Por Enrique Guillermo Avogadro.-

«En aquella guerra a vida o muerte se endurecieron y debieron olvidarse de códigos, gentilezas y rituales. No hubo tiempo, espacio ni posibilidades para esas exquisiteces de la nostalgia, sólo para capear la crisis». Leonardo Padura.

Mi asombro es cada vez mayor, pero lo que lo incrementa no es la conducta de la viuda de Kirchner; en cambio, el profundo desinterés de la sociedad frente un régimen que utiliza permanentemente una maza para destruir todas las formas de convivencia civilizada no deja de sorprenderme. Como no pudo concretar la «democratización» de la Justicia, la está colonizando con jueces, fiscales y funcionarios, a los que designa sin respeto a las normas constitucionales, para garantizar no solamente la tranquilidad de su complicado horizonte penal -demostrando así su culpabilidad más allá de cualquier duda- sino para conservar un poder que, al desgranársele el que disponía en el Ejecutivo y en el Legislativo, le permita condicionar a su sucesor.

El martes 7, a las 19:00 horas, nos manifestaremos frente al Palacio de Justicia, en la Capital, y en todas las plazas del país para repudiar el golpe de estado que el Ejecutivo ha decidido ejecutar contra el Poder Judicial, con la ya innegable colaboración de la propia Corte Suprema; espero que la concurrencia sea infinitamente mayor que en las ocasiones anteriores, porque significará que la ciudadanía ha tomado conciencia, aunque sea penosamente tarde, de los graves daños que el Ejecutivo está ocasionando a la República.

El máximo Tribunal, por motivos válidamente formales, rechazó un recurso interpuesto contra la remoción del Dr. Cabral como Juez de Casación y su reemplazo por un abogado militante, todo por la necesidad del Gobierno de evitar la confirmación de la inconstitucionalidad del memorandum firmado con Irán y poner barreras al progreso de la causa Hotesur, que tanto complica a Cristina, su hijo y sus testaferros, Lázaro Báez y Cristóbal López. Al actuar así, más allá de las versiones de pactos con el Ejecutivo por el peligro de «carpetazos» contra alguno de sus miembros, la Corte olvidó que, cuando el kirchnerismo sale a jugar, cambia el árbitro y las reglas sin pudor alguno.

No se combate a los caníbales comiéndoselos, pero la razón de la existencia de la Justicia es ser la última barrera contra los abusos del poder sobre los ciudadanos y si, sea por cobardía o por interés, no cumple con esa obligación, su existencia misma debe ser cuestionada. Quien debe encabezar la resistencia al golpe de estado es la propia Corte, a quien muchos jueces ya se lo han exigido; si no lo hace, ¿qué recurso le queda a la sociedad? Será cosa de releer el artículo 21 de la Constitución, que dice: «Todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución…»

Entre los muchos problemas, todos ellos gravísimos, que deberá enfrentar la próxima administración estará la colonización que Cristina está concretando en todos los organismos del Estado, incluyendo a la Justicia, la Procuración General, el Banco Central, Aerolíneas, la Cancillería, el INDEC y hasta el INTA. Quien asuma el 10 de diciembre deberá expulsar sin miramientos a estos miles de jóvenes que no han acreditado mérito ni conocimiento alguno para ser designados (con excepción de su ciega militancia oficialista), para lo cual bastará con tomarles examen y verificar sus antecedentes. No podrán, así, invocar la cuestionable estabilidad en el empleo que gozan los empleados públicos, y la sociedad no lo toleraría porque estará sumida en una crisis de magnitudes superiores a la del 2001: cuando el denostado y ahora exaltado Carlos Menem entregó el poder a Fernando de la Rúa, la infraestructura del país, en multitud de campos, era modernísima; para comprobarlo basta recordar que sobraba energía o que los teléfonos funcionaban perfectamente.

Cristina dio otro ejemplo de cómo se la debe interpretar: simplemente, en sentido contrario. Las palmas de su discurso del miércoles se las llevó el vergonzoso autoelogio por el levantamiento de la veda a la carne fresca argentina en los Estados Unidos, que calificó como política de apoyo al sector agropecuario, que hoy vive una crisis comparable al 2008 precisamente por la intervención estatal y la sobrevaluación del peso; que se haya atribuido virtudes en esta materia suena a brutal desprecio y a falta de respeto a la ciudadanía en general, y al campo en particular. Y el jueves, en una villa porteña, cometió un acto fallido impagable, al recomendar a los chicos que leyeran «El Mercader de Venecia», cuyo personaje principal, Shylock, constituye un premonitorio retrato de don Néstor (q.e.p.d.).

Hoy (son las 00:10), en la ciudad de Buenos Aires, Córdoba, La Rioja, La Pampa y Corrientes, comenzará a despejarse el panorama político. No estoy en condiciones de dar pronósticos con relación a cada resultado, pero puedo exponer qué creo que sucederá cuando se trate de las elecciones nacionales.

Estoy convencido que ganará Mauricio Macri, y explicaré por qué. La Provincia de Buenos Aires representa aproximadamente el 40% del padrón argentino, y 17 puntos porcentuales están en el interior, cada vez más golpeado por la crisis del campo que repercute inmediatamente en la actividad económica de las ciudades y pueblos que, en 2011, cuando gozaban de una gran prosperidad, votaron masivamente por Cristina; hoy no es así, y llegará desde allí un castigo profundo. Respecto al Conurbano, debemos recordar que su primer cordón vota como lo hace la hoy Ciudad Autónoma, porque sus habitantes trabajan, estudian, se curan y se educan aquí. Finalmente, los «barones», que dependen para conservar sus cargos de intendentes de sus respectivos consejos deliberantes, detestan a Zannini y harán lo que ya hicieron en 2009 y 2013, es decir, jurar amor eterno a los K y mandar a sus tropas a votar en contra de los candidatos camporistas y, casi seguramente, en favor de la fórmula que encabeza Felipe Solá como candidato a gobernador.

En todos los relevamientos, aparece todavía un gran número de indecisos; entre quienes están dispuestos a votar por las fórmulas K no los hay, y las dudas sólo se refieren a cuál de las formas de oposición elegir; así, los votantes originales de Massa -que es quien ha proclamado más fuertemente sus diferencias con el cristinismo- o De la Sota y de Stolbizer se inclinarán por Macri. También creo que Mauricio alcanzará un mayor caudal de votos que sus propios candidatos locales en todo el país y, como todas las economías regionales están destruidas, Scioli estaría obligado a obtener un porcentaje de adhesiones imposible lograr de parte de una sociedad que, en un 60% según todas las opiniones, no quiere saber nada con la continuidad y la profundización del modelo que propone.

Si este análisis es correcto, el triunfador, que para entonces ya habrá demostrado lo exitosa que resultó su conducta PRO-pura, debería anunciar después de la primera vuelta electoral, quiénes integrarán su gabinete, incorporando a la lista a personalidades destacadas de sus partidos socios, la UCR y la Coalición Cívica -incluyendo a Ernesto Sáenz, Lilita Carrió, y Martín Lousteau- y hasta del Frente Renovador. Actuar de ese modo le permitirá ampliar enormemente la base legislativa indispensable para capear esa crisis con las menores consecuencias posibles y evitar que el bloque que formará el ¿Frente para la Qué? en ambas cámaras, con su falta de escrúpulos habitual, haga lo necesario para profundizarla.

¿Que requiere grandeza de espíritu? Obvio, pero la gobernabilidad y el futuro de la Argentina deberían primar sobre cualquier otra consideración, a riesgo de un fracaso que el país no está en condiciones de soportar más. Roguemos para que todos lo entiendan.

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