Por Carlos Fara.-

El presidente redondea 2 primeras semanas de gestión positivas en términos políticos. La prueba más difícil era la apertura del cepo -y la correlativa devaluación/sinceramiento de hecho. Hasta acá salió bien y se verá cómo se ataja la inflación y no hay caja de Pandora. El cepo no se levantó al primer día, pero sí a la semana de asumir, que a los efectos prácticos es más o menos lo mismo. El consenso de los economistas -salvo los K- le adhirió legitimidad a la movida, con las advertencias del caso.

En estas tres semanas pre y post asunción, el nuevo oficialismo hizo 2 anuncios sobre los cuales debió poner marcha atrás: 1) la saga del impuesto a las ganancias para el medio aguinaldo de fin de año, y 2) la saga del nombramiento de los jueces de la Corte. El gran ruido se armó con el segundo, no con el primero, aunque éste afecta el bolsillo de la gente, y el otro es solo institucional, sin que altere la vida de la calle

¿Por qué sucedió esto?

  1. Los temas institucionales son sensibles en la agenda de esta coalición gobernante: si fue tu bandera, la debes cuidar más que nada (como le pasó a la Alianza a poco de asumir con el profesor de tenis de Graciela Fernández Meijide).
  2. Para que la resolución sea perfecta deben legitimarla los especialistas afines a tu posicionamiento político: aquí ocurrió todo lo contrario, ya que los constitucionalistas “anti K” pusieron el grito en el cielo.
  3. La forma cuenta: nótese que no hubo cuestionamiento a los elegidos, todo lo contrario. La discusión fue sobre el procedimiento legal y político.
  4. La jugada debe ser anticipada mínimamente a los propios: aquí ni la vicepresidenta, ni el presidente provisional del Senado lo sabían, y menos aún la conducción radical. Digamos que hubo mala praxis política.
  5. No tiene sentido la hipótesis del gesto de autoridad presidencial: el gesto es tal cuando no se lo discute y se lo acata. Tampoco fue el caso.
  6. Lo que le permiten a otro, no necesariamente me lo permiten a mí: los distintos públicos miden con diferentes varas a los actores políticos. El propio público es menos tolerante en estas cuestiones delicadas que el peronista. Eso no es bueno, ni malo. Sencillamente es distinto.

Si la calle se enteró o no, le importó o no, no es el único punto (aunque da la sensación que en la clase media informada el agua corrió más de la cuenta). Esa siempre fue la reflexión de los K: “si a nuestro público no le importa, vamos para adelante”. Respecto a eso, remito al tópico 1 del análisis.

La última cuestión es que las decisiones políticas siempre tienen efectos colaterales, porque “la venganza es un plato que se como frío”. El que aparentemente perdona hoy, puede tomar represalias en el momento menos pensado y con la situación más desgraciada. Si hacer política no fuera un ajedrez tan complejo, cualquiera se recibiría de líder/estratega.

Nada de esto va a afectar la buena estrella de MM. Porque la sociedad, más madura, comprende que el puesto requiere de un entrenamiento previo, pero luego implica un aprendizaje constante y delicado.

Felices Fiestas. (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

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