Por Luis Américo Illuminati.-

«El que no se enoja cuando hay justa causa para enojarse es inmoral. ¿Por qué? Porque el enojo busca el bien de la justicia. Y si puedes vivir en medio de la injusticia sin enojarte, eres inmoral, además de injusto» (Santo Tomás de Aquino).

Ya sabes hermano que, según Tomás de Aquino, estás en falta si no te causan enojo las tropelías del sinvergüenza y desfachatado de Grabois, militante cretinista, representante del zurdaje berreta, seudoindigenista, ave negra, patética y sórdida caricatura del Che Guevara (como lo caratuló Luis Majul).

El supuesto «discípulo o acólito papal» le dice al presidente, como si fuera un profeta o un presbítero dando un sermón: «No hay peor ciego que el que no quiere ver» (doxología). Entre otras cosas, «San Juan Grabois» le dice a Milei, amonestándolo. «Acordate que Lucifer era de las fuerzas del cielo hasta que calló en su soberbia… y acá huele a azufre, aunque Satanás se disfrace de ángel de luz (Corintios 11:14). Te creés dueño de la verdad, que es peor que mentir: es el pecado de la soberbia, el pecado de Lucifer». Semejante hipocresía y cinismo hizo que la vicepresidenta de la Nación Victoria Villarruel lo amonestara como se hace con un diablillo vestido de monaguillo. «Vos ofendés a Dios cuando tomás su Santo Nombre en vano. Dejá de usarnos a los católicos y a nuestra Fe para polemizar».

Santo Tomás de Aquino es doctor de la Iglesia y Patrón de los Estudiantes. Nació en Italia en el siglo XIII. Fue uno de los pensadores y filósofos más preponderantes e influyentes del cristianismo. Tomás, a diferencia del falso monje Grabois, se pasó la mayor parte de su vida combatiendo errores, viajando e intentando demostrar la existencia de Dios en todos sus escritos y tratados filosóficos, como la «Summa Theologiae», el máximo tratado de Teología de todos los tiempos. Hasta los ateos lo han leído y no han podido refutarlo sus detractores y adversarios. Hijo de los condes de Aquino, nació en el castillo de Rocasseca, Italia. A la edad de 19 años y a pesar de la férrea oposición de sus padres ingresó a la Orden de Predicadores (dominicos). Fue alumno de Alberto Magno en la Sorbona quien lo animó a profundizar en los estudios de la filosofía aristotélica. Por su carácter reservado, taciturno, circunspecto, fue apodado por sus condiscípulos «el buey mudo». Cuando esto llegó a oídos de su maestro, les recriminó el mote con estas palabras: «Yo les digo que este buey mugirá tan fuerte que su mugido resonará en el mundo entero».

No sorprende leer en las biografías de Santo Tomás que frecuentemente se abstraía y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su vida, estos momentos de éxtasis se sucedían con mayor frecuencia. Una vez en Nápoles, en 1273, tras completar su tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron levitar en éxtasis, y oyeron una voz que venía del crucifijo del altar que decía: «Has escrito bien de mí, Tomás, ¿qué recompensa deseas?» Tomás respondió: «Nada más que a ti, Señor». (Dominic Prümmer: «Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis, notis historicis et criticis illustrati»). Se dice que esto se repitió en Orvieto y París. Cabe agregar que «San Grabois», como profeta, ha inaugurado la religión de los fariseos, el neo fariseísmo «K». Sólo le falta levitar. Y teniendo en cuenta que citó a Lucifer o Satanás, habría que recordarle al pesado de Grabois que: “Es fácil ser pesado y difícil ser liviano. Satanás cayó por la fuerza de su gravedad” (G.K. Chesterton).

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