Por Hernán Andrés Kruse.-

Anteyer tuvieron lugar las elecciones a gobernador en la provincia de Mendoza. Rodolfo Suárez, candidato de Cambia Mendoza, se impuso ampliamente a Anabel Fernández Sagasti, candidata del Frente Elegí. La diferencia fue de 15 puntos: 49,88% contra 34,97%. Fue una gran victoria de Alfredo Cornejo, uno de los máximos dirigentes del radicalismo a nivel nacional, quien últimamente se había distanciado del presidente Macri. Tal es así que prácticamente su nombre no apareció durante la campaña de Cambiemos en territorio cuyano. La gran derrotada fue La Cámpora, agrupación a la que pertenece Fernández Sagasti, lo que puso en evidencia una vez más la tirria que provoca en vastos sectores de la sociedad dicha agrupación kirchnerista.

En las PASO la fórmula Fernández-Fernández le había ganado por poco margen a la fórmula Macri-Pichetto. ¿Ello significa que los resultados de ayer se circunscriben al ámbito provincial? Luego de confirmarse la victoria Cornejo criticó duramente a Alberto Fernández por haber nacionalizado la elección. Lo cierto es que, cuando falta menos de un mes para la crucial primera vuelta, este triunfo será enarbolado por Macri como el emblema de su canto de guerra: “Sí, se puede”. Si pudieron los mendocinos ¿por qué no podrán los argentinos vencer al peronismo a lo largo y ancho del territorio? Es muy difícil que ello suceda por varias razones. En primer lugar, Mendoza ha sido históricamente una provincia conservadora. En segundo lugar, aunque es fácil decirlo con el diario del lunes, es probable que Fernández Sagasti no haya sido, en virtud de lo expresado precedentemente, la candidata más adecuada para competir con Suárez. En tercer lugar, no es lo mismo una elección provincial que una nacional. Sin embargo, conviene ser cautos. La dura derrota del peronismo constituye un serio llamado de atención para Alberto Fernández, quien por estas horas debe estar analizando, junto a sus más estrechos colaboradores, las razones de tan estrepitosa caída.

La victoria de Cornejo demostró, además, que el radicalismo pretende recuperar su protagonismo histórico en materia electoral. Los comicios mendocinos demostraron que el centenario partido está en condiciones de derrotar al peronismo sin necesidad de estar subordinado al macrismo. No sería extraño, entonces, que si se confirman los pronósticos de las encuestas para el 27 de octubre, la UCR pase a liderar Cambiemos. Si ello llegara a suceder, ¿qué actitud adoptarían Macri y Carrió? ¿Soportarían el rol de subordinados de la UCR? Estamos, obviamente, en el terreno de las hipótesis. Pero como la victoria de Alberto Fernández es casi un hecho, no sería extraño que lo que hoy se conoce como Cambiemos implosione. Lo cierto es que la victoria de Cambiemos en Mendoza le ha permitido a Macri recuperar su autoestima, lo que en una competencia electoral tan difícil es fundamental. El presidente seguramente siente que ha vuelto a ser competitivo, lo que lo impulsará a dejar todo en la cancha de aquí al 27 de octubre. Por eso es que el peronismo no debería sentirse ganador antes de tiempo. Si bien es altamente improbable que Macri pueda forzar el ballotage, sigue siendo un hueso duro de roer. Lo peor que podría hacer Alberto Fernández es subestimarlo.

La victoria radical alegró a los votantes de Cambiemos y entristeció a los votantes del Frente de Todos. Es lógico que ello suceda ya que todo acto electoral se asemeja bastante a un partido de fútbol. Sin embargo, hay que desatacar un hecho que es muy relevante para nuestra novel democracia. Luego de las PASO la Argentina, una vez más, quedó al borde de la hegemonía política. Fue tan aplastante la victoria de Alberto Fernández y Cristina Kirchner que únicamente en la provincia de Córdoba y en la CABA no ganó el peronismo. Menos mal que ello sucedió porque en caso contrario el Frente de Todos hubiera ganado en todos lados. La democracia republicana y liberal hubiera sufrido un duro golpe. Porque si hay algo que caracteriza a este régimen político es la existencia de al menos dos fuerzas políticas competitivas. Si sólo hay una con vocación de poder la democracia republicana y liberal no existe, por más que el pueblo elija a sus representantes en el cuarto oscuro. La victoria de la UCR mendocina le hizo recordar al peronismo que lejos está de ser aquella fuerza imbatible de antaño. Le hizo recordar que si se equivoca, pierde. En este sentido cabe celebrar lo acontecido en Mendoza porque, en última instancia, la que salió fortalecida fue el régimen político consagrado por la constitución de 1853-1860.

Anexo I

El gran Octavio Paz

El 31 de marzo de 1914 nació en la ciudad de México Octavio Paz, prestigioso y polémico poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano. Considerado uno de los más importantes escritores del siglo pasado y uno de los más grandes poetas de la historia de la lengua castellana, Octavio Paz  escribió una vastísima obra que abarcó varios géneros, sobresaliendo los textos poéticos, el ensayo y las traducciones.

El nacimiento de Octavio Paz se produjo en medio de la revolución mexicana. Su progenitora, Josefina Lozano, se encargó de su crianza, con la ayuda inestimable de una tía y de su abuelo paterno, Ireneo Paz, intelectual liberal y novelista que formó parte del ejército de Porfirio Díaz. Su padre, Octavio Paz, fue escribano, abogado y militante político. Trabajó para Emiliano Zapata y tuvo un rol protagónico en la reforma agraria posterior al proceso revolucionario. Ello explica sus largas ausencias del hogar.

El proceso educativo de Octavio Paz comenzó en Estados Unidos. Estudió la preparatoria en la Ciudad de México, en el Colegio Francés-Morelos, hoy denominado Centro Universitario México. Fue su abuelo, quien conocía la literatura clásica y el modernismo mexicano, el que lo introdujo en el mundo de la literatura. Durante la década del veinte Octavio Paz tuvo conocimiento de importantes poetas del continente europeo como Gerardo Diego, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. Siendo un adolescente publicó su primer poema. Cerca de los veinte años publicó “Luna Silvestre” (colección de poemas). Promediando la década del treinta era considerado en su país el poeta más importante de su generación y con mejor futuro. Al finalizar sus estudios universitarios en la UNAM (Universidad autónoma de México) se dirigió a Yucatán en busca de trabajo. En ese entonces comenzó a elaborar su poema “Entre la piedra y la flor”, una fiel descripción del colapso religioso del campesinado debido a la brutalidad del sistema capitalista.

En 1937 visitó España y tomó partido por los Republicanos, cuya ideología influyó sobremanera durante sus primeros años como escritor. Al regresar a México participó en la creación de la revista literaria “Taller”. En 1943 se dirigió a Estados Unidos a raíz de la obtención de la Beca Guggenheim. Estudió en la Universidad de California y dos años después comenzó a servir como diplomático. París fue su destino. En 1950 publicó uno de sus libros más famosos: “El laberinto de la soledad”. El profesor Patricio Eufraccio Solano, de la UNAM, dice respecto a este texto: “En los ensayos que forman “El laberinto de la soledad”, se evidencia una creciente madurez prosística de Paz y una definición, casi total, de su discurso narrativo. En estos momentos Paz es ya un hombre que se acerca a los cuarenta años de vida, con un caudal poético de varios libros y una trayectoria modesta, pero sólida, como crítico. La temática del libro no es, de ninguna manera, original, ni para esa época ni, muchos menos, para el momento actual, sin embargo, aún en nuestros días resulta deslumbrante la forma en que son tratados algunos de sus subtemas, como el relativo a las “máscaras” con las que el mexicano se resguarda del mundo. Son los años en que Paz se manifiesta con un gran deseo y pujanza creativa”.

Durante la década del cincuenta Paz escribió muchísimo. En 1959, por ejemplo, apareció la segunda edición de “El arco y la lira”, revisada puntillosamente por el propio Paz. En 1962 fue nombrado embajador de México en la India. La tierra de Gandhi recibió a un prestigioso intelectual quien encontraría, en ese lejano lugar, a la mujer de su vida: Marie José. Paz reconoció que su estadía en la India fue sencillamente memorable. Su creatividad, alimentada por el amor a Marie José, se tradujo en relevantes libros de poesía y en cinco ensayos. En 1963 comenzó a ser premiado. El primero fue el “Premio Internacional de Poesía de Knokke le Zoute (Bélgica), premio que había caído en manos de Saint-John Perse y Jorge Guillén. Pero no todo fue poesía y amor en la vida de Octavio Paz. En aquella época definió su dura personalidad humanista, defensora de las libertades y derechos individuales, enemiga, por ende, de los totalitarismos (nazismo y estalinismo). También en aquel entonces México fue sacudido por movimientos sociales que preocuparon hondamente al poder político. En 1968 el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz decidió poner fin a las revueltas estudiantiles lanzando al ejército en su contra. Octavio Paz, indignado por lo que estaba aconteciendo en su país, renunció a su cargo de embajador en la India. No regresó a México durante los siguientes tres años.

La renuncia hizo de Paz una figura respetada en todo el mundo. Durante su “exilio voluntario” pronunció conferencias y dictó clases en diversas universidades del mundo. Su obra comenzó a reflejar su situación vital. El libro “Posdata” lo puso en evidencia. Se trata del desarrollo y ampliación de una conferencia pronunciada en la Universidad de Texas (Austin) el 30 de octubre de 1969, en la que alude a la “Matanza de Tlatelolco” acaecida en México un año antes (represión contra los estudiantes).

Paz regresó a su país natal en 1971. El 10 de junio debía dar un recital de poesía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, pero debió suspenderse porque el gobierno reprimió nuevamente. Paz convenció a Julio Cherer, director general del periódico Excélsor, para crear la revista mensual de cultura “Plural”. En 1976 fue cerrada por orden del entonces presidente Luis Echeverría. Pero Paz no se dio por vencido. Junto con otros intelectuales fundó la revista “Vuelta”, considerada la de mayor prestigio de todas las creadas por Paz. Tenía sesenta años. Su fama era mundial, al igual que su prestigio.

En 1990 alcanzó la cúspide de la celebridad al recibir el Premio Nobel de Literatura. Su pasión literaria continuó hasta el fin de su vida, que se produjo el 19 de abril de 1998 en la Ciudad de México. Tenía 84 años.

Transcribo a continuación algunas máximas del gran escritor:

-“A la caída del Imperio Romano, la Iglesia lo sustituyó”.

-“La arquitectura es el testigo insobornable de la historia porque no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones (…)”.

-“La democracia es el régimen de las opiniones relativas”.

-“La soledad, el sentimiento y conocimiento de que uno está solo, excluido del mundo, no es una característica exclusivamente mexicana. Todos los hombres, en algún momento de sus vidas, se sienten solos. Y lo están. Vivir es separarse de lo que fuimos para acercarnos a lo que seremos en el futuro. La soledad es el hecho más profundo de la condición humana”.

-“Sin democracia, la libertad es una quimera”.

-“Toda dictadura, sea de un hombre o de un partido, desemboca en las dos formas predilectas de la esquizofrenia: el monólogo y el mausoleo”.

-“La historia del siglo XX es la historia de las utopías convertidas en campos de concentración”.

Fuentes:

-Octavio Paz. De Wikiquote, la colección libre de citas y frases célebres.

-Octavio Paz. El hombre y su obra. Autor: Patricio Eufraccio Solano, UNAM; marzo de 2000.

-Octavio Paz. De Wikipedia, la enciclopedia libre.

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 31/3/010.

Anexo II

Otra realidad política (*)

Entre el miércoles 24 de febrero y el miércoles 3 de marzo la realidad política de nuestro país se modificó radicalmente, reflejando lo que aconteció en aquel lejano 28 de junio de 2009 donde el gobierno nacional perdió las elecciones legislativas. El principio del fin de la hegemonía kirchnerista en el Congreso tuvo lugar el 24 de febrero. Cuando todo parecía indicar que la oposición juntaría los 37 senadores necesarios para maniobrar por su cuenta e imponer sus condiciones en la sesión preparatoria, el ex presidente y actual senador Carlos Menem no se hizo presente. El bloque oficialista reaccionó inmediatamente y, ante el estupor de la oposición, abandonó el recinto impidiendo que se produjera una votación desfavorable (36 a 35). Los rumores sobre un eventual pacto entre Menem y el gobierno nacional se expandieron rápidamente. Sin embargo, el propio ex presidente explicó cuáles habían sido los motivos de su ausencia: el desprecio con que lo habían tratado durante un tiempo prolongado sus pares del Senado, especialmente los opositores. Se sintió maltratado y, ante una oportunidad única, hizo valer su ausencia para “convencer” a la oposición de la conveniencia de tenerlo en cuenta y, fundamentalmente, de tratarlo con respeto.

Joaquín Morales Solá se refirió en duros términos al aparente pacto entre Kirchner y el metafísico de Anillaco: “Carlos Menem es la figura política más impopular del país, según una encuesta hecha a fines de enero por la consultora de Hugo Haime (…) Para responder a estos interrogantes (sobre si hubo, finalmente, un pacto) hay que remitirse a las cosas probadas. Una de ellas es que Menem fue sospechosamente esquivo en los últimos días y en las últimas horas. Su propio hermano, Eduardo Menem, no pudo hablar con él desde el sábado (…) Otro hecho comprobable es que Menem estaba quejoso con sus compañeros del peronismo disidente (…) Tal vez Menem y D´Elía sean los últimos aliados, virtuales o prácticos, de Kirchner. Las compañías describen también la decadencia” (La Nación, Buenos Aires, 25/2/010, p. 6).

Mientras la oposición en el Senado no salía de su estupor el ex presidente Néstor Kirchner reapareció en La Plata donde, como siempre, pronunció un furibundo discurso: “No vamos a hacer acuerdos para traicionar las banderas de transformación de la patria (…) No es cuestión de modales. Cada uno es como es. Los muchachitos de buenos modales sabemos adónde nos llevaron. Nosotros no sé si tenemos buenos modales, pero tenemos buenas ideas (…) El monopolio nos ataca porque tiene intolerancia a vivir en democracia (…) ¿Por qué algunos se oponen? ¡Porque lo único que les importa es tratar de ser gobierno de cualquier forma! Miren cómo se pelean por las comisiones, por pequeñas migajas. Dan pena, en lugar de tener responsabilidad institucional (…) No quieren que Cristina gobierne” (p. 6).

Mientras el Senado se había convertido en una hoguera de las vanidades la presidente de la nación criticó al presidente Barack Obama en duros términos. Consideró que el líder demócrata había defraudado las expectativas que Latinoamérica había depositado en su persona. “Hay una sensación de oportunidad perdida, aunque nadie esperaba un príncipe en un corcel blanco (La Nación, Buenos Aires, 26/2/010, p. 1). Desde Washington el gobierno demócrata, a través del subsecretario para América Latina, Arturo Valenzuela, reafirmó el “real compromiso” que Estados Unidos tiene con la región y destacó la alta imagen del líder demócrata en muchos países latinoamericanos. Mientras tanto, un distendido y exultante Carlos Menem confirmó, y los hechos posteriores lo corroboraron, que votaría en contra del gobierno en la próxima reunión del Senado.

El sábado a la madrugada un devastador sismo asoló al pueblo hermano de Chile. El terremoto, de 8,8 grados en la escala Ritcher, destruyó medio millón de viviendas y causó la muerte a un número no determinado de personas. Lamentablemente, en la Argentina hubo quienes se mofaron de la tragedia. El sábado por la tarde, antes de comenzar el clásico entre Independiente y Racing, hubo un minuto de silencio en homenaje al devastado pueblo trasandino. No hubo tal minuto porque inmediatamente miles de gargantas comenzaron a vociferar el hiriente “un minuto de silencio para Chile que está muerto”. Una canallada injustificable que demuestra la irracionalidad y el sadismo que anidan en las masas.

El lunes 1 de marzo la presidente de la nación inauguró un nuevo período de sesiones ordinarias del parlamento. La jornada no pasará a la historia como una manifestación más de una democracia ya consolidada, sino como un nuevo capítulo de la larga guerra que libran el gobierno nacional y las corporaciones. Cristina utilizó la jornada para avisar a la Asamblea Legislativa y a la opinión pública su decisión de poner fin al DNU que creó el Fondo del Bicentenario y de reemplazarlo por dos nuevos decretos para hacer uso de las reservas del Banco Central. Mientras Cristina hablaba en el Congreso, el directorio del Banco Central había empezado a mover 6569 millones de dólares que el gobierno nacional utilizaría para el pago de la deuda. El primero de los decretos autoriza el empleo de 4328 millones de dólares para el pago a acreedores externos, mientras que el segundo autoriza el empleo de 2187 millones de dólares para cubrir los vencimientos con organismos multilaterales. Pese a la ira opositora, la medida gubernamental lejos estuvo de repercutir negativamente en los mercados: la Bolsa de Comercio mejoró 1,8% y los bonos que dependen del producto bruto interno subieron más del 5%.

El martes 2 el gobierno nacional comenzó a pagar deuda con las reservas. En efecto, saldó 12 millones de dólares con un organismo regional. Mientras tanto la Corte Suprema manifestó su malestar con Cristina a raíz de sus durísimas críticas contra el poder legislativo y el poder judicial. Desde el propio máximo tribunal de garantías constitucionales se sostuvo que si había sido intención de la presidente iniciar un conflicto de semejante magnitud, no había evaluado correctamente las consecuencias.

El miércoles 3 la oposición se adueñó del Senado. Logró imponer el poder de los números (el mágico 37), con lo cual le arrebató al kirchnerismo la mayoría en todas las comisiones. Exultantes, los opositores dieron un paso más en su avanzada y, en tiempo récord, sacó un dictamen contrario a la flamante presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, a quien acusan de no haber cumplido con sus deberes de funcionario público al ejecutar el DNU que permitió el uso de reservas para pagar deuda. Fiel a su estilo, la presidente le ordenó a su cuestionada funcionaria que no se presentara ante la Comisión de Acuerdos en el Senado, cuyos miembros, sedientos de sangre, estaban ansiosos por escuchar su descargo. En una carta enviada al Parlamento Marcó del Pont anunció su decisión final de no presentarse a declarar en la comisión: “Les comunico que las autoridades del bloque de senadores del Frente para la victoria me han señalado que en la sesión del día de la fecha no se habría observado el reglamento de la cámara, cuestión ésta que solicito que sea debidamente atendida” (La Nación, 4/3/010, p. 8).

Lamentablemente, estamos al borde de un serio conflicto de poderes de impredecibles consecuencias. Por un lado, el poder ejecutivo; por el otro, un poder legislativo en pie de guerra y un poder judicial que está a punto de imitar al parlamento. La presidente no ha dado señas de querer cambiar su tradicional estilo de confrontación y la oposición, envalentonada, está dispuesta a doblar la apuesta cada vez que sea necesario. En este sentido, cabe reconocer que el estilo de conducción política de Néstor Kirchner caló hondo en la clase política. Lo más probable, entonces, es que la tensión política se incremente durante este año, para beneplácito de quienes se benefician con este estado de beligerancia. Mientras tanto, los reales y serios problemas que aquejan al pueblo (la inflación, el desempleo, la seguridad, la educación y la salud) pueden esperar.

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 6/3/010).

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