Por Mauricio Ortín.-

A menos de cuatro días del pasado 24 de marzo, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires presidido por Horacio Rodríguez Larreta inició sumario a docentes de la escuela N° 8 «Carlos Della Penna» del barrio porteño de La Boca. A las maestras de sexto grado y a la directora, que ya fueron separadas de sus cargos, se les imputa haber exhibido ante sus alumnos durante el acto del “Día de la Memoria” un vídeo que incluye frases como «nuestras fuerzas armadas lograron combatir al enemigo”. He visto el vídeo en cuestión y no he encontrado absolutamente nada que no se ajuste a la verdad histórica.

El 23 de marzo del corriente año, la Legislatura de la provincia de Buenos Aires por mayoría de votos elevó al rango de ley la evidente mentira según la cual los desaparecidos durante el gobierno militar son 30.000 (simbólica o emblemática, mentira al fin). De aquí en adelante, los textos de lectura de los escolares bonaerenses, como cualquier alusión oficial al respecto, deberán perpetrar la mentira legalizada. El que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, con su millonario presupuesto, después de 35 años de investigación y recepción de denuncias contradiga dicha ley afirmando, inequívocamente, que el número es de 6.348 parece no moverle un pelo a nadie. No escuché al ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, condenar la mentira hecha ley. Tampoco hicieron comentario alguno la gobernadora María Eugenia Vidal (quien tenía la obligación moral de vetarla), Elisa Carrió, Federico Pinedo o el radical Ernesto Sanz.

De los hechos narrados, no puedo concluir otra cosa que tanto a Baradel como a los gobiernos de Cambiemos les importa un rábano la educación. Ni hablar de los fascistas que a fuerza de repetir a martillazos pretenden lograr que lo negro sea blanco.

Deseducar a los niños con el odio congénito que entraña la mentira aludida, así como mostrarse inclemente con tres maestras que, por cumplir con su misión de ser fieles a la verdad histórica y a sus alumnos, ponen en juego su medio de vida es, además de cobarde, miserable.

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