Por Hernán Andrés Kruse.-

De manera sorpresiva, sin consultar su decisión ni con Cristina Kirchner ni con Sergio Massa, el presidente de la nación presentó su renuncia. Porque eso fue lo que hizo en la media mañana del viernes 21, cuando tomó estado público el video en el que Alberto intentó explicar los motivos de su alejamiento del poder. Algunos dirán que mi diagnóstico no se ajusta a la realidad porque Alberto asegura que el 10 de diciembre le colocará a su sucesor la banda presidencial. Nadie duda que Alberto seguirá siendo presidente hasta esa fecha. Lo que nadie puede negar es que a partir del viernes 21, Alberto pasó a ser un típico “pato rengo”, un presidente sin poder, sin la más mínima posibilidad de ser tenido en consideración por la clase política.

¿Por qué Alberto decidió no competir por su reelección? Por una simple y contundente razón: porque tiene una imagen negativa que supera el 70%. Y el presidente será muchas cosas menos un político amateur. Y antes de pasar un papelón decidió dar un paso al costado. Es probable que haya tomado como ejemplo el de Carlos Menem cuando, pese a triunfar en las elecciones presidenciales de abril de 2003, decidió bajarse del balotaje porque sabía que si competía con Kirchner hubiera sufrido una paliza histórica.

¿Qué dijo el presidente en su discurso de despedida?

1) “El 10 de diciembre entregaré la banda presidencial a quien haya sido elegido legítimamente en las urnas”. 2) “Trabajaré fervientemente para que sea un compañero o compañera de nuestro espacio que represente a aquellos por quienes seguimos luchando”. 3) “No logramos todo lo que nos propusimos pero no adopté una sola medida en contra de nuestro pueblo”. 4) “Tengo que concentrar mi esfuerzo, mi compromiso y corazón en resolver los problemas de los argentinos. 5) “El contexto económico me obliga a dedicar todos los esfuerzos a dar respuesta a los problemas de la Argentina”. 6) “Cuando me tocó asumir, estábamos en una situación límite”. 7) “No han sido estos años tiempos fáciles”. 8) “Recibimos un país endeudado, en recesión, en default, con alta pobreza e inflación”. 9) “Debimos enfrentar una pandemia mundial, una guerra y, en este momento, las consecuencias de una brutal sequía”. 10) “Nos duelen las familias en condición de pobreza, los bajos ingresos y los proyectos y sueños que no pudieron concretarse”. 11) “Vamos a superar esta situación y vamos a seguir trabajando por el crecimiento y la distribución”. 12) “Hoy la sequía nos pone en alerta roja, nos obliga a rediseñar nuestros objetivos y a dedicarnos exclusivamente a este nuevo desafío”. 13) “A los que abrazamos la política como vocación, nos cabe la responsabilidad histórica de hacer lo que nos toca”. 14) “Nunca antepuse una misión personal a la necesidad del conjunto”. 15) “Necesitamos generar un nuevo ciclo virtuoso, en el que otros se empoderen para volver a conquistar los corazones de quienes siguen mirándonos como el espacio que garantiza que no volverá la derecha a traernos su pesadilla y su oscuridad” (fuente: Perfil, 21/4/023).

Se trata de un discurso de fantasía, de ciencia ficción. Afirma el presidente renunciante que nunca tomó una medida en contra de los intereses populares. Una mentira que insulta nuestra inteligencia. Apenas se desató la pandemia a nivel mundial el presidente encerró a los argentinos en sus casas durante varios meses, violando una serie de derechos consagrados por la constitución, como el de circular libremente por el territorio nacional. La cuarentena eterna, además, le dio el golpe de gracia a una economía bastante maltratada por su antecesor, Mauricio Macri. Pero su decisión más infame fue avalar el vacunatorio vip y el festejo del cumpleaños de la primera dama en julio de 2020 cuando todos estábamos presos en nuestros hogares.

Afirma el presidente que recibió un país con alta inflación, endeudado y alta pobreza. Es verdad. Pero deja un país con una inflación más alta (se calcula que la inflación de este años rondará el 140%), un mayor endeudamiento y un mayor índice de pobreza. Cuando asuma el nuevo presidente se encontrará con un panorama mucho más sombrío que el que encontró Alberto cuando asumió el 10 de diciembre de 2019.

Afirma el presidente que nunca antepuso una cuestión personal al bienestar del pueblo. Otra atroz mentira. Desde que asumió sólo se preocupó, sin éxito, por no ser visto por el pueblo como el “Chirolita” de Cristina. No lo logró. Su nula capacidad de liderazgo y el fracaso absoluto de los ministros Martín Guzmán, Silvina Batakis y Sergio Massa, lo obligaron a tomar una decisión que lo debe estar mortificando: renunciar de manera encubierta a la presidencia varios meses antes del fin de su mandato.

¿Cómo analizó el trotskismo la renuncia encubierta de Alberto? En su edición del 21/4 Prensa Obrera publicó un editorial titulado “La renuncia de Alberto Fernández a su candidatura: se agudiza la crisis del oficialismo en medio de la bancarrota económica”. Se lee lo siguiente: “Alberto Fernández anunció que no será candidato por el Frente de Todos en las próximas elecciones. Esto se produce en medio de un agravamiento de la bancarrota económica del país, que está deteriorando los cimientos de una coalición oficialista en crisis. La renuncia a la candidatura es una confesión del fracaso en todos los planos del gobierno del Frente de Todos.

El presidente argentino divulgó su posición a través de un video publicado en Twitter, en el cual reivindica su gestión y a la vez admite su fracaso (cita las cifras de inflación y pobreza). También disparó contra el kirchnerismo, que viene presionando hace rato para que Alberto bajara su candidatura, y tratando de ocultar su responsabilidad en el ajuste que el gobierno nacional está aplicando contra los trabajadores. Cristina Kirchner y su tropa respaldan el acuerdo con el FMI, que implica avanzar en una ofensiva antiobrera, y apoyan al ministro Massa, un peón de Estados Unidos.

Gabriel Solano, precandidato a presidente por el Partido Obrero en el Frente de Izquierda Unida, señaló que “Fernández venía manteniendo una ficción de candidatura para no terminar de liquidar una autoridad política totalmente golpeada. Por eso, esta renuncia termina de licuar su figura presidencial”. La renuncia de Alberto a candidatearse se produce en el marco de la aguda crisis interna que está sufriendo el Frente de Todos, que se expresó, por ejemplo, en el fracasado acto que encabezó Kicillof frente a Tribunales el pasado 13 de abril (hubo un faltazo masivo de intendentes) y en la reciente renuncia de Antonio Aracre, ex jefe de Asesores Presidenciales.

En el marco de estas disputas intestinas, el gobierno acentúa su dependencia de Massa y sus pactos con el presidente norteamericano, Joe Biden. Aunque, como señala Solano, “Massa también está en un tembladeral, de la mano de su política el país se acerca a una hiperinflación y se agudiza la bronca por la situación crítica que viven los trabajadores”. La retirada de Alberto no terminará con la crisis política del Frente de Todos, sino que la potenciará (…) La crisis en la que se encuentra Argentina es una manifestación del fracaso de la burguesía argentina como clase dirigente, que está supeditada al imperialismo mundial. El país necesita una nueva dirección, un gobierno de los trabajadores y la izquierda”.

¿Cómo analizó el conservadorismo la renuncia encubierta de Alberto? En su edición del 22/4 Infobae publicó un artículo de Eduardo Aulicino titulado “El presidente aceptó la licuación final de su poder y ahora la carga pesa abiertamente sobre CFK y Massa”. Escribió el autor:

“Alberto Fernández terminó dando el paso que todos descontaban-sobre todo en la interna-y anunció que no competirá por la candidatura a presidente. En rigor, no renunció a un plan reeleccionista-que no existía como tal-, sino a mantener abierto este tema como recurso último para conservar algún espacio propio. Aceptó así la licuación final de su poder, un objetivo trabajado largamente por el kirchnerismo y un renunciamiento reclamado también por el ministro de Economía bajo el supuesto de calmar las aguas. Las consecuencias superan a Olivos: Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa cargarán ahora abiertamente con los resultados políticos y de gestión.

La decisión del presidente no generó sorpresa por su contenido ni en medios oficialistas, ni en la oposición. Dicho con más precisión: no sorprendió el renunciamiento en sí mismo, pero sí llamaron la atención los tiempos y las formas. Desde el círculo de Olivos dejaban trascender que difícilmente pudiera ir a la batalla en las PASO, pero sí que buscaría dilatar los tiempos y negociar.

El camino fue otro. Alberto Fernández apuró el desenlace y al parecer, se guardó como pequeña satisfacción despertar con la noticia al ministro y a la ex presidenta. Buscó mostrar resolución personal y no la consecuencia de presiones y varios factores adversos. “Mi decisión”, tituló el video con que presentó el tema en sociedad. Una manera de negar lo más evidente-la combinación del esmerilamiento interno y la delicada situación económica-, que acompañó con la reiteración del discurso sobre la crisis como un hecho ajeno casi en su totalidad-herencia, pandemia, guerra por la invasión de Rusia a Ucrania, sequía-y una pequeña chicana en clave para CFK, por aquello de la propiedad de la “lapicera”.

El renunciamiento de Alberto Fernández expone así el mayor punto de declinación de poder en un contexto económico y social delicado. El foco se achica ahora a CFK y Massa. La ex presidente queda reafirmada como el eje político del oficialismo y el ministro, como pieza mayor de la gestión. Ese marco y el reacomodamiento de fichas irán determinando las chances de unas PASO con dos o tres candidatos o de una negociación para consagrar una fórmula de “unidad” y arreglar el reparto en la provincia de Buenos Aires. El resto del armado incluirá a los gobernadores, que salvo excepciones, adelantaron los comicios propios para apostar a sus territorios. La semana que viene, precedida por rumores y expectativas de los mercados y de la economía diaria, arrancará con esta nueva postal del oficialismo”.

Da toda la sensación de que en el FdT hay tres candidatos que pican en punta: el ministro del Interior Wado de Pedro, bendecido por Cristina; el ex gobernador Daniel Scioli, aparentemente bendecido por Alberto; y el ministro de Economía Sergio Massa, el candidato del “consenso”. Wado de Pedro es apoyado por el kirchnerismo y puede resultar un duro competidor para Sergio Massa, quien contaría con el apoyo de la propia Cristina. Scioli hizo una gran elección en el balotaje de 2015 pero hoy su figura está muy debilitada y agotada. De los tres candidatos, me parece que Massa es el que está en mejores condiciones para competir con Javier Milei (Avanza Libertad) y con Larreta o Bullrich (JxC) en la elección de octubre (primera vuelta). El tigrense está en condiciones de ingresar al balotaje pero todo dependerá de la marcha de la economía. Si el panorama empeora, sus chancees serán prácticamente nulas. No sería extraño, entonces, que en el balotaje compitan Javier Milei y Larreta o Bullrich. De ahí que muchos esperen con enorme ansiedad en las próximas semanas algún gesto de Cristina, la única dirigente competitiva que tiene el oficialismo, aunque muchos se nieguen a reconocerlo.

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