Por Malú Kikuchi.-

El 25 de octubre fue una fiesta. Para algunos. No para el FPV. Como la política no se entiende exclusivamente a través de números, más bien se maneja con impresiones y sensaciones, aunque el FPV ganó por 2,5%, se cree que Macri ganó y Scioli perdió.

Y es cierto, Scioli perdió la provincia de Buenos Aires a manos de María Eugenia Vidal, 42 años, fresca, transparente, sonrisa abierta y oídos dispuestos a escuchar. Ejecutiva y efectiva. Hizo un gran trabajo en CABA como ministra y como vicegobernadora a lo largo de 8 años.

El FPV perdió intendencias ante el avance imparable de los jóvenes de Cambiemos, de los que no se pudieron defender los eternos barones del conurbano. Cayeron las ciudades importantes y la parte rural de la provincia. Al grito de “se puede”, pudieron. Nada es para siempre, con excepción de los Castro en Cuba.

El domingo 25, ansiosa, la sociedad esperaba datos oficiales que aparecerían después de seis horas y 6 minutos (¡6hs, 6´!), hasta ahora inexplicables. Recién se pudieron ver cuando ya estaba subido el 63% de los votos. ¿Querían tapar la mala elección o “corregirla”? En la Argentina K, es fácil ser malpensado.

El fraude, si es que pretendían hacerlo, no fue posible gracias a los maravillosos fiscales de toda la oposición. Estuvieron las horas necesarias, sin desertar de la alta misión confiada: resguardar la voluntad popular. Y lo hicieron. Deben repetirlo el 22/11/2015. De ellos depende la legitimidad del próximo presidente.

Para el 22/11, el problema que enfrenta Scioli es lo que Aníbal Fernández llamó el “fuego amigo”. El jueves 29 la presidente dio una buena muestra de lo que eso significa. En una maratón de discursos que empezaron en el salón de las mujeres de la Casa Rosada y siguió por los sucesivos patios de la misma, la presidente habló, habló, habló. Habló.

Jamás nombró a Scioli, pidió votar “el modelo” (¿?), descolocó a su candidato aclarando que no se puede pagar el 82% móvil a los jubilados, algo que ella vetó en su momento y que Scioli había prometido esa mañana. Nombró a Vidal y a Macri, nunca a Scioli

A Scioli le echó en cara, sin nombrarlo, que ella había sacado el 45% en 2007 y el 55% en 2011, y ahora (con Scioli) había balotaje. No sólo ninguneó al candidato, sino que le dio trato de pobre cosa. Scioli está en un brete, si se separa abiertamente de ella (ahora parece tarde), se queda sin los votos K, que parece ser tienen techo: el 35, 5%.

Si se queda con Cristina, el “fuego amigo” va a acabar con él. Salvo milagro, y estos ocurren cada tanto. No se le ocurrió a Cris pensar que es la madre de la derrota, salvo la parte que le toca a Scioli por haber aceptado que le hiciera todas y cada una de las listas, senadores, diputados, legisladores, ¡hasta el vice!

No se sabe que es eso de ser más Scioli que nunca, promesa del malquerido candidato, pero el jueves se tuvo la versión completa de lo que es ser más Cristina que nunca. Todo su resentimiento salió a borbotones cuando se felicitaba por las banderas socialistas, comunistas y con la cara del Che, que invadían los patios de la Casa Rosada.

Como la Pasionaria* preparándose a partir hacia la ex URSS, allá por 1939, abandonando España, ya perdida la guerra civil, se reía, gritaba, gesticulaba, arengaba, recurría al pasado, se envolvía en un futuro venturoso para su reconocida y finalmente aceptada filiación de extrema izquierda. Asustaba.

Le llevó 8 años reconocer que se reconocía en los “maravillosos muchachos idealistas”, de los que quizás hubiera sido parte de no haberse casado con un “exitoso abogado especializado en la 1050”, esa terrible ley que expoliaba las viviendas de los pobres que no podían pagar la desmedida indexación impuesta por Martínez de Hoz. Política usuraria que fue la base de la fortuna K.

Quizás el jueves 29/10, después del cachetazo de las elecciones, llegó la catarsis. Por fin, después de años de sometimiento al marido, a los cargos ejercidos, a su amor por el dinero y por lo que este compra, a lo que se exige como políticamente correcto, por fin, pudo ser Cristina Elisabet Wilhem Fernández, nacida en Tolosa, suburbio platense. Y fue Cristina. Qué triste final.

“¡Ay, Cristina!”

* ¡Ay, Carmela”! Canción de la guerra Civil Española, para El Paso del Ebro, del lado republicano, que perdió la guerra en 1939. En 1986 una obra de teatro y en 1990, una muy premiada película, todo con el mismo argumento, rescatan la canción.

* La Pasionaria, Dolores Ibárruru, 1895/1989. Partido Comunista español, famosa por el grito de “no pasarán” durante el sitio de Madrid, plaza que ya estaba perdida. Fue presidenta del PC español desde la URSS y volvió a España en 1977.

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