Por Hernán Andrés Kruse.-

Escribo esta reflexión cuando faltan escasos minutos para los 8 de la mañana del lunes 2 de septiembre. En una hora el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y el presidente del Banco Central, explicarán los objetivos del nuevo cepo al dólar que dispuso el presidente de la nación. En dos horas se conocerá la reacción de “los mercados”. No se necesita ser economista para atreverse a predecir que la reacción será negativa. En efecto, el gobierno pretende poner todos los obstáculos posibles al deseo de los ahorristas de adquirir dólares, nuestra genuina moneda. Si los ahorristas no pueden comprar dólares oficiales, no dudarán un segundo en hacerlo en el mercado negro o informal (dólar blue). En pleno auge de la mafia las autoridades de Estados Unidos impusieron la denominada “ley seca” en virtud de la cual se prohibía la venta y consumo de bebidas alcohólicas. El resultado fue el auge de la venta clandestina de alcohol a un precio superior al del mercado. Lo que pretende hacer el presidente es imponer una suerte de “ley peso” para evitar que los ahorristas se vuelquen al dólar. Su fracaso está asegurado por una simple y contundente razón: nadie cree en el peso. En estos momentos, como tantas veces sucedió en el pasado, no tenemos moneda. No sería extraño, entonces, que el dólar blue (o el oficial) supere la barrera de los 65$.

El gobierno nacional sufrió un durísimo golpe en las PASO. Nadie previó, ni siquiera el presidente, una derrota semejante. Fue un golpe al mentón propinado por Carlos Monzón. En cuestión de horas el rey quedó desnudo. Mauricio Macri experimentó por primera vez desde que es presidente lo que significa la pérdida de poder. Inexperto en estas lides reaccionó de mala manera. En la conferencia de prensa del lunes 12 no tuvo mejor idea que culpar de la devaluación del peso que se había desatado a partir de la mañana al electorado que votó en su contra. Si bien se disculpó días más tarde a lo largo de las semanas transcurridas luego de las PASO diversos funcionarios del oficialismo continuaron responsabilizando de la crisis a los resultados de las PASO y, especialmente, a Alberto Fernández.

Cuando el derrumbe económico parecía inminente Macri y Fernández se comunicaron telefónicamente para apaciguar los ánimos. Ese gesto tranquilizó al dólar. Lamentablemente, al poco tiempo decidieron apostar nuevamente por la confrontación. Luego de dialogar con los referentes del FMI para América Latina el presidente virtual de los argentinos emitió un duro comunicado en el que culpaba de la crisis al gobierno y al FMI. La franqueza de Fernández fue utilizada por el gobierno para machacar con la idea de responsabilizarlo de la suba del dólar. Semejante desatino fue pulverizado este sábado por la señora Mirtha Legrand al manifestar que Mauricio Macri había fracasado como presidente, lo que habría provocado un ataque de ira del presidente.

Que Alberto Fernández no es el responsable de la crisis lo puso en evidencia la decisión de Macri de dar a conocer en las horas previas al River-Boca su decisión de imponer un nuevo cepo al dólar, una medida que fue aplicada por Cristina y que mereció ácidas críticas del macrismo. Desesperado y acorralado por una crisis que provocó con su alocado endeudamiento externo, el presidente no dudó en valerse de una típica medida intervencionista para tratar de aplacar la hemorragia. No lo hizo por convicción sino por desesperación. Macri aborrece el intervencionismo estatal en la economía pero al llegar a una situación límite desconfió de la libertad económica, dándole la razón al liberal ortodoxo José Luis Espert cuando afirmó en varias oportunidades que el macrismo era un kirchnerismo con buenos modales.

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