Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del viernes 14 de octubre, La Nación publicó un artículo de Luis Alberto Romero titulado “Para un nuevo país, nuevas dirigencias”, en el que analiza el tema de las élites en Argentina y la imperiosa necesidad de renovarlas. El autor comienza su reflexión formulando una pregunta que evidencia su enorme preocupación sobre esta cuestión: “¿Qué ha pasado con la dirigencia argentina?” Considera que el país se encuentra devastado, lo que torna impostergable reconstruirlo por intermedio de nuevas élites, emprendedoras y éticas. Pero las élites por sí solas no  pueden acometer semejante empresa. Necesitan contar con el apoyo inestimable de una sociedad que debe saber “adónde quiere ir y que hoy carece de unidad de criterio y de orientación”.

La falta de unidad es, para Romero, el problema central de la Argentina. Desde hace un tiempo se emplea el término “grieta” para intentar describirla con precisión. Sin embargo, para el autor esa palabra brinda una imagen ambigua porque alude a cuestiones distintas como “la dispersión corporativa, la división cultural e ideológica y la escisión social”. Se trata de una realidad polifásica que revela distintas caras del proceso de degradación que los argentinos venimos sufriendo desde hace mucho tiempo. Si hay algo que caracteriza a las élites de nuestro país es su incapacidad para incluir y ver más allá de sus narices. Para ellas el largo plazo no existe. Viven pendientes del hoy tratando de sacar el mayor provecho posible de su capacidad de influencia sobre el gobernante de turno. Ello explica su destreza en el “arte” de defender sus intereses sectoriales en detrimento de los intereses del grueso de la sociedad. Los empresarios, por ejemplo, constituyen una de las élites más antiguas del país. Romero rememora el caso de los empresarios tucumanos que en 1876 presionaron hasta conseguir una tarifa aduanera que protegiera sus productos, surgiendo el Centro Azucarero Tucumano como un emblema del lobby empresario. A partir de entonces “puede trazarse el largo ciclo de la promoción y la prebenda empresarial, que benefició alternativamente a ganaderos invernadores, industriales mercadointernistas o contratistas estatales, entre otros tantos. Grandes y chicos organizaron corporaciones férreas y militantes para defender lo suyo. Carentes de un “interés de clase”, como se decía antes, no llegan a alinear al mundo empresario en una propuesta común”. Siempre se dio en el país lo que se denominó “el capitalismo de amigos”, la connivencia al margen de la ley entre el poder político y el poder empresario o, si se prefiere, entre el gobernante de turno y sus empresarios amigos. Un ejemplo paradigmático de “capitalismo de amigos” es el de Franco Macri, quien amasó una inmensa fortuna haciendo negocios con el poder político, civil o militar.

Los empresarios no son los únicos que efectúan reclamos sectoriales. El sindicalismo también opera de esa forma. Sus objetivos son siempre cortoplacistas: mejoras salariales para sus representados y ventajas colosales para la élite. Romero destaca la existencia de otras corporaciones que operan de igual manera: la corporación militar, la corporación judicial, la corporación policial y, por supuesto, la corporación política. La corporación militar fue un actor protagónico de la historia argentina entre 1810 y 1990. Durante ese largo período llegó a conformar un partido militar que llegó a detentar el poder en varias oportunidades luego de desalojar al presidente que había llegado al poder por el voto popular. El sanguinario alzamiento carapintada de diciembre de 1990 señaló el fin de las Fuerzas Armadas como actor político relevante y como fuerza corporativa capaz de ejercer una gran influencia sobre el presidente de turno. La corporación judicial se hizo notar fuertemente durante el kirchnerismo, especialmente en lo relacionado con la Ley de Medios. Las continuas cautelares fueron el medio de que se valió el Grupo Clarín para impedir que dicha norma, votada mayoritariamente por el Congreso, entrara en vigencia. En diciembre de 2013 se produjeron una serie de amotinamientos policiales que pusieron en jaque al país. En pocas horas quedó en evidencia lo que puede provocar una reacción negativa de la corporación policial: el país retornó momentáneamente al estado de naturaleza pintado por Hobbes en el Leviatán. Por último, la corporación política es una de las más poderosas de la Argentina. Ello quedó palmariamente en evidencia en 2000 cuando el por entonces vicepresidente Álvarez intentó investigar hasta las últimas consecuencias el escándalo de “la Banelco”. Resultado: se vio obligado a renunciar al quedarse literalmente solo.

Culturalmente el pueblo está profundamente dividido. Hace mucho tiempo que la intransigencia impone sus códigos. Ya no se pide polemizar con el adversario sino eliminarlo, porque dejó de ser tal para pasar a ser un enemigo. Durante el siglo XIX la Argentina moderna se apoyó en una serie de consensos en torno a los valores consagrados por la Constitución de 1853. El autor no menciona algo fundamental: esa Argentina liberal excluía a la mayoría de la población. Económica y políticamente, las mayorías no contaban en la Argentina de la democracia restringida. Ello explica el cambio que se produjo a fines de ese siglo cuando la intransigencia se transformó en una virtud, destaca Romero. Alude al surgimiento del radicalismo como fuerza política revolucionaria y su lucha inclaudicable contra “el régimen”. La intransigencia radical fue la lógica consecuencia del elitismo del régimen conservador. En el siglo XX, señala el autor, las posturas integristas dominaron el debate acerca de la nacionalidad, debate que estuvo marcado por dos voces poderosas, la del ejército y la de la iglesia. Ambos factores de poder conformaron en la década del treinta el nacionalcatolicismo, que tuvo buena acogida en un mundo signado por el éxito ideológico del fascismo. El radicalismo yirigoyenista y el peronismo fueron las primeras fuerzas políticas en expresar una concepción “movimientista” y maniquea de la política. Ambos coincidían en la jefatura omnímoda del líder (Yrigoyen y Perón) enfrentado con el enemigo (la oligarquía). El populismo nacionalista emergente fue, según Romero, “democrático, plebiscitario, autoritario y antiliberal, con tendencia al unanimismo y la dictadura”. A partir de ese momento la cultura política se apoyó en la intolerancia facciosa, dejando en minoría  a los defensores del pluralismo y las instituciones. La presidencia de Alfonsín constituyó para Romero una gran oportunidad para construir una democracia republicana y liberal, pero el proyecto se desmoronó como un castillo de naipes de la mano de la hiperinflación y los saqueos.

Romero es muy duro con el peronismo. El Perón de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado marcó a fuego la convivencia entre los argentinos. En esa época muchos dirigentes opositores fueron encarcelados o se vieron obligados a marchar al exilio. El antagonismo peronismo-antiperonismo dividió al país en dos sectores  irreconciliables. En la década del setenta la derecha y la izquierda del peronismo decidieron dirimir sus diferencias a balazos transformando a la Argentina en un enorme mar rojo. En 2001 la población se rebeló contra la clase política al grito de “que se vayan todos que no quede ni uno solo”. No solo ningún político se fue sino que al poco tiempo volvieron a detentar el poder. Hace poco el ex presidente Eduardo Duhalde cometió un sincericidio político: reconoció que pertenecía a una dirigencia política de mierda. El problema es que esa dirigencia de mierda no nació de un repollo sino que fue elegida por nosotros, el pueblo. Lamentablemente, esa dirigencia de mierda es un fiel reflejo de lo que los argentinos y argentinas somos como sociedad: una mierda. “Hoy”, destaca Romero, “esas pasiones se van calmando, pero el antiguo fuego late en los cenicientos rescoldos y sigue sumando dificultades para la concertación de un programa social de acción común”. Finaliza su reflexión considerando que “es la ocasión para una renovación profunda de la dirigencia, sus tendencias y sus ideas. El Estado puede colaborar transparentando sus acciones y desalentando los comportamientos colusivos y prebendarios, pero son los propios sectores dirigentes quienes deben realizar el trabajo, abriendo el camino a sus mejores elementos” (…) “Una clase dirigente así renovada podría discutir acerca del interés general, tan reacio a definiciones. Éste es el tema de la batalla cultural, que no consiste en erradicar ninguna de las corrientes de opinión existentes-cada una tiene su riqueza-, sino en reducir sus elementos divisivos y facciosos, achicar el espacio de las pasiones y crear las condiciones para un diálogo fluido, un debate más o menos racional y una resolución en la que los ganadores vayan incorporando los puntos de vista de los otros”. Mientras proliferen los Marcos Aguinis-“el kirchnerismo es sinónimo de nacionalsocialismo”, dijo recientemente-ello será absolutamente imposible.

Luego de “convencer” a la CGT de archivar, al menos por el momento, la convocatoria a un paro general contra la política monetaria, el gobierno se valió del decreto 1092 para oficializar la convocatoria a un diálogo con la central sindical y las cámaras empresarias. La iniciativa se titula “Diálogo para la producción y el trabajo” y su primera reunión está prevista para el próximo miércoles. Cuando se sienten en la mesa de negociaciones los popes sindicales insistirán con su reclamo del bono de fin de año para compensar, aunque sea en parte, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios sufrida durante 2016. Pedirán, además, que el bono englobe tanto a los empleados públicos como a los privados. Sin embargo, dirigentes de la UIA dejaron bien en claro que las empresas no otorgarán ese beneficio e insistieron en que cualquier acuerdo debe ser negociado sector por sector.

El decreto lleva las firmas del presidente Macri, el jefe de Gabinete y los Ministros de Trabajo y Producción. Dispone que sean justamente estos tres funcionarios los encargados de la coordinación de las comisiones. “La finalidad es crear un espacio donde se discutan los lineamientos generales orientados a la creación de empleo, la protección del valor adquisitivo del salario y el crecimiento de la producción”, sostiene la norma. El bono para los trabajadores será el tema a tratar el miércoles próximo y seguramente será el que mayores polémicas levantará.  El gobierno le ha prometido a la CGT que concederá el bono a los trabajadores estatales, aunque aún se discute su monto que para la CGT no debe ser inferior a 2000 pesos. En cambio, los popes empresariales se niegan a extender ese beneficio a los empleados privados, es decir, a sus propios empleados. Hasta ahora el gobierno consiguió que la CGT desistiera de su reclamo de la reapertura de paritarias. Al respecto, Triaca señaló que “hemos llevado con éxito más del 90 por ciento de las negociaciones paritarias que sindicatos y empresarios firmaron con lo que consideraban adecuado. Ese reclamo no considera lo que hemos vivido durante todo el año pero no significa que pueda haber situaciones particulares en un contexto donde cada uno puede manifestarse como quiera”. En diálogo con radio La Red el ministro expresó que los 1000 pesos que el gobierno otorgará a quienes cobran la AUH será “por grupo familiar”, con lo cual unas 2,2 millones de familias recibirán esa migaja (fuente: “Mesa de diálogo con la tabla inclinada”, Página 12, 14/10/016).

Los empresarios que estuvieron presentes en el Coloquio de Idea celebrado en Mar del Plata consideraron que el bono de fin de año deberá discutirse sector por sector. Dicen que no hay tal cosa como un piso en ese bono a raíz del carácter heterogéneo de los sectores y rubros económicos que quedarían comprendidos. Los empresarios tienen decidido hacer causa común con el gobierno nacional en esta cuestión. Mario Quintana, vicejefe de Gabinete, hizo saber que el gobierno tiene decidido no definir un piso para el bono de fin de año sino hacer negociaciones sectoriales. Pese a estar muy contentos con el rumbo económico que ha adoptado el gobierno de Macri, cuando surge el tema de la mejora salarial comienzan a hacer referencia a la falta de competitividad y a los altos costos. Incluso para aquellos empresarios que niegan que la situación sea grave, no ven con buenos ojos la implementación del bono de fin de año. Adrián Kaufmann Brea, director ejecutivo de Arcor y presidente de la UIA, sostuvo que “son casos distintos. No se puede evaluar un bono para todos de manera unificada. Existen 815 paritarias que deberían revisarse sólo dentro de la actividad industrial”. Y destacó que la reunión de la semana próxima servirá para discutir sobre producción y no para evaluar la aplicación o no de un bono. José Urtubey, miembro de la UIA, dijo que el país viene sufriendo un estancamiento en la industria que lleva cuatro años, con lo cual queda descartada la aplicación uniforme del bono. Esta negativa no condice con el clima de euforia que se vivió en el Coloquio. Para Kaufmann Brea la economía crecerá el año que viene un 2 o 3 por ciento. En materia inflacionaria, consideró que oscilará entre un 17 y un 22 por ciento, a diferencia del presupuesto que prevé una inflación del 12 al 17 por ciento. “La apuesta es a que crezca Brasil”, enfatizó. Para los directivos de grandes organizaciones la apertura indiscriminada de las importaciones no es un tema que los desvele. “No hay preocupación por la importación”, dijo tajante Uriburu, pese a que Techint suele quejarse de las compras al coloso asiático. Los empresarios también negaron problemas de consumo dentro del país. Kaufmann Brea aseguró que no existen problemas de esa índole pese a que su planta en Colonia Caroya ordenó el adelantamiento de las vacaciones a 400 trabajadores. Al respecto, señaló que “no fueron suspendidos, se les adelantaron las vacaciones en el marco de la ley y se mantienen los puestos, como en la industria automotriz, en donde se está trabajando 7 u 8 días al mes y cobran el 75 por ciento del sueldo” (fuente: “Optimistas, pero del bono ni hablar”, página 12, 14/10/016).

La inflación continúa vivita y coleando. En septiembre los precios subieron un 1,1 por ciento (Indec). Tal como sucedió en agosto la vivienda y los servicios básicos cayeron por una razón de peso: el fallo de la Corte Suprema que anuló el tarifazo de gas para todos los hogares argentinos. A pesar de ello, los alimentos subieron un 2,3 por ciento, cifra marcadamente superior a la registrada el mes anterior, que fue del 0,7 por ciento. La indumentaria fue el rubro que registró el mayor aumento (4,9 por ciento) que tiene su explicación en la fuerte suba (6 por ciento) que registró la ropa. El calzado, por ejemplo, subió el 2,9 por ciento. Sin embargo, lo más delicado es el constante incremento del rubro alimentos y bebidas que golpea directamente a los sectores más vulnerables de la sociedad. Si se desmenuza el incremento del 2,3 por ciento de alimentos y bebidas, se observan subas en las bebidas no alcohólicas del 5,2 por ciento; de los aceites y grasas, del 4,8 por ciento; del azúcar, la miel y el cacao, del 4,2 por ciento; de las bebidas alcohólicas, del 3,7 por ciento; y de las verduras, del 2,1 por ciento. También se registraron subas en los precios del zapallo anco (34,1 por ciento); del tomate (16,9 por ciento); de la batata (15,4 por ciento); del limón (15,2 por ciento); del azúcar (10,5 por ciento); de la gaseosa cola (6,6 por ciento); del arroz blanco simple (5,5 por ciento); del aceite de girasol (5,4 por ciento); de la leche en polvo entera (5,2 por ciento); del aceite mezcla (4,8 por ciento); de las hamburguesas congeladas (4,6 por ciento); y de la manteca (4,2 por ciento). En cambio, la lechuga registró una baja del 27,8 por ciento y la banana, del 0,5 por ciento. En materia de esparcimiento también se registraron fuertes subas. Los diarios, libros y revistas registraron un aumento del 2,2 por ciento mientras que el turismo subió un 2,1 por ciento. Por su parte, el transporte y las comunicaciones subieron un 0,8 por ciento. La realidad, terca por naturaleza, sigue empecinándose en desmentir a los funcionarios económicos de Cambiemos (fuente: “Precios que no encuentran su techo”, Página 12, 14/10/016).

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