Por Máximo Luppino.-

Para un gobierno, la peor decisión es la ausencia de la misma.

Mientras la inflación golpea despiadadamente el hogar de los argentinos y el hambre se configura como un monstruoso fantasma cada vez más próximo en la cotidiana realidad de un pueblo cansado de esperar, parece que en la Casa Rosada se aguarda el improbable milagro de que despiadados evasores y especuladores se tornen de la noche a la mañana en devotos seguidores de Teresa de Calcuta y aboguen por una política de justa distribución de los bienes.

Tenemos malas noticias estimado presidente Alberto Fernández: la “multiplicación de los panes” no va a suceder de la mano de Vicentin ni de las multinacionales comprometidas únicamente con la horrorosa y colosal acumulación de dinero a costa del hambre, la enfermedad y muerte de pueblos completos en el globo terrestre.

Hay poderosos que no desean “aprender” por propia vocación humanitaria. Se necesita que las leyes vigentes se apliquen con firmeza en beneficio del pueblo.

El “Caso Vicentin” nos dejó una frustración social muy dura y traumática. Pasamos de una anunciada expropiación de la empresa en boca misma del Presidente de la Nación a caer en una vertiginosa contramarcha vergonzosa que nos hace sospechar quizás que la firma gozó de un nuevo préstamo del Banco Nación y un posible “perdón de deuda”. Faltó sólo un pedido de disculpas del primer magistrado. Vicentin ofició como una bisagra oxidada que cerró las puertas de esperanzas e ilusiones de justicia tan anheladas por los que menos tienen. Ya nada fue igual. Vicentin marcó un antes y un después. La ciudadanía apreció que con muy poco se “torcía el brazo” de una determinación pública gubernamental. ¿Cómo creer en anuncios y promesas presidenciales luego de esta bochornosa retirada del campo de batalla sin disparar ni un tiro de revolver de cevitas? Ni petardos de bronca sonaron en los despachos oficiales. Nos rendimos así, sin más, coherentes con una lógica derrotista y complaciente con los poderosos.

En estos días la realidad es más dura aún. Los “precios cuidados” son como pretender aplicar parches de goma al Titanic luego de que impactara violentamente con el iceberg que lo conduciría al fondo del océano.

Cada vez que los ciudadanos visitan las góndolas del mercado se escapan del Frente de Todos centenales de votos, casi en forma proporcional a la profana inflación que está comenzando a jaquear las maniobras de gobierno Nacional.

¡La peor decisión es la indecisión! Nuestra sincera pertenencia justicialista nos hace estremecernos profundamente de preocupación al palpar el padecer de nuestro pueblo por no poder consumir los alimentos básicos necesarios que necesitan y merecen. El trabajador hoy no puede brindarle alimentos en cantidad adecuada a su familia. Esta situación es inaceptable e insostenible.

Mientras el “reino” se comienza a incendiar, en Balcarce 50 parece que jugaran al “Gran Bonete”… Tomen medidas concretas y drásticas antes que las lenguas de fuego de la desesperanza devoren totalmente las estructuras de poder que aún este gobierno tiene en pie.

Las últimas cartas se están jugando ahora. No hay tiempo para el mediano plazo, ni para aguardar que lluevan confituras alimenticias de los cielos.

El pueblo apoyará toda medida que lo conduzca a controlar esta demoniaca inflación y a lograr que el salario alcance hasta fin de mes.

Son muchos millones los necesitados y la mecha ya está prendida.

¿El gobierno arrojará nafta o agua al incendio?

Doctor Alberto Fernández, usted tiene la decisión. ¡DIOS ilumine su proceder!

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