Por Hernán Andrés Kruse.-

Hace tres semanas la Plaza de Mayo se cubrió de argentinos y argentinas reclamando frutas. Ahora, se repitió el escenario pero con una diferencia: en lugar de frutas, fueron las verduras las solicitadas. Cientos de familias pertenecientes a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) se dirigieron a la histórica plaza para regalar 20.000 kilos de verduras para poner en evidencia la crisis que aqueja a los horticultores. Lo notable fue que a pocas cuadras el presidente de la nación invitaba a un selecto grupo de empresarios internacionales a invertir en el país. Las dos Argentinas casi se juntaron en pleno centro porteño. La ex presidente de la nación, Cristina Kirchner, manifestó que “son imágenes que creíamos sepultadas en la historia argentina. Con mi compañero nos rompimos el alma para que esas imágenes no se repitan”. Lamentablemente, sí lo hicieron. El ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, no hizo más que echar más leña al juego al decir que “nunca me pidieron una reunión”. Por si ello no hubiera resultado suficiente, los mandó a que “en lugar de regalar en Plaza de Mayo vayan a vender a la feria”. Desde la UTT llovieron las respuestas al funcionario. Agustín Suárez, referente de UTT, expresó: “el ministro no puede decir que nadie lo llamó. El 16 de diciembre fuimos a donar 6000 kilos a la puerta de Agricultura y nos presentamos para plantearles las necesidades que tenemos”. Agregó que “ese día nos recibió el Jefe de Gabinete del ministro, Guillermo Bernaudo, pero a partir de entonces nadie nos volvió a atender”. “Tras la devaluación y los tarifazos salimos a la calle y en marzo realizamos el primer paro quintero de 48 en La Plata, cortando todos los accesos al mercado central”, acotó. Finalizó remarcando que “si el ministro no sabe los problemas del sector, eso habla muy mal de él”. Por su parte, Enrique Martínez, coordinador del Instituto para la Producción Popular, expresó: “no puedo creer lo que dijo el ministro, la gente que estuvo en Plaza de Mayo es un grupo de productores del Gran Buenos Aires, y no son gente que venden en ferias o que le falten lugares para colocar la producción, no trabajan sobre tierras propias y son tomadores de precio, no formadores. No necesitan una feria, necesitan un trato digno, realmente es una expresión de absoluta ignorancia lo que dijo”.

Muchos de los asistentes a la Plaza de Mayo viajaron desde el conurbano bonaerense portando bolsas de supermercados y carritos con varias bolsitas. Los vecinos de la zona portaban changuitos y mochilas. La mayoría eran desocupados, jubilados y jóvenes en busca de su primer empleo. Una desocupada contó a Página 12 que había viajado desde Francisco Álvarez porque si no lo hacía no tendría verduras para comer en su hogar, por su elevado precio en el mercado. Una joven madre que vive en la Villa 31 aclaró que “vine porque en la villa la verdura cuesta más cara que en los otros barrios, y casi no compro nada, espero que me den algo para pasar la semana”. Un jubilado y vecino de la Boca manifestó: “vine para protestar por la situación en que estamos, el gobierno no escucha, te dice que escucha, pero no te da soluciones, además, como jubilado antes no pagaba ganancias, ahora pago”. Durante la entrega de las verduras miembros de la UTT leyeron un comunicado donde expresaron lo siguiente: “somos familias trabajadoras de la tierra que producimos los alimentos que el pueblo consume diariamente: verduras, cerdos, leche, queso, maíz, huevos, pollos. Pero a pesar de la dignidad de nuestro trabajo, las condiciones en las que vivimos, producimos y comercializamos son muy precarias”. Fueron cuatro los reclamos específicos: “la ley para el acceso a la tierra por parte de pequeños productores, la suspensión de los desalojos a los campesinos de sus tierras, la inmediata reglamentación y asignación de presupuesto para la Ley de Agricultura Familiar, y el apoyo para el fortalecimiento de la producción y la comercialización de los pequeños productores y las economías regionales”. Además, señalaron que “así como pagamos el alquiler, podríamos pagar un crédito y avanzar en dignidad, arraigo y una mejor calidad de vida para nuestras familias. Hay mucho territorio concentrado en pocas manos y miles de pequeños productores sin tierra y campesinos queriendo ser desalojados. Debemos comenzar a hablar de Reforma Agraria para llegar a una soberanía alimentaria” (fuente: “Un verdurazo en Plaza de Mayo no es pura verdura”, Página 12, 15/6/016).

Los despidos parecen no tener fin. El mes pasado 13.658 trabajadores fueron despedidos o suspendidos. En junio los despidos sumaron 11.721; en julio, 15.137; y en agosto, la cifra recién mencionada. El centro de Economía Política Argentina (CEPA) señaló que estos números muestran la falacia del acuerdo del presidente con los grandes empresarios hace pocos meses. Pese al acuerdo celebrado que teóricamente suspendía los despidos por tres meses, desde mayo a julio los despidos siguieron produciéndose. Para colmo, en agosto el estado retomó su práctica de despedir a mansalva. Hernán Letcher, director del CEPA, apuntó: “en julio los despidos en el sector público habían sido poco significativos, pero se activaron en agosto, tanto en la Nación como en la provincia. Estos despidos sucedieron con anterioridad a que el propio ministerio de Modernización anunciara que habrá una nueva revisión de los contratos”. A partir de la asunción de Macri en diciembre pasado, los despidos y las suspensiones llegan a 208 mil, correspondiendo el 66,07 por ciento (137.483 casos) al sector privado y el 33,93 por ciento (70.597 casos) al sector estatal. Los investigadores del CEPAL advierten que “la nueva ola de despidos del sector público, junto con la continuidad en despidos de la industria y los servicios, lejos de mostrar un cambio de etapa hacia el “segundo semestre”, sino antes bien refleja la agudización de las tendencias evidenciadas en los primeros 7 meses de gobierno”.

Al asumir Mauricio Macri dio impulso a las cesantías masivas en la administración pública con el pretexto de eliminar a los ñoquis o militantes camporistas del Estado. Fue así como 60.000 contratados fueron echados durante el verano. En marzo, los despidos en el sector privado superaban a los del sector público. En los meses siguientes las cesantías en el ámbito privado se incrementaron representando el 56,84 por ciento del total en marzo, el 61,22 por ciento en abril, el 61,83 por ciento en mayo, el 62,96 por ciento en junio, el 65,34 por ciento en julio y el 66,07 por ciento en agosto. Durante ese período los despidos en el sector estatal disminuyeron pasando a representar el 43,16 por ciento en marzo y el 33,93 por ciento en agosto. Lamentablemente, en agosto se registró el retorno de los despidos en ese ámbito (3.205 despidos contra 988 despidos en julio). Según el CEPA hubo en agosto 200 despidos en el ministerio de Educación, más de 250 en el call centar del Ministerio de Energía y 800 ingresos suspendidos en el Conicet ignorando los concursos. Agosto fue particularmente duro para los textiles. A raíz de la apertura importadora sufrieron un nuevo ajuste en la producción, lo que en la práctica significó más de cien mil suspensiones. Alpargatas suspendió en su planta de Florencio Varela 150 trabajadores mientras que Karavell siguió su ejemplo en Mercedes. También fueron sacudidos por la ola de despidos los metalúrgicos y los trabajadores de automotrices (se registraron suspensiones en Ford, Volkswagen y FIAT y despidos en Renault). Por su parte, se registraron más de 800 despidos en las empresas de electrodomésticos y artículos electrónicos. Por la baja en el consumo interno también se registraron muchos despidos en el sector de los Servicios (Comercio) (fuente: Laura Vales, “Los despidos, sin freno”, Página 12, 15/9/016).

La diferencia de criterios respecto a la inflación entre el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, florecieron en el marco del Davos porteño que se está desarrollando en el Centro Cultural Kirchner. Ante los empresarios presentes el ministro aseguró que “si barremos la incidencia de tarifas, la inflación de agosto se ubicó en 0,9 por ciento, con lo cual está bajando al estilo escalera en los últimos meses: 4, 3, 2, 1”. Incluso aventuró que no será necesario reabrir las paritarias con un nivel de inflación en torno al 1 por ciento. Horas más tarde, en un panel sobre calidad institucional, el presidente del Central contradijo a su colega al manifestar que “una inflación de uno por ciento mensual no le sirve a Argentina”. “El riesgo más grande que tenemos hoy con respecto a este tema es la complacencia”, sentenció el funcionario. Estas diferencias no son nuevas y fueron mencionadas por el propio presidente de la nación durante su exposición inaugural. Sturzenegger dijo al respecto: “cuando el Banco Central establece una posición disonante con el Ejecutivo, se confunde la sociedad y lo ve como algo negativo cuando es una señal positiva”. Sin embargo, en los centros financieros más importantes del mundo no se observa con buenos ojos que la autoridad monetaria y la cartera económica no se pongan de acuerdo en un tema tan relevante como lo es la inflación.

En tanto, el ministro de Hacienda y Finanzas defendió y destacó las medidas pro-mercado que viene impulsando el gobierno a partir de diciembre: “Este es el punto de partida en el que empiezan a madurar algunas decisiones que tomamos y será la confirmación de lo que mucho de ustedes están mirando con demasiada cautela”. El ministro está haciendo lo imposible por ahuyentar los fantasmas de la inflación y el costo salarial. Pese a que la inflación ronda el 45 por ciento interanual Prat Gay expresó que la inflación está hoy en el 1 por ciento mensual y que los gremios deberían abstenerse de exigir una mejora en la paritaria de este año si la inflación no supera el 2,5 por ciento. Incluso afirmó que en los últimos meses el salario logró recuperar algo de su poder adquisitivo a través de las paritarias vigentes. El presidente del Central fue menos optimista que el ministro. “Venimos de una inflación del 6 por ciento en abril, 4 por ciento en mayo, 3 por ciento en junio, 2 por ciento en julio y casi 1 por ciento en agosto”, replicó e insistió en que se está en presencia de una lucha que no se resolverá en el corto plazo, con lo cual no hizo más que confirmar que no modificará, al menos por ahora, la política monetaria. Para Sturzenegger “un uno por ciento es un número altísimo”. “Cuando la inflación llega al 1 por ciento es cuando los países serios inician la batalla para bajarla”, alertó. Sin embargo, aseguró que el camino emprendido por el gobierno es el correcto. En relación con los números de agosto manifestó: “un 1 por ciento en agosto y no digo deflación, porque la diferencia es la reversión del aumento de tarifas que, probablemente, vuelva a darse vuelta dentro de unos meses”. “La expectativa de la inflación se va a coordinar a la baja en base a la credibilidad del Banco Central”, agregó. Por su parte, Prat Gay había expresado más temprano que “las cosas se van ordenando” e insistió con “la situación heredada” del gobierno de Cristina y destacó que el gobierno de Macri logró eliminar “con responsabilidad todas las restricciones cambiarias, y lo hicimos bien” (fuente: Cristian Carrillo, “Prat Gay se entusiasma con la cuenta regresiva”, Página 12, 15/9/016).

No le está resultando sencillo al gobierno convencer a los empresarios extranjeros de que inviertan en el país. Éstos exigen garantías de beneficios, lo que en la práctica se traduce en recortes de derechos para los trabajadores. También demandan máxima seguridad para proteger sus inversiones, lo que implica costos adicionales para el Estado. Que finalmente vengan al país inversiones de afuera no significa que se producirá de manera automática un incremento del empleo. En efecto, un empresario foráneo puede querer comprar una empresa nacional o adquirir tierras, lo que no repercute directamente sobre el empleo. Ello sucedería en caso de que el empresario tenga en mente poner en funcionamiento una nueva fábrica, por ejemplo. Página 12 tuvo oportunidad de dialogar con varios empresarios que participan en el Davos porteño sobre esta cuestión. Luis Analla, de la compañía china Kerui, expresó: “nuestra empresa está en el negocio petrolero argentino desde hace unos cuatro años a través de la importación de equipos de perforación. La idea es potenciar el negocio con el cambio de gobierno. Empezaremos trayendo manufactura china y en función de todo este ambiente, ver de poner plantas en Argentina para manufacturar acá utilizando tecnología china”. Se quejó de que “los costos laborales acá son altos. Creo que en este evento quedó claro que hay problemas de infraestructura y de costos laborales. Los gremios petroleros tienen que empezar a entender que tienen que trabajar por productividad. Para hacer un negocio rentable en el mundo hablamos de un peso del 20 al 25 por ciento de la mano de obra en los costos. Eso es hacer un negocio, si no pongo la plata en el banco. Acá en Argentina ese porcentaje es del 50 al 60 por ciento”. Agregó que “en otros lugares del mundo, el precio del petróleo baja y las empresas bajan la actividad y reducen personal. Eso acá no pasa y es un problema”. El representante local de la empresa austríaca Swarco-confecciona sistemas inteligentes para la coordinación del tráfico en las ciudades-consideró que “la idea es crecer más en el país (hace cinco años que la empresa está radicada en Argentina). Nosotros vinimos a ver, no a invertir, es la verdad. La mayoría está en eso, según estuve hablando con gente de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Hay pocas empresas que van a poner plata ahora, seguramente las grandes, que ya están apalabradas hace tiempo. Vinimos a ver cuál es el ambiente de negocios del país. El clima es muy bueno”. Y agregó: “hay un punto principal: una empresa extranjera no va a invertir si no le dan una garantía legal y económica. Puede ser una carta de crédito de un banco internacional, que asegura el repago de la operación. Es como un seguro. Ya sabemos que la política cambia muy rápido aquí. Nadie va a venir a poner plata si esto de las garantías no está resuelto por el gobierno”. Más claro, imposible (fuente: Javier Lewkowicz, “Por ahora sólo miran”, Página 12, 15/9/016).

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