea, una batalla dialéctica perversa que no quiere oír que se hable del ser humano que morirá durante la intervención. ¿O alguien puede afirmar que cuando un bebé tiene 13 semanas y 29 días no es un ser humano pero cuando tiene 14 semanas y un día, mágicamente se transforma en un ser humano?

Más allá de las cuestiones religiosas, profundas por cierto en cuanto al Derecho a la Vida de cualquier ser humano, no hay un solo científico que niegue que haya vida en un embrión, feto o bebé. Lo único discutible es cuan desarrollado está para nacer… ¿O alguien conoce alguna mujer o padre que cuando le dicen que está embarazada, afirme… “aún no lo sé, por ahora es un feto? ¿Es acaso tan difícil continuar con la vida de los dos, tener el apoyo del Estado y entregarlo en adopción a las decenas de miles de personas que esperan y desesperan por adoptar, la gran mayoría sin lograrlo nunca?

Aquellos Senadores/as que están siendo presionados en sus más profundas convicciones deberían recordar lo que el Político español del siglo XIX Francisco Pi y Margall señaló cuando afirmó… “Las convicciones políticas son como la virginidad: una vez perdidas, no vuelven a recobrarse”. Ellos y ellas deberían meditar muy seriamente con su conciencia más profunda ya que, por el rol que voluntariamente desempeñan, serán los responsables de cada niño abortado que no tendrá historia, fracasos y éxitos en la vida… porque ya no la tendrá. Deberán saber que, si esta ley se aprueba, cada vez que salga una estadística anual de bebés abortados, serán responsables de cada una de esas vidas sin destino alguno.

A aquellos que afirman que la mujer está penalizada por el aborto clandestino y el subsiguiente riesgo de muerte se les debería recordar que el ser humano no puede esperar del Estado que este se haga cargo de los efectos de las decisiones personales tomadas libremente con un resultado no deseado. Alcanzaría con no penalizar a la mujer pero si a las bestias que habiendo jurado salvar vidas, las toman.

A aquellas mujeres que afirman “con mi cuerpo hago lo que quiero”, deberían reflexionar que cuando hay uno o más bebés en la panza ya no es su cuerpo, son, mal que les pese, dos cuerpos o más en distintos estadíos de la vida. Además, ese bebé tiene un padre al que nadie consulta pero para el que hay leyes de manutención si esa vida continúa… ¿O el padre pierde sus derechos como tal por el solo hecho que no tiene la capacidad como receptáculo de un bebé por él también generado?

El poeta libanés Khalil Gibrán decía… “Protegedme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños”.

Señores Senadores/as, buceen en la profundidad de sus almas y sientan y piensen sobre el extraordinario ser humano que no podrá nunca vivir porque un error medido en semanas de gestación decidió que sus derechos nunca serán respetados.

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