Por Luis Américo Illuminati.-

El gobierno del matrimonio Kirchner concretó una distopía similar a las escenas de la película «El Planeta de los Simios». El Cabezón Duhalde les abrió la jaula. La gran masa ciega les dio un cheque en blanco. Votaron a César K y su cónyuge -abogada exitosa- y así los ideales simiescos reemplazaron el legítimo interés nacional. Bastardearon los DD.HH. para llevar agua para su molino. Se sacaron la careta y superaron con creces a los que le precedieron en el poder.

Esta hez humana nos ha gobernado durante doce años. Como diría Santos Discépolo: «En este puto país, los inmorales y criminales son héroes y los hombres honrados son los villanos por el hecho de haber defendido a su país de la agresión de la guerrilla apátrida».

Se aliaron con el pequeño grupo de sociópatas (que se autodenominó “jóvenes idealistas” que en los setenta intentaron por todos los medios violentos voltear el gobierno del General Perón), se infiltró dentro de las filas del peronismo para enriquecerse y perpetuarse en el poder. Para conseguirlo astutamente cooptaron, coimearon y sobornaron a jueces, legisladores y empresarios.

Este deleznable grupo -para desgracia nuestra- pensó que si ofrecían al electorado un líder parecido al primate César, conseguirían salvarse de sus crímenes. Y lo lograron. Así, los ideales simiescos reemplazaron el legítimo interés nacional. Sólo un país simiesco adhiere a falsos ideales que atentan contra sus propios intereses. Pocos fueron los que protestaron y se opusieron.

El primer gobierno que comenzó con estas injustas indemnizaciones fue el de Menem, con la Ley 24.411 promulgada el 7-9-1994 por $/US$ 4.000 millones a ex subversivos y derecho-habientes a razón de $/US$ 250.000 por cabeza. Y fueron muchos los familiares de terroristas que reclamaron indemnizaciones estando vivos los supuestos deudos desaparecidos. Luego siguieron pagando alegremente Duhalde y Kirchner.

Un Estado que recompensa a familiares de asesinos que se alzaron en armas contra la sociedad y contra el estado mismo es un «Estado Terrorista», es «un estado criminal y miserable, cruza de hiena y cerdo con máscara de cordero inocente, es decir, una dictadura camuflada de democracia».

Me parece que los familiares de aquellos monstruos o engendros, si se vieran la cara al espejo y tuvieran un mínimo de vergüenza, devolverían la plata que les regaló arbitrariamente «un gobierno de delincuentes incorregibles». El espejo les mostraría el feo rostro de Judas o de Lucifer detrás de sus caras macilentas.

Nunca habrá verdadera justicia mientras existan dos raseros para juzgar los hechos cometidos durante el alzamiento subversivo de un grupo de sociópatas ayudados desde La Habana y Moscú para socavar los cimientos de la Patria y derramar la sangre de gente inocente y desprevenida.

¿Es justo que a los familiares de estas víctimas no los haya indemnizado todavía el Estado? ¿Qué clase de cerdos son los dueños de este tipo de “estado canallesco-farisaico”?

Solamente un electorado estúpido -o masa ciega- puede aceptar y aplaudir que se premie a los malvados y se encarcele a los hombres cuyo único delito es haber cumplido acabadamente con el deber impuesto por las circunstancias.

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