Por Armando Ribas.-

Si hay algo que podía sorprender en la historia de América Latina es la presencia del régimen más criminal que haya padecido el continente. No obstante esa realidad el presidente Obama visitó a Cuba y pactó con Raúl Castro la reiniciación de las relaciones internacionales, haciendo aparecer al embargo como un error de la política americana y la causa del empobrecimiento de Cuba. Si alguna duda quedaba del error de Obama de la visita a La Habana, ella fue eliminada ante la evidencia de las decisiones tomadas en la reunión del partido comunista en La Habana donde se mantuvo la posición tradicional del sistema de oposición a la libertad. Y como era de esperarse Fidel Castro descalificó la presencia de Obama, la que considero otra manifestación del imperialismo americano.

Otro aspecto a considerar es la presente situación de Venezuela embarcada en el chavismo del socialismo del siglo XXI, que dirigido por Maduro ha destruido la economía venezolana. Como bien dijera Ayn Rand: “La diferencia entre el comunismo y el socialismo es que uno se hace por revolución y el otro por votos. Es decir uno es por delito y el otro un suicidio”. El caso de Venezuela es una prueba más de las desventajas del socialismo. Y un más se ha producido una situación de inseguridad donde loa los crímenes se multiplicaron y alcanzan a 25 en lo que va del año.

Diría que afortunadamente afortunadamente en Venezuela existe una ventaja sobre la situación inicial de Cuba, que es la existencia de una oposición y elecciones. En Cuba Fidel Castro no tuvo oposición alguna. En el pensamiento colectivo había un sentimiento común que no importaba quien alcanzara el poder pues el sistema no estaba en juego. Y más aun cuando alguien creía que Fidel era comunista, había un pensamiento colectivo de que los americanos no permitirían un estado comunista a 90 millas de la Florida. La realidad fue otra y Kennedy traicionó a los cubanos en Bahía de Cochinos y durante la crisis de los misiles pactó con Kruchev entregar a Cuba a la órbita soviética. En Venezuela existe la esperanza de que Maduro sea depuesto y se retorne al camino de la libertad. No puedo menos que reconocer la inconsistencia de la política americana de oponerse a Maduro en Venezuela y Acordar con Raúl Castro.

Pasando entonces a Brasil, nos encontramos ante una situación inédita en América Latina. Se ha presentado lo que en la filosofía política americana se denomina impeachment, que constituye en el derecho constitucional de destitución del presidente cuando se demuestra legalmente que ha cometido algún acto violatorio de los derechos que garantiza la Constitución. Supuestamente el proceso es definido por el poder judicial, pero en Brasil el pedido de impeachment se inició por la oposición en la cámara baja y se espera la decisión al respecto del senado de la nación. Por supuesto la Sra. Dilma Rousseff considera esta propuesta un intento de golpe de Estado. En otra expresión común aparente de la democracia latinoamericana la acusación a Dilma versa sobre actos de corrupción de los cuales habría participado también su predecesor Lula Da Silva.

Hay un consenso generalizado de que Dilma no solo hizo actos de corrupción, sino que su política destruyó la economía brasileña, que el año pasado cayó un 3,7% y esta año está cayendo un 3,6%, tiene un nivel de desempleo del orden dl 10,2% y un déficit fiscal del 5,4% del PBI. Dilma en un momento propuso que estaba dispuesta a renunciar si también renunciaba el vicepresidente, que se negó a hacerlo y ahora insiste en que el impeachment es un golpe de Estado. Ese proceso tiene lugar y si bien la economía anda mal, la situación política habría dado un paso hacia delante. El proceso seguido es el sistema que determina la libertad, que pasa ineludiblemente por la limitación del poder político y la función primordial del poder judicial para decir que es la ley de conformidad con la Constitución.

El caso de Colombia, a mi juicio, es incomprensible. Que se acuerde con los criminales es un proceso que me recuerda el acuerdo de Munich entre Francia, Inglaterra Alemania e Italia antes de comenzar ala segunda Guerra Mundial. Al regreso de los primeros Ministros de Inglaterra y de Francia Chamberlain y Deladier, Winston Churchill dijo: “Han perdido el honor para evitar la guerra y ahora tendrán la guerra sin el honor”: A los hechos me remito, y no es sorprendente que llevan más de dos años sin ponerse de acuerdo con las FARC y el ELM. Y curiosamente el acuerdo se está llevando a cabo a la sombra del país al que le debemos la subversión en América Latina. De más está decir que igualmente las FARC son en gran medida financiadas por los narcotraficantes. Por supuesto que el ex presidente de Colombia Uribe está opuesto a este proceso. Al respecto y dado que parece que no se puede evitar mi mejor deseo es que no fracase y se termine con una guerra que tiene más cincuenta años.

Pasando a México nos encontramos ante la realidad del narcotráfico, y hasta la fecha el Presidente Peña Nieto parece incapaz de resolver la problemática que se le presenta al respecto. Los crímenes parecen ineludibles y así han desaparecido 43 estudiantes y nadie parece saber donde están. Se sospecha del gobierno y de la policía ante el hecho. También han desaparecido siete arrestados en Veracruz. Y por supuesto los mexicanos tienden a pensar que su política permite que la violencia aumente. Ahora todo parece indicar que tendrá que enfrentar a Trump en Estados Unidos que propone que construya un muro en la frontera. Asimismo manifestó su propósito de eliminar el tratado de libre comercio. En fin Estados Unidos no es responsable de las distorsiones políticas de América Latina.

En el medio de esa parafernalia nos encontramos ante una Argentina de regreso a la libertad. Por supuesto, no pretendo ignorar las dificultades que se enfrentan y que se heredaron d las tendencias socialistas peronista del gobierno de los Kirchner, pero si valoro el claro proyecto de superarlo expuesto por el Presidente Macri. El cambio en la política exterior y el acuerdo con Estados Unidos implica un salto cuántico en la historia de Argentina, y diría que es una excepción en América Latina. Por supuesto sin ignorar la falacia política del acuerdo de Obama con Raúl Castro. En fin seamos optimistas y enfrentemos el mundo en la plena conciencia del desastre que implica el socialismo y por supuesto el peronismo en Argentina.

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