Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 9 de abril, Página/12 publicó el texto de la Carta Abierta número 25 titulado “La medida de lo humano”. Expresa lo siguiente: “Si la política fuera una ondulación de fuerzas y hubiera un aparato científico para medirlas, podríamos decir que el macrismo está en un momento donde el ciclo inicial de acumulación no ha concluido aún. Pero por suerte, la política no tiene aparatos tan sinuosos de medición, aunque continuamente este gobierno más que cualquier otro, se la pasa midiendo” (…) “Los medidores macristas, tanto los públicos como los secretos…dirigen la robótica del gobierno según parámetros de la inteligencia artificial y otros lineamientos del cientificismo empresarial y la mercantilización de informaciones personales privadas. ¿Cuál es la mercancía que miden? Las pasiones públicas. Y allí encuentran razones para sus hipótesis de permanencia en el poder, considerándose dentro de un tiempo abstracto donde sólo existen conceptos como aceleración o gradualismo, donde impera la idea de objetivos, no de plazos” (…) “Y el medidor, el llamado amperímetro ¿dice que hay tanto más aceptación cuanto más empeño se ponga en ser despiadado, pero con sonrisa indiferente en los labios?” (…) “Se cree que con el macrismo permanecen las instituciones democráticas, los ejercicios de representación, las alternativas con las que se empalma el juego abierto entre Estado y sociedad, lo cual es aceptable como apariencia pero erróneo como realidad” (…) “Durante el gobierno kirchnerista arreció una campaña que prácticamente abarcó a todos los medios de comunicación en torno al llamado relato gubernamental, que llevaba a dividir lo real en una zona dominante de imposturas y en una franja declaracionista destinada a disfrazar esas imposturas” (…) “Les pedimos a quienes formularon esa cuestión como si hablaran en nombre de una realidad desnuda, monolítica, hecha de granito y piedras duras, que digan en qué situación estamos ahora” (…) “¿Es Macri una vuelta a la realidad, tomada unívocamente como último soporte de una verdad objetiva?” (…) “En un ensayo final de experimentación humana, el macrismo está a punto de industrializar la conciencia pública y llamar pluralismo a la aceptación de ese molde genérico, y dentro sentirse “libremente” vanguardista o “libremente” contestatario” (…) “El gobierno ve la política como un adosamiento exterior, manejado para que las víctimas se sientan felices de serlo y el victimario sea envidiado” (…) “Es un gobierno, el macrismo, que habla de lo que se mide y mide lo que se habla. En ese sentido es un gobierno de papel maché sostenido por hierros duros de un capitalismo de mastines” (…) “Según arcaicas etimologías, hombre quiere decir medida. Pueden sacarse extraordinarias conclusiones de este hecho” (…) “Pero en el macrismo, hombre es medida de pérdida de autonomía del sujeto, pérdida de soberanía del común nacional, pérdida de entidad subjetiva en el intercambio de bienes y servicios, pérdida de la noción social de la política y de la noción política de la representación social. La combinación de la ternura y la confianza de que mide bien la crueldad, caracterizan a Macri como a Vidal. Otrora se había definido el liberalismo como falta de crueldad. Ahora se han encontrado en la bisectriz adecuada, los dos vocablos se han conjugado” (…) “Todo está medido por la nueva forma del fetichismo de la mercancía, cual es la del fetichismo del gobierno que mide su crueldad y está satisfecho de los resultados conseguidos. El descaro y la capacidad de daño infligido velozmente en razón de la pérdida masiva de derechos, se mide, el aumento exponencial de la pobreza, la reducción de la calidad de vida en alimentación, salud, vestimenta, acceso a la educación y el trabajo; se mide y se aprueba” (…) “Pero medir es la ocupación menos feroz del mundo. Objetivamente, puede medirse la propia ferocidad. En el casillero del medidor figura como “lo que la gente quiere”. Esta es la posta post del relato” (…) “El gobierno elegido por el pueblo, que hace de las elecciones no un evento de la democracia sino un estudio de casos que el laboratorio en las sombras luego mide y sopesa, está destruyendo las instituciones, tergiversando la función de la justicia a la que también somete a su propio balancín, que concluye en la figura presidencial como Gran Juez en última instancia, sin que ello se debilite por ser una figura carente de elocuencia, de alimentos culturales y de sensibilidades sociales” (…) “Una metodología direccionada a cercenar obscenamente la libertad de expresión, con aprietes, expulsiones y mensajes de contenido mafioso a los periodistas, no son novedad. La novedad es que lo hacen en un mundo en el que no viven, no lo habitan pues se repliegan lejos en la ultratumba de los medidores…donde todo fluye con el auxilio de banalidades ilimitadas, mientras que la otra realidad anulada quedó a cargo de inventores de fraseologías, consultores del estado de conciencia colectiva donde introducen la varilla que mide el aceite” (…) “Entonces hablemos de lo real como de unos estamentos que se combinan entre sí bajo la forma del manipuleo de la relación de lo legal con lo ilegal, triunfando siempre este último, o haciendo pasar a lo legal las porciones enteras de lo ilegal, como cuando se dice que los capitales off shore no son ilegales. Novedad macrista: basta “blanquear” la ilegalidad para que se torne legal” (…) “Todo esto enturbia el juicio crítico, lacera la memoria y distorsiona el dato fáctico al sustraer la mirada hacia un territorio libre de conflictos…la promesa de un mundo más simple y moderno, con tecnologías renovadas para trámites y comunicaciones celulares, confunden la democracia con una ciudadanía que consiste en “viralizaciones” y las dificultades de la existencia colectiva con una psicopatía para la gente linda, que acepta la epidemia de una época llena de rebusques discursivos y palmaria escasez en los repartos del ingreso público-que consolida y acrecienta la desigualdad-“ (…) “Bajo la sonrisa sobradora del verdugo, vienen las novedades del Comando Sur…viene el endeudamiento, el desafuero económico de la fuga de divisas, los negocios de familia…viene el arrasamiento del trabajo debilitando a la clase trabajadora…se degrada intencionalmente la estatura de la capacidad intelectual y productiva de un país…nos humillamos ante los poderes mundiales…se consuma la adhesión a un nuevo plan ofensivo para quebrar los proyectos nacionales y populares de América Latina” (…) “Ante todo esto, festejamos que haya resistencia y que sobre esos cimientos, tanto antiguos como emergentes, se construya un frente social de unidad entre todos los sectores que no fueron absorbidos por la aspiradora conceptual del macrismo, disparando a las espaldas de la memoria colectiva”.

En su edición del 8 de abril Página/12 publicó un artículo de Edgardo Mocca titulado “El golpe brasileño y los argentinos”. Escribió el autor: “En Brasil se acaba de producir la quiebra del proceso de democratización de América del Sur, iniciado con la asunción de Raúl Alfonsín a la presidencia argentina en 1983. Y vale recordar que la democracia se recuperó después de un proceso de golpes de estado y dictaduras que se inició, justamente, en Brasil en 1964 con el golpe contra Joao Goulart” (…) “Hasta aquí parece que todo esto no tiene nada que ver con el golpe de estado contra Lula perpetrado por las élites brasileñas, y trabajadas por el imperio; no otra cosa es lo que alimentó la payasada judicial que agravia hoy a Brasil. Mucho menos tendría que ver con los argentinos que podríamos mirar para otro lado y hacer de cuenta que no pasó nada en el país vecino. Sin embargo, tiene mucho que ver. Si miramos con un poco de atención vamos a descubrir una interesante correlación. Los quince años que van de 1974 a 1989 son los años que el análisis histórico atribuye a la consolidación de la globalización neoliberal” (…) “¿Cómo pueden coincidir en el tiempo los procesos de recuperación democrática y los de la transformación del capitalismo nacional-industrial-social emergido triunfante de la segunda guerra en el nuevo capitalismo de la timba financiera que se ensancha día a día?” (…) “El hecho real es que las democracias globalizadas, que sucedieron a las añejas dictaduras de signo militar, tienen algunos rasgos más o menos comunes. Son todas democracias de partidos. En todas ellas funciona la alternancia. Y funcionó hasta el final del siglo pasado una suerte de pacto no escrito en cuyo marco había cosas que no se podían hacer, particularmente afectar los intereses y los negocios del sector dominante del país” (…) “Que las élites locales e internacionales quisieran sacarse de encima a las paleodictaduras es fácil de explicar. El abuso de poder corporativo por los caudillos autoritarios, la exposición de los militares a situaciones críticas y a bandazos ideológicos…y el factor de incertidumbre que siempre tiene un proceso no sujeto a reglas ciertas, entre otras muchas cosas, lo explican. El éxito de las transiciones democrático-liberales consistió en sacar del escenario central de la discusión y de la lucha política cualquier idea de transformación del carácter de nuestras democracias” (…) “Se impuso la democracia como el nombre de una maquinaria institucional cuyo funcionamiento estable y regular es el único bien al que podemos aspirar” (…) “El caso es que la crisis del consenso de Washington creó las condiciones para que el contrato neoliberal se rompiera. Que se rompiera no significa, desgraciadamente, que se lo reemplazara por un nuevo contrato claro y superior” (…) “Los gobiernos “populistas” sudamericanos de los primeros años son el signo definitivo de lo que las élites de la democracia neoliberal-locales y extranjeras-no pueden admitir. Naturalmente, por ahora, el asalto y la recuperación del poder no pueden asumir las formas antiguas de la intervención militar y la violencia sin reglas. Se recurre a sistemas judiciales corruptos, el aparato monopólico de comunicación, servicios de inteligencia que trabajan en redes de conexión internacionales y políticos dispuestos a alinearse” (…) “El mensaje del poder en Brasil tiene un enorme alcance regional. Es una declaración de guerra preventiva, es el aviso de que no se tolerarán hacia el futuro, liderazgos y proyectos que pongan en juego la “paz de los poderosos” (…) “Es indispensable pensar la política en nuestro país en los años que vienen a partir de esta novedad que trae la experiencia brasileña”.

En su edición del 7 de abril Página/12 publicó un artículo de Luis Bruschtein titulado “Despeñadero”. Escribió el autor: “El arresto de Lula va más allá de Brasil, tantea límites y bordea abismos conocidos, regresa a escenas del pasado, cierra puertas en toda la región. Las democracias recuperadas tras la caída de las dictaduras han llegado a una encrucijada o un despeñadero. Esa imagen de Lula perseguido y acorralado por los poderosos trae reminiscencias inevitables del Salvador Allende de los ´70 en el Chile de los cacerolazos y los momios” (…) “Ahora no hay tanques en las calles, no hay bombardeos” (…) “Tras el golpe parlamentario que desplazó a la presidenta Dilma Rousseff, Lula decidió salir a la calle. A Rousseff la destituyó el Parlamento en un golpe palaciego y no le pudieron probar una sola acusación de corrupción” (…) “Dilma fue derrocada pero ni siquiera fue acusada penalmente” (…) “La convicción democrática de Lula lo llevó a la calle, hizo caravanas por todo Brasil y logró revertir los efectos de la fuerte campaña de O´Globo en su contra. Las encuestas lo mostraron como el candidato con más intención de voto, muy por delante de su seguidor inmediato, Jair Bolsonaro, un fascista que simpatiza con las dictaduras militares” (…) “Lula hubiera ganado las elecciones y probablemente todavía lo puede hacer porque el Partido de los Trabajadores anunció que presentará su candidatura aunque esté en prisión. Quedará así expuesta la falsa vocación democrática de la derecha representada por sectores del Poder Judicial, el poder económico y las corporaciones mediáticas” (…) “El juez de Curitiba, Sergio moro, ha sido acusado de actuar por intereses políticos…es el juez que ha perseguido en forma encarnizada a Lula y el que ha ordenado su encarcelamiento” (…) “En un artículo publicado en el New York Times en enero de este año se señala que Moro “ha demostrado su propia parcialidad en varias ocasiones. Tuvo que disculparse ante el Supremo Tribunal Federal en 2016 por divulgar conversaciones grabadas entre Lula y la entonces presidenta Dilma Rousseff, su abogado y su esposa e hijos” (…) “El artículo se extiende para demostrar que Lula ha sido condenado sin pruebas consistentes, nada más que con una declaración obtenida luego de que el testigo permaneciera detenido seis meses sin juicio. Previamente había declarado lo contrario y se negaron a concederle los beneficios de la ley del arrepentido, que solamente le otorgaron cuando implicó a Lula” (…) “El habeas corpus que presentó Lula ante el Tribunal Superior de Justicia fue rechazado por seis de los once jueces que lo integran. De esos seis, cinco fueron designados durante la gestión del acusado. Por esa razón, eran los más vulnerables a la presión mediática encabezada por O´Globo, que fue el origen de las denuncias. Estaba claro que si votaban a favor del hábeas corpus hubieran sido descuartizados por los medios. El poder de las corporaciones mediáticas desequilibra el sistema democrático. Y la parcialidad de una parte del Poder Judicial se suma a ese factor desequilibrante” (…) “Los ciudadanos son libres para elegir al gobierno de derecha que deseen. Pero los movimientos populares están proscriptos por la persecución mediática y judicial motorizada por el poder económico” (…) “Lula en la sede de los obreros metalúrgicos de Brasil, rodeado por decenas de miles de manifestantes es una fotografía de esa realidad, que quiere expandirse hacia los demás países de la región” (…) “El comienzo es siempre una campaña de destrucción mediática que se transforma después en amenaza judicial para arrinconar a los movimientos populares. La amenaza se mantiene si esa campaña consigue dividir y debilitar. Pero culmina con prisión y condenas, como ahora en Brasil, cuando el movimiento popular resiste las embestidas y muestra capacidad para volver a disputar el gobierno” (…) “Es la misma estrategia en todos los países. Han institucionalizado nuevamente un estatuto de violencia que no existió durante los gobiernos populares. La prisión de Lula es violencia. La persecución judicial injusta, sin pruebas y con evidentes objetivos políticos, es violencia. La derecha no es democrática y promueve la violencia. Por el contrario, los movimientos populares son democráticos porque su única arma está en la posibilidad de generar formas de expresión ciudadana para las mayorías”.

El 24 de marzo de 1976 y el 2 de abril de 1982 tienen algo en común: la hipocresía. Hoy, lunes 2 de abril, se conmemora el trigésimo sexto aniversario de la decisión de la dictadura militar comandada por Leopoldo Fortunato Galtieri de recuperar por la fuerza militar las Islas Malvinas, conquistadas por el imperio inglés en el siglo XIX. En aquel momento el régimen castrense atravesaba por una delicada situación. Había evidentes signos de desgaste en todos los ámbitos, fundamentalmente en los terrenos institucional y económico. En diciembre de 1981 el insípido Roberto Eduardo Viola, un general cercano a Videla, fue víctima de un golpe de estado palaciego que sentó en el sillón de Rivadavia a un halcón de las Fuerzas Armadas: Galtieri. Apenas asumió hizo pública una frase que lo haría famoso: “las urnas están bien guardadas”. Con estas palabras dejó bien en claro que el retorno a la democracia no estaba en sus planes. En el gabinete se destacaron dos civiles: los doctores Nicanor Costa Méndez y Roberto Teodoro Alemann. El primero se hizo cargo de la Cancillería y el segundo del ministerio de Economía. Costa Méndez era un tradicional conservador mientras que Alemann era un conspicuo representante del neoliberalismo y, fundamentalmente, de la banca suiza. La economía marchaba a los tumbos. El anterior ministro de Economía, Lorenzo Sigaut, también había lanzado una famosa frase: “el que apuesta al dólar pierde”. Los hechos demostraron que quien apostó al dólar ganó. La inflación y el desempleo estaban devastando a una sociedad que resistía como podía. Fruto de ese malhumor fue el paro general organizado por la CGT de Saúl Ubaldini el 30 de marzo de 1982. Los manifestantes que poblaron la Plaza de Mayo fueron duramente reprimidos. Fue, realmente, una jornada aciaga. Setenta y dos horas más tarde, como por arte de magia, el humor de los argentinos se modificó radicalmente. De la depresión pasamos a la euforia sin solución de continuidad. La razón fue contundente: en la mañana del 2 de abril el gobierno de Galtieri informó que se habían reconquistado las Islas Malvinas sin necesidad de disparar un solo tiro. La bandera argentina comenzó a flamear en Puerto Stanley, que a partir de ese histórico momento comenzó a llamarse Puerto Argentino. El júbilo y el frenesí invadieron las calles del país. Miles y miles de compatriotas salieron con sus autos para manifestar, bocina mediante, el estado de ánimo imperante. ¡Las Malvinas volvían a ser nuestras! En ese momento era imposible una evaluación racional de la decisión que acababa de tomar Galtieri. Recuerdo que la inmensa mayoría de la clase dirigente se mostró partidaria de la reconquista. Hubo muy pocas voces (una de ellas fue la de Raúl Alfonsín) que alertaron sobre el peligro que tal decisión podría implicar para la Argentina. La plaza de Mayo se llenó de enfervorizados manifestantes que entonaban cánticos a favor de la Argentina y en contra de los ingleses. Nadie imaginaba lo que sucedería días más tarde. Nadie suponía que Inglaterra tomaría nuevamente el control de las islas por la fuerza militar. Lo cierto es que la decisión de Galtieri molestó a la primera ministra británica Margaret Thatcher y su principal socio internacional, el presidente de EEUU Ronald Reagan. En aquel entonces estaba vigente la guerra fría. Era otro mundo, muy diferente al actual. La Unión Soviética era considerada el imperio del mal por Reagan, Thatcher y el papa Juan Pablo II. Era evidente que una guerra en el Atlántico Sur sería muy bien vista por los soviéticos. Lo curioso es que tanto Thatcher como Galtieri eran “amigos” de Reagan. Todos tenían en común un acendrado espíritu anticomunista. Es probable que Reagan, al enterarse de la noticia, haya quedado perplejo. Lo peor de todo fue que ni Galtieri ni Thatcher querían la paz. A ambos les convenía la guerra por razones similares: reconquistar el “cariño” de sus respectivos pueblos. El problema era que Galtieri parecía no ser consciente de la envergadura militar del enemigo. En efecto, el régimen militar no había hecho más que desafiar a la OTAN y, de manera indirecta, a Estados Unidos, la principal potencia militar del mundo. De todas maneras, Regan intentó evitar una conflagración bélica entre sus socios. Es por ello que envió a su secretario de Estado, el general Alexander Haig a mediar entre Galtieri y Thatcher para evitar un desastre. El funcionario visitó varias veces Buenos Aires y Londres obteniendo el mismo resultado: un fracaso rotundo. Mientras tanto, la causa Malvinas comenzó a recibir apoyos morales de Latinoamérica, el tercer mundo y, obviamente, la Unión Soviética. Paradojas de la vida política: Fidel Castro, emblema del comunismo, pasó a ser un ferviente defensor de la decisión de Galtieri, un ferviente anticomunista, de recuperar las islas. Por su parte, Fernando Belaúnde Terry, presidente peruano, se ofreció como mediador pero no consiguió absolutamente nada. Las cartas estaban echadas. Mientras tanto, el fanatismo nacionalista seguía aumentando. Quien osara cuestionar la decisión de Galtieri era inmediatamente acusado de traidor a la Patria. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que la guerra era inevitable: Thatcher había decidido enviar a la zona del Atlántico Sur cerca de 100 buques de la “Royal Navy” repletos de soldados profesionales. Por su parte, Galtieri utilizó el histórico balcón para decirle a una enfervorizada multitud: “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. La guerra dio comienzo el 1 de mayo de 1982. Duró exactamente un mes y medio. El 14 de junio las tropas argentinas se rindieron de manera incondicional. Hubo batallas sangrientas como la de Monte Longdon y actos de heroísmo de parte de la aviación. Pero la profesionalidad de los ingleses más la ayuda de Chile pudieron más que el entusiasmo argentino. La noticia de la rendición devastó al país. El desbordante festejo del 2 de abril fue sepultado por la depresión generalizada del 14 de junio. Mucho tuvo que ver con esta situación la flagrante manipulación psicológica a la que fuimos sometidos desde el noticiero central de Argentina Televisora color. Su figura estelar, el periodista José Gómez Fuentes, no se cansaba de repetir que íbamos ganando. Lo dijo en las horas previas a la rendición incondicional. La derrota en Malvinas puso en jaque a la dictadura militar. Galtieri fue echado del gobierno y se disolvió la Junta militar. A partir de ese momento y hasta las elecciones del 30 de octubre de 1983 el gobierno quedó en manos del Ejército que nombró como presidente de facto al recientemente fallecido general Bignone. A 36 años de la guerra de Malvinas muchas cosas quedaron en evidencia. El régimen de Galtieri utilizó el fanatismo nacionalista para revitalizar un gobierno que se caía a pedazos. Por eso se tomó la decisión de reconquistar Malvinas. Ahora bien, evidentemente tanto Galtieri como su canciller Costa Méndez no supieron medir las consecuencias de semejante decisión. Pareciera que hubieran dado por descontado el apoyo moral de Reagan a la causa de Malvinas cuando la historia ha demostrado hasta el cansancio la sólida “amistad” entre EEUU y Gran bretaña. ¿Qué fue lo que falló? ¿Acaso los servicios de inteligencia brindaron información falsa a Galtieri? ¿Realmente creyeron Galtieri y Costa Méndez que Thatcher no reaccionaría como finalmente lo hizo? ¿No sabían que el apodo “la dama de hierro” había sido dado por los propios soviéticos en señal de admiración y respeto? ¿Acaso pensaron que “la dama de hierro” iba a tener piedad con las tropas argentinas? Jamás la tuvo. Prueba de ello lo constituye su decisión de aniquilar al Crucero General Belgrano. ¿Por qué Galtieri no hizo retirar inmediatamente las tropas del suelo malvinense en señal de predisposición a la negociación bipartita sobre la soberanía? Estas preguntas se las llevó Galtieri a la tumba. Mientras se desarrolló el conflicto el pueblo, en su gran mayoría al menos, estuvo más pendiente de la actuación del equipo de Menotti en España que en la guerra. Aunque resulte doloroso reconocerlo, esa es la realidad. Por otra parte, cuando comenzó la guerra muchos argentinos la comparaban con un partido de fútbol. Por ejemplo, cuando la aviación hundió el buque Shefield muchos argentinos lo festejaron como un gol argentino a un equipo inglés. Nunca nos dimos cuenta de la gravedad de la situación. Nunca nos dimos cuenta de que durante varios días la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, estuvo a tiro de las naves inglesas. ¿Qué hubiera pasado si los ingleses disparaban contra el Casa Rosada, por ejemplo? Tiempo después supimos que las tropas argentinas no estaban preparadas para el combate, que no recibieron la alimentación adecuada ni tenían ropa para protegerse del intenso frío. Supimos que el grueso de las tropas estaba constituido por jóvenes de piel morocha provenientes del norte argentino que jamás habían estado en un clima tan destemplado. Supimos que fueron muchos los soldados que fueron maltratados por sus propios superiores. Una vergüenza. El pueblo argentino no toleró la derrota. A raíz de ello los ex combatientes sufrieron exclusión y menosprecio. Durante años fueron ignorados y los sucesivos gobiernos democráticos nada hicieron por ayudarlos, aunque sea económicamente. Se calcula que el número de suicidios supera al de muertos en combate, signo elocuente del desamparo en el que se encontraron una vez que regresaron a sus hogares. Maltratamos a nuestros ex combatientes porque perdieron. Salir segundo no sirve, sentenció una vez Carlos Salvador Bilardo. Sólo sirve ganar, entonces. Como ello no sucedió con nuestros soldados, los tratamos como si tuvieran sarna. Otra vergüenza incalificable. La derrota en Malvinas significó el fin de la dictadura militar. La transición democrática fue su consecuencia directa. No es cierto eso de que “el pueblo argentino recuperó al democracia”. Lo que sucedió fue que los militares no tuvieron más remedio que irse. Y se fueron porque perdieron en Malvinas. Si hubieran ganado Galtieri probablemente se hubiera quedado en el poder durante una larga temporada.

En su edición del 1 de abril Página/12 publicó un artículos de Raúl E. Zaffaroni” titulado “La deuda lesiona el derecho al desarrollo”. Escribió el autor: “Por tercera vez en cuatro décadas nuestra Nación cae en el endeudamiento” (…) “Cabe preguntarse si ante esto tiene algo que decir el derecho y, en especial, si tienen algo que decir los Derechos Humanos” (…) “Cualquier habitante sabe que si un comerciante compra siempre más de lo que vende y recurre a préstamos bancarios para cubrir la creciente pérdida que se le genera, pronto irá a la quiebra, que será calificada como fraudulenta si lo hizo en forma intencional” (…) “Es previsible que nada muy diferente le suceda a un Estado que importa más de lo que exporta y acumula deuda en dólares” (…) “Algunas voces oficialistas dicen que la deuda crecerá hasta 2020. En esa fecha, al ritmo actual de endeudamiento, por lo menos superaría la cifra inimaginable de doscientos cincuenta mil millones de dólares (250.000.000.000) y comprometería los presupuestos nacionales por varios años” (…) “Los recursos reducidos del gasto público y los que en el futuro se dediquen a pagar la deuda, suman cientos de miles de millones de dólares que no se podrán destinar a salud, educación, previsión, infraestructura, asistencia social, tecnología, ciencia e investigación, etc., lo que causará muertes, frustrará existencias por carencias alimentarias en la infancia y por dificultar la incorporación escolar y la formación profesional; exilará científicos y técnicos; provocará crisis familiares” (…) “Creemos que, ante estos resultaos, desde el derecho es verificable que nos hallamos frente a una lesión masiva al derecho humano al desarrollo” (…) “El derecho humano al desarrollo suele considerarse de tercera generación, lo que es aceptable sólo en el sentido de que su reconocimiento internacional es más reciente, pues en el plano mundial se incorporó a los temas de Naciones Unidas desde que su Comisión declaró en 1979 que el derecho al desarrollo es un derecho humano y que la igualdad de oportunidades es una prerrogativa tanto de las naciones como de los individuos que forman las naciones” (…) “Casi todo el siglo pasado se discutió una supuesta opción preferencial y hasta contradicción entre derechos individuales (llamados de primera generación) y derechos sociales (de segunda generación). Tal opción es falsa, pues si se da libertad sin pan, será usada para conseguir el pan y, de no concederlo, se perderá el pan y la libertad; si, por el contrario, se da pan sin libertad para controlar al que reparte, al final éste se quedará con la mayor parte o con todo el pan” (…) “Esto impuso la conclusión, hoy generalizada, de que los Derechos Humanos son interdependientes y, por lo tanto, no puede haber un orden de preferencias…la jerarquización de los Derechos Humanos no es más que una racionalización para violarlos” (…) “No obstante, existe otro nivel de discusión, en que se sostiene que los derechos sociales no son exigibles ante los jueces…La razón por la cual se sostiene lo anterior, en definitiva, es el temor de que los jueces ordenen políticas de Estado, lo que usualmente se llama activismo judicial y se considera un vicio” (…) “Este temor…se funda en un falso prejuicio. Según este prejuicio los derechos individuales se concretan en prohibiciones (el Estado no debe hacer algo) y los sociales en mandatos (debe hacer algo). En realidad, muchas veces el respeto a los derechos individuales exige que el Estado haga algo (mejore las cárceles, por ejemplo) y, por el contrario, la de los sociales que se abstenga a hacer algo (no reparta medicamentos vencidos, por ejemplo)” (…) “En verdad, esta disputa es más teórica que práctica, pues si por ejemplo se condena a un Estado porque ha privado a alguien de atención médica, poco importa que se invoque expresamente la lesión al derecho a la salud como social, porque de todos modos se le indica que no debe lesionar la salud de nadie, y con eso, se le está ordenando que debe respetar el derecho a la salud también como derecho social, pues la salud pública no es más que la de todos los habitantes” (…) “Pero las objeciones más fuertes (al derecho humano al desarrollo) provienen de los autores del hemisferio norte, que sostienen que es un concepto difuso que podría postergar los derechos de las dos generaciones anteriores” (…) “En el fondo, los intereses en juego responden a la creciente brecha entre norte y sur, porque el antecedente internacional de este derecho es la descolonización de tiempos de la última posguerra, dado que la primera condición del desarrollo es la independencia” (…) “La definición de la Convención Americana (incorporada a nuestra Constitución en 1994) se aproxima a la tesis que lo entiende como un derecho-síntesis, que refuerza la idea de interdependencia o conglobación de todos los Derechos Humanos” (…) “Por nuestra parte, sin apartarnos de la definición de la Convención, creemos que es algo más que eso, en razón de que el más elemental realismo jurídico muestra que el desarrollo es el presupuesto o marco indispensable para la realización de los otros Derechos Humanos, desde que un país empobrecido, con marcada estratificación, exclusión social, dependencia económica en razón de una deuda sideral y alta concentración de riqueza, mal puede hacer efectivos, no sólo los derechos sociales, sino tampoco los de la llamada primera generación, porque la conflictividad inherente a su propia precariedad le llevaría a lesionar también esos derechos” (…) “Un gobierno con mandato electoral de cuatro años, está comprometiendo quizá por décadas los presupuestos nacionales futuros, haciendo oídos sordos a las advertencias de los técnicos. Dada la incorporación de la Convención Americana a la Constitución Nacional, esta violación de Derechos Humanos es un ilícito tanto conforme a nuestro derecho nacional como al derecho internacional continental”.

En su edición del 1 de abril La Nación publicó un artículo de Jorge Fernández Díaz titulado “La autoamnistía que nadie se atreve a repudiar”. Escribió el autor: “Lo curioso no es cómo se escribe la historia, sino cómo se borra”, refería Manuel Alcántara. El viejo maestro del articulismo español aludía de algún modo a la amnesia personal y también a la colectiva, a esas operaciones de ocultamientos que nos prodiga el inconsciente o que nos imponen los hábiles memorialistas del sentido. En la Argentina se ha borrado la verdadera historia de los primeros e infaustos años 70, con sus abominables crímenes políticos y bajo la falsa idea de que recordarlos implicaría justificar la última dictadura. Mediante este chantaje eficaz…resulta que los terroristas deben ser evocados como jóvenes inocentes, lúcidos y democráticos, y Perón debe ser despegado de la salvaje persecución de “izquierdistas” que ordenó desde el poder, de los atentados perpetrados por la Juventud Sindical que actuara bajo su inspiración y de las organizaciones paraestatales de represión ilegal que montó su gobierno” (…) “Durante los últimos actos del 24 de marzo, quienes jamás pidieron perdón por sus aberraciones, quienes practicaron como soldados el terrorismo en democracia y después se refugiaron como pacifistas en los organismos de derechos humanos, celebraron una nueva misa laica y declararon su autoamnistía. Borrón y cuenta nueva, compañeros; teníamos razón en la lucha armada y no vamos a andar pisándonos el poncho, ni a darle pasto a las fieras. Somos buenos, nosotros somos buenos, y la “contradicción fundamental” consiste ahora en olvidar los pecados y divergencias, y unirnos para combatir al partido del “antipueblo”, reencarnación actual de aquel despotismo sangriento” (…) “En un momento de esa ceremonia escalofriante, los oradores aseguraron defender “la política como herramienta de transformación de la realidad”. Sin embargo, enumeraron enseguida facciones que son precisamente la negación del Estado de derecho y la consagración de la antipolítica, y lo hicieron con orgullo reivindicativo: Montoneros, FAP, FAL y ERP” (…) “También se soslayó que la cúpula montonera, creyendo que venía una especie de Lanusse y no el nefasto almirante Massera y sus pistoleros y torturadores, anhelaban el golpe castrense, alarmada e incómoda por la cacería que el propio peronismo ortodoxo había desatado contra ella. Y por supuesto, se ha omitido que los trostkistas revolucionarios tenían el mismo anhelo y pugnaban por apurar y agudizar las contradicciones; porque ya se sabe: cuanto peor, mejor” (…) “Para entender la gravedad simbólica e institucional que implica rehabilitar de manera heroica y con adulteraciones grotescas aquellas aventuras a puro gatillo y trotyl, sólo habría que imaginar qué ocurriría si en España se realizara hoy un acto celebratorio de la ETA o en Colombia se organizara una marcha para ensalzar la lucha de las FARC” (…) “Aquí nadie se arrepiente y a nadie le importa nada; cunden la cobardía, la hipocresía y la indiferencia entre la clase dirigente y una parte relevante de la intelectualidad actúa por acción o por omisión como facilitadora de este peligroso fraude convertido en doctrina” (…) “No solo es necesario ocultar los homicidios setentistas y disfrazar a los guerrilleros de algo que nunca fueron (demócratas), sino que es preciso vincular el más tenebroso gobierno de facto con un simple gobierno constitucional. El pasado con el presente”.

En su edición del 31 de marzo Página/12 publicó un artículo de Luis Bruschtein titulado “esquizofrenia” Escribió el autor: “Es esquizofrénico pero no es esquizofrenia. Cuando hablan como funcionarios de este gobierno, se quejan de la fuga de divisas por la desconfianza de los empresarios. Y cuando hablan como titulares de cuentas en el exterior, dicen que van a repatriar sus fortunas cuando “haya confianza en el país”. Quiere decir que ellos se tienen desconfianza a sí mismos. O es así, o son atorrantes de aquí a la China” (…) “Uno de los problemas básicos de este gobierno son los récords absolutos de fuga de divisas y son los mismos funcionarios de este gobierno los que generan y estimulan el problema que supuestamente debería preocuparlos” (…) “Esa contradicción es esquizofrénica, pero estos tipos no son locos, por eso no es esquizofrenia. Hay una lógica en esa contradicción en función de sus intereses como parte de una clase millonaria. Desde que Cambiemos está en el gobierno, la fuga de capitales casi se duplicó con relación al 2015. Mauricio Macri dijo que sacaba el cepo que había puesto el kirchnerismo al dólar para generar una “lluvia de inversiones”. Nunca se produjo la lluvia de inversiones, y por el contrario, la fuga de divisas fue mucho más grande que cuando existía el famoso “cepo” (…) “Según Tax Justice Betwork-una red internacional de profesionales y organizaciones que luchan contra la evasión tributaria-, las compañías transnacionales dejan de pagar unos 500.000 millones de dólares anuales en el mundo. La Argentina es el quinto país donde más lo hacen, con unos 21.400 millones” (…) “Y al mismo tiempo, según la agencia internacional Blumberg, Argentina es el país “emergente” que más deuda emitió en los últimos dos años. Y no consigue bajar el riesgo país” (…) “Lo que fugan estos delincuentes se financia con deuda externa. El crecimiento de la deuda desde que llegó Macri, siguió índices muy parecidos a los de la fuga de capitales. Sube la deuda, sube la fuga. O sea: los millones que no pagan esos atorrantes en impuestos, lo pagará con mucho sacrificio cada uno de los ciudadanos” (…) “En ese enojo de Aranguren por la pregunta sobre su fortuna, en la defensa de Macri, en general en el escándalo de las fortunas en el exterior de los funcionarios, desde Macri hasta sus ministros, que defienden y naturalizan lo que en todo el mundo es una vergüenza, se abre una ventana llena de interrogantes. Hay una sociedad que no tiene cuentas en el exterior, que tiene que pagar tarifas desproporcionadas, que necesita trabajar con esfuerzo para sobrevivir a una alta inflación con salarios a la baja, pero que recibe en forma pasiva este discurso ofensivo que justifica las artimañas de la clase millonaria en su detrimento. Hay un vínculo enfermizo y enfermante en ese diálogo alienado donde el millonario que gobierna le escupe en la cara y una parte importante de la sociedad se relame” (…) “Pero hay una carga perversa cuando se empobrece a la sociedad con medidas que buscan esa meta y se la quiere convencer que está de maravilla. Es un lenguaje que construye la justificación de los privilegios para algunos que pueden tener cuentas en el exterior y el sacrificio de la inmensa mayoría de los que van de a pie y, sobre todo, de los más vulnerables” (…) “Cualquier sacrificio se admite para impedir el regreso de ese enemigo (el kirchnerismo). Para que una parte importante de la sociedad acepte el escupitajo y la humillación se requirió la creación del enemigo virtual. Esa creación fue parte de un discurso de sometimiento como pieza central de una estrategia muy fuerte de los Ceos de Macri cuando estaban en el llano y eran opositores. Aunque ha sido también un discurso para mantenerse en el gobierno, la ilusión sobre la que se asienta es más difícil de sostener”.

En su edición del 31 de marzo La Nación publicó artículos de Eduardo Fidanza (“En Malvinas, los muertos recuperaron su nombre”) y Héctor M. Guyot (“Ha vuelto la sombra de la impunidad”).

Escribió Fidanza: “A diferencia de la mayoría de los sucesos de la historia argentina, las Malvinas son fuente de consenso. En torno a ellas, el país desarrolló una política de Estado y construyó una noción clave del sentido común de los argentinos: las Malvinas constituyen un trozo de territorio nacional arrebatado por una potencia extranjera” (…) “La saga de las Malvinas tuvo, no obstante, un punto de inflexión: la guerra que, para recuperarla, desencadenó una dictadura brutal. La causa legítima manipulada por una casta política espuria fue un mensaje difícil de descifrar. Los argentinos de aquella época escenificaron su confusión, aclamando en la Plaza de Mayo a los dictadores, para terminar gritándole poco tiempo después a su líder ocasional: “Galtieri borracho/ mataste a los muchachos”. La unidad en torno a las islas se había quebrado” (…) “La democracia restituyó a las Malvinas su carácter de causa nacional compartida por la mayoría. Los sucesivos gobiernos retomaron el reclamo diplomático y se elevó por ley a las víctimas de la guerra a la categoría de héroes, lo que significó un reconocimiento de la sociedad y el Estado a los que allí combatieron y murieron” (…) “Gracias a un trabajo mancomunado de organizaciones civiles y gubernamentales de la Argentina y el Reino Unido, de diplomáticos de carrera, de ex militares, de empresarios y hasta de figuras del espectáculo internacional, fueron identificados 90 de los 123 soldados argentinos enterrados en el cementerio de Darwin” (…) “Para que los cadáveres encontraran sus nombres debió trabajarse con ahínco durante años. Primero, buscando y sepultando a los soldados argentinos esparcidos por las Islas, luego armando una trama solidaria entre todos los involucrados hasta alcanzar el objetivo, para lo cual los métodos de identificación basados en el ADN fueron decisivos” (…) “Las Malvinas lo volvieron a conseguir, tal vez por algo que entendió Max Weber, ese nacionalista incorregible, al cabo de la Primera Guerra: la fraternidad bélica y la muerte en batalla son la base de la autonomía de la comunidad política frente a la religión. Esta tiene la incierta tarea de otorgarle sentido a la muerte natural. En cambio, el soldado idealizado sabe por qué lucha y por qué muere” (…) “El mito del héroe es a la vez un consuelo íntimo y la expresión de una identidad nacional agónica”.

Escribió Guyot: “Los juicios en los que se investigan actos de corrupción del gobierno kirchnerista son muchos” (…) “En medio de la profusión de causas que se multiplican sin prisa pero sin pausa…ciertos jueces se esconden tras los expedientes para volver a sus viejos hábitos” (…) “Fallan fiero y aspiran, como antes, a pasar desapercibidos. Pero ya no es tan fácil llevarse la mano al bolsillo tras firmar una resolución a medida y en contra de lo que dicta el derecho” (…) “De todos modos, las leyes y su interpretación siempre ofrecen el margen de oscuridad necesario como para complicarlo todo” (…) “Las maniobras delictivas del gobierno anterior fueron muchas, demasiadas, pero podrían resumirse así: en complicidad con supuestos empresarios, los funcionarios vaciaban el Estado mediante obra y facturación truchas para darle al dinero una ruta cierta que retornaba siempre al Calafate. Puede que se quiera estudiar los planetas uno por uno, pero no hay que olvidar que conforman un solo sistema en cuyo centro hay un único Sol, que ha dominado la órbita de todos ellos” (…) “Ahora el planeta Cristóbal López están en libertad, pero a la deriva y con destino incierto. Ya no hay Sol que lo caliente, aparte del dinero en el que está sentado. Fue, en su momento, una pieza clave para perpetuar las llamas de ese fuego que casi lo devora todo” (…) “Los incombustibles Farah y Ballestero fueron muy lejos. ¿Corresponde levantar la preventiva a alguien que podría entorpecer el curso de la causa?” (…) “Lo más grave, sin embargo, es el sobreseimiento virtual que le concedieron al cambiar la calificación de la causa de fraude a evasión fiscal” (…) “Esta fue solo la más resonante entre las muchas decisiones judiciales controvertidas de las últimas semanas. Parecería que muchos en Comodoro Py vuelven a su costumbre, acaso nunca abandonada, de trabajar para la impunidad. O para el propio beneficio, da igual” (…) “En síntesis, también en Comodoro Py y en lo más alto de la justicia hay funcionarios fuera de órbita que buscan sobrevivir a cualquier costo, aferrados a un poder menguante y sin saber a ciencia cierta dónde calienta el sol. Con ese poder, de todos modos, pueden hacer todavía un daño considerable, como lo prueban estos desaguisados que tiñen el curso de las causas que deben juzgar a los responsables de un latrocinio cuyas consecuencias hoy paga el país entero, y en especial los más pobres”.

En su edición del 30 de marzo La Nación publicó un artículo de Sergio Berensztein titulado “Donald Trump, la ola populista y la “recesión democrática”. Escribió el autor: “Leo las durísimas críticas que recibe Donald Trump por parte de casi toda la prensa, los académicos y los expertos en las más diversas áreas de política pública, incluso cercanos al Partido Republicano, y por una cuestión metodológica me surge la pregunta: ¿en qué podrían estar equivocándose?” (…) “Tal vez sea cierto que el mandatario norteamericano haga todo mal: que su reforma impositiva termine promoviendo una crisis fiscal aterradora y acelere el fin de un ciclo casi inédito de recuperación económica que lleva más de nueve años; que su política exterior termine de destruir el siempre imperfecto (des) orden global construido desde el final de la Segunda Guerra y cree un mundo más inestable y caótico, incluyendo el proteccionismo y las devaluaciones competitivas; que su negacionismo en materia ambiental profundice un problema que ya alcanzó umbrales alarmantes” (…) “Si ese fuera el caso, sólo resta esperar que el daño sea lo más acotado posible y que en las elecciones de noviembre de este año y, sobre todo, en las presidenciales de 2020, surja alguna alternativa competitiva dentro del GOP o entre los demócratas que haga que también los EEUU sean de nuevo “un país normal” (…) “¿Puede acaso el personaje (sus modales, su pasado controversial, el caos que caracteriza su gestión) generar tanto rechazo que sus logros en algo más de un año de gestión no se valoren lo suficiente? Algunos trumpistas republicanos recientes resaltan que logró reducir la inmigración ilegal, reformar los impuestos bajando la presión a empresas e individuos, desregular la economía para estimular el crecimiento” (…) “Sus medidas se corresponden con muchas de las promesas de campaña, incluyendo la construcción del muro en la frontera con México” (…) “Este solo hecho de que un presidente cumpla con lo prometido cuando era candidato ameritaría un evento académico que estudie el caso a fondo. Pero la presidencia de Trump no debe analizarse aisladamente: se suma a la “ola populista” que recorre Occidente hace ya mucho tiempo” (…) “La noción misma de “democracias maduras” está puesta en duda” (…) “El mejor exponente de esta tendencia pesimista es el gran libro de Steve Levitsky y Daniel Ziblatt, “How Democracies Die”, que en enero de este año publicó Penguin Books. Plantea que la democracia muere en tres tiempos: la elección por vías democráticas de un líder autoritario; la concentración desmedida y el abuso en el ejercicio de poder y la represión de la ciudadanía y, sobre todo, de los líderes de oposición. Es una suerte de manual de chavismo ilustrado, pero se basa en muchos otros casos de indudable relevancia como la Turquía actual o el Perú de Fujimori” (…) “Occidente vivió entre los 1950 y comienzos de este siglo una etapa notable de progreso económico, político y social. Es natural que se sorprendan frente a personajes como Trump, que vienen a cuestionar formas y contenidos que parecían sacralizados” (…) “La política continúa, a pesar o incluso gracias a Trump. Mucha más gente lee los diarios, una industria que languidecía y que parece salvarse gracias al interés por los asuntos públicos, multiplicado en los últimos tiempos” (…) “Las recesiones pueden ser largas y dolorosas. Pero en algún momento terminan”.

En su edición del 30 de marzo Página/12 publicó un artículos de Oscar Luna titulado “Malvinas: la guerra que nos pasó”. Escribió el autor: “Todo acontecimiento que marca o cambia el destino de un pueblo, tiene más de una lectura posible. La mía está sobreimpresa del registro particular de alguien que saliendo de la adolescencia, formó parte como soldado conscripto de ese hecho histórico y cercano que a muchos marcó para siempre” (…) “Una guerra es trabajo, es logística, es una larga preparación para esa contienda única que dará sentido a las diversas reivindicaciones” (…) “Me gustaría tener una mirada romántica sobre la Guerra de Malvinas, pero no la tengo. Las derrotas a veces no enseñan nada” (…) “Es triste el frío, es doloroso. Lo inhóspito se hace estado cuando el sol brilla tenue y las manos a la intemperie se aferran a un fusil cargado de penas que morirá matando” (…) “Los días fueron largos en Malvinas, eternos. Un tiempo perdido en el espacio” (…) “Adelante o atrás, un país desconcertado en su algarabía ante la noticia que los arrancaba un abril de la modorra, del sueño hipnótico, donde las estaciones se sucedían como siendo pasajeros de un largo viaje, en trance. La gesta se hizo entonces pantalla, se hizo revista, diario, noticia. La guerra transformó la rutina. Los bares fueron búnker y los mozos estrategas. Las muestras de solidaridad se multiplicaron, se explotaron” (…) “Fuimos locales, y de una manera inédita, antiimperialistas” (…,) “Entonces, la calle fue bocina y banderas. Y parte de esa Argentina acorralada y suprimida de derechos, sintió que un rey en copas podía llevarlos a la victoria” (…) “El olvido, el malentendido y hasta la negación constituyó el escenario. “El teatro de operaciones” detrás del cual una potente voz en off repetía lo que otros necesitaban escuchar… ¡Vamos ganando!” (…) “La derrota no fue un tropiezo, fue el epílogo de un proceso que nació y vivió entre las ruinas del horror, en un país vendido, desaparecido y en bancarrota. Un país sometido en mundiales, mundialitos, y al amparo de la versión oficial reproducida por los grandes medios de comunicación que formaron parte de la ideología y del negocio” (…) “Ya nunca seremos los mismos después de Malvinas. Una parte de nosotros quedó allá, enterrada” (…) “Caminamos la vida reconociéndonos en la profundidad de algunas cicatrices. Lloramos en silencio cada abril, lloramos por la injusticia, por los que menos tienen. Ya no somos soldados, pero sabemos que ciertas luchas duran para siempre”.

En su edición del 29 de marzo Página/12 publicó un artículo de Fernando Krakowiak titulado “Otro tarifazo para meter leña a la inflación”. Escribió el autor: La tarifa de gas volverá a aumentar a partir del domingo. El ministro de Energía, Juan José Aranguren, informó ayer que el ajuste promedio será de 32 por ciento, pero en las categorías más bajas las subas llegan al 40 por ciento. Con esta nueva actualización, en doce meses los incrementos en el Área Metropolitana de Buenos aires llegarán al 110 por ciento y en dos años de gobierno superarán el 1000 por ciento, siempre que se mantenga el mismo consumo” (…) “Para justificar semejantes incrementos, Aranguren remarcó ayer que entre 2001 y 2015 la tarifa de un usuario residencial de gas natural de la categoría más baja aumentó 169 por ciento, mientras que en el mismo lapso la inflación fue de 1392 por ciento y el incremento salarial de 1658 por ciento. De este modo, dejó en claro también la fuerte recuperación que tuvo el salario real durante el kirchnerismo, aunque su intención no haya sido demostrar eso” (…) “El ministro sostuvo además que esas tarifas bajas no incentivaron la inversión y forzaron una importación creciente de Gas Natural Licuado. A raíz de ello recordó que entre 2006 y 2015 el kirchnerismo destinó 24.400 millones de dólares para subsidiar el consumo de gas natural” (…) “Aranguren también aprovechó para contestarle a la oposición que reclama mayor gradualismo. “Cuando alguien hoy hace una propuesta, y hasta hay proyectos de ley, que quieren acercar los incrementos tarifarios a los salarios no estamos viendo que es lo que ha pasado en el pasado y si eso lo repitiéramos en el futuro vamos a tener energía escasa y cara porque va a ser importada”, afirmó el ministro” (…) “Aranguren sostiene que si se congelan nuevamente las tarifas volverá a haber un desincentivo a la producción y un incremento de los subsidios. Sin embargo, lo que le cuestionan desde varios sectores de la oposición no es que las tarifas hayan subido sino el ritmo en el que lo han venido haciendo, intentando devolverle a las empresas en cuatro años la rentabilidad en dólares que perdieron desde 2001”.

En su edición del 29 de marzo La Nación publicó un artículo de Carlos Pagni titulado “Las goleadas también pueden ser un problema político para el gobierno”. Escribió el autor: “Angustiados por la misteriosa fluctuación del afecto popular, los políticos intentan siempre conectarse con cualquier fenómeno que concentre emociones positivas. El fútbol está entre los primeros” (…) “Es lógico, entonces, que la derrota de anteayer por 6 a 1 contra España encendiera una señal de alarma en el oficialismo” (…) “El Gobierno cruza los dedos, esperando que se consolide el tímido progreso de la receta gradualista: mayor actividad, creación de puestos de trabajo, más recaudación, menos pobreza. Tiene la secreta fantasía de que el equipo nacional acompañe con sus triunfos esa recuperación. Pero se cruzó un presagio pesimista. Que el segundo semestre de este año, que sería el verdadero, comience a envenenarse por los resultados deportivos. Sobre todo si el Mundial se vuelve corto para la Argentina” (…) “No hay antecedente de una administración tan ligada al fútbol. Es obvio: Mauricio Macri proviene de esa actividad” (…) “Muchos hinchas están convencidos de que el Presidente utiliza su influencia para manipular los resultados” (…) “La relación del Gobierno con el fútbol tiene una dimensión más peligrosa en vísperas de un Mundial. La AFA tiene hoy una conducción modelada por Macri a través de Angelici. Esta dependencia tiene antecedentes. Agustín Justo, con quien Macri tiene tantos parecidos, colocó al frente de la Asociación de Football Argentino a su yerno, Eduardo Sánchez Terrero, quien más tarde lideró Boca e inauguró la Bombonera. Con Juan Domingo Perón, la asociación comenzó a llamarse de “Fútbol Argentino” y tuvo al frente a Oscar Nicolini, muy vinculado a la madre de Eva Perón. Con Arturo Illia la Asociación estuvo comandada por Francisco Perette, hermano del vicepresidente” (…) “Angelici celebró un acuerdo con su colega de Independiente, Hugo Moyano, para que Claudio “Chiqui” Tapia, yerno del camionero, ocupe el histórico sillón de Julio Grondona. Ese pacto se realizó bajo la supervisión directa del Presidente” (…) “La inquietud del oficialismo con el Mundial está justificada. La AFA es casi un ministerio. Sería un error, sin embargo, pensar que el Presidente tiene un control directo sobre el seleccionado. Allí cogobierna con Lionel Messi, quien fue decisivo en la contratación de Jorge Sampaoli como técnico. Ni haría falta aclarar que Macri no simpatizó con la decisión” (…) “En su momento, se declaró (Sampaoli) admirador de Cristina Kirchner y de los valores de su esposo, Néstor. La tensión política con el DT podría contaminar las decisiones deportivas. Sampaoli ya hizo trascender su disconformidad de jugar contra España” (…) “Hay un motivo más íntimo por el que esta saga deportiva conmueve al gobierno. El Presidente, que se ufana de ser un ingeniero cartesiano, reconoce que el fútbol activa su costado irracional” (…) “Para el Presidente, el fútbol es un modelo de pensamiento sobre el cual razona la política en una extenuante traducción. A esa actividad pertenecen varios miembros de su equipo” (…) “La Corte, en pleno, a instancias de Ricardo Lorenzetti, le pidió (a Gustavo Arribas) que rinda cuentas por las filtraciones de conversaciones telefónicas de Cristina Kirchner” (…) “El miércoles de la semana pasada, en la Cámara de Diputados, ocurrió lo que se creía imposible. Elisa Carrió y el radical Mario Negri propusieron al kirchnerista Agustín Rossi realizar un pedido de informes para que Lorenzetti, el camarista Martín Irurzún y el juez Ariel Lijo expliquen las irregularidades ligadas a intervenciones telefónicas. El texto no llegó a votarse. Pero había sido aprobado por el kirchnerista Leopoldo Moreau; por su hija Cecilia, massista, y por el salteño Pablo Kosiner, del PJ Federal”.

En su edición del 28 de marzo Página/12 publicó un artículo de Federico Kucher titulado “A la defensiva como Sampaoli”. Escribió el autor: “El Banco Central mantuvo ayer la tasa de interés de referencia en 27,25 por ciento. La autoridad monetaria aseguró que, pese a las tensiones de precios de la primera parte del año, la inflación bajará en la segunda mitad de 2018. El optimismo de la entidad respecto de la evolución del proceso inflacionario es inquebrantable. El problema es que en la práctica los pronósticos no se cumplen y el ritmo de avance de los precios se mantiene en torno al 2 por ciento mensual” (…) “Una hora después de confirmar que mantiene sin cambios la tasa de referencia en 27,25%, el Banco Central comunicó su octava intervención consecutiva en el mercado cambiario para evitar una disparada del dólar. Después de negarlo durante dos años, la autoridad monetaria terminó por reconocer el impacto directo de la suba del dólar sobre la inflación. Ayer la liquidación de reservas frente a una nueva demanda de divisas que no afloja llegó a 158,9 millones de dólares, para totalizar 1926 millones desde el 5 de marzo” (…) “El BCRA advirtió en su último comunicado que veía una divergencia entre la presión sobre el valor del peso y su visión sobre la política monetaria”, recordó la entidad en el comunicado donde explicó por qué no tocó la tasa rectora y por qué interviene para frenar al dólar. “En consecuencia, continuó interviniendo para sostener el valor de la moneda, en la convicción de que una depreciación mayor a la ya ocurrida no estaría justificada ni por impactos económicos reales ni por el curso planeado de su política monetaria y que, de no evitarse, tendría el potencial de ralentizar el proceso de desinflación”, admitió” (…) “Los indicadores de alta frecuencia de fuentes estatales y privadas que monitorea el Central indican que la inflación núcleo de este mes se mantendrá en registros elevados”, indicó la entidad. Pero afirmó que estas tensiones son momentáneas. “Consideramos que la aceleración de la inflación de los últimos meses es transitoria y que se debe a los fuertes aumentos en los precios regulados y a la rápida depreciación del peso entre diciembre y febrero. Superados estos factores transitorios, la inflación consolidará su tendencia a la baja”, dijo, como si esos eventos no fueran responsabilidad del Gobierno y de su propia gestión”.

En su edición del 27 de marzo Página/12 publicó un artículo de Alejandro Kaufman titulado “Sobre el consentimiento como legado de la dictadura”. Escribió el autor: “Presumimos como diferencias existentes entre encubrimiento y consentimiento el conocimiento preciso y cercano del que se dispone en el primero sobre el hecho de que se trate. No podría encubrirse algo que no se conoce, algo que se sustrajera a la mirada o al entendimiento. El encubridor es partícipe del hecho “con posterioridad a su ejecución” y contribuye a que permanezca fuera de la vista. Es responsable de ello. El encubridor puede no haber estado presente en la escena misma del hecho pero sabe lo que le concierne. El consentimiento, en cambio, si bien puede eventualmente coincidir con el encubrimiento, reviste un sentido más amplio y difuso. Se consiente con algo que de algún modo se sabe con vaguedad que ocurre, sin más. Se puede consentir con algo que se desconoce. Se puede “no saber nada”. El consentimiento deviene de la contemporaneidad con el hecho. No se estuvo en la escena sino a una distancia que habría permitido conocer el hecho si se lo hubiera propuesto. El abordaje moralista del consentimiento lo identifica con el encubrimiento y lo culpabiliza en forma homóloga. Este parecer simplifica y a veces distorsiona las valoraciones que podamos realizar sobre las memorias del horror. Proyecta sobre quienes señala una responsabilidad desbordada e incomprobable que deviene síntoma del trauma pero aporta escasamente al esclarecimiento. Quien consiente podría y por lo tanto ¿debería? haber hecho otra cosa que abstenerse de toda acción o palabra. Tal potencia se infiere de la correspondencia espacio temporal con el hecho de que se trata. Con posterioridad, cuando se da testimonio del horror, el consentimiento se presenta como un misterio inabordable porque se remite a la opacidad que el hecho tiene para quien no ha participado ni ha sabido directamente de su ocurrencia. Aquello que disipa el consentimiento es solo una pregunta por un suceso del que nada o casi nada se sabe. Puede ignorárselo todo acerca del suceso. Puede disponerse solo de una sospecha, una intuición, un pálpito o incluso nada de todo ello, ni siquiera curiosidad. La pregunta puede tener el carácter inocuo que reviste la inquisición infantil, esa que se profiere como recursividad infinita: ¿y por qué?, justamente cifra de la emergente subjetividad que nace con el juego de las preguntas que prosiguen hasta el infinito. La pregunta que aquí importa es inaugural y carece de fundamento. No sabe la respuesta. Solo rasga el silencio: “¿dónde está tu hermano?” En la narrativa arcaica, la ética se funda en la impugnación del consentimiento” (…) “Consentir es solo preguntar. No es más ni es menos. Es mucho pero es también nada. Es una ausencia, un vacío. Es solo ahogar la inquietud que rasgaría el silencio. Es mantener la muerte del alma en el tiempo” (…) “Nunca los derechos humanos fueron demandas que comprometieran destinos electorales en la posdictadura. No lo fueron cuando se eligieron gobiernos defensores, ni cuando indiferentes o elusivos, ni desde luego cuando restauradores siniestros de la anomia concernida con el horror” (…) “Muy recientemente hemos inaugurado una nueva modalidad, clave de un nuevo ciclo: que en la contienda electoral se le preguntara y vuelto a preguntar a unos candidatos sobre lo que iban a hacer si ganaban, incluso de modo acusatorio, y que lo negaran siempre sin vacilar, para, una vez en el poder, llevar a cabo con exactitud geométrica cada cosa que habían negado que iban a hacer, y que además era lo que con toda previsibilidad iban a hacer. Se los votó porque negaron que iban a hacer lo que no podrían dejar de hacer y negaron que iban a hacer. Esta es la novedad que nos inquieta con respecto al legado de la dictadura en términos de consentimiento Se dijo tantas veces que la democracia en sus inicios estaba condicionada por la persistencia del horror precedente, pero no se ha advertido algo que solo ahora estamos en condiciones de apreciar en toda su dimensión. Institucionalidad democrática es sinónimo de consentimiento” (…) “Profundizar una experiencia democrática no puede sino disminuir la premisa del consentimiento y elevar el tono de la pregunta, reducir el silencio y extender las demandas de manera intensa” (…) Y lo que resulta menos evidente es el legado de la dictadura sobre la cultura política que nos atañe: las condiciones del consentimiento llevan aherrojadas las marcas del horror”.

En su edición del 26 de marzo Página/12 publicó artículos de Eduardo Aliverti (“La potencia de lo necesario”) y Mempo Giardinelli (“Lo único que no se puede hacer con la Memoria es derrotarla”).

Escribió Aliverti: “Hace ya muchos años que los 24 de marzo están marcados en la agenda argentina como una efeméride que, en su tipo, no existe en ningún lado. Absolutamente en ninguno. No, por lo menos, en los alcances de que dispone más allá del marcaje de un feriado que de por sí es sustantivo: ¿dónde hay un Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia? Dentro de ese recuadro, ¿este 24 tiene algo en particular?” (…) “Cita de honor. El honor que jamás tendrán los sectores propicios o ya indiferentes ante la dictadura, tanto en modo activo como olvidadizo porque en esto no hay medias tintas. Quienes pretenden que los dejen de joder con lo que pasó hace 42 años son partícipes pasivos, en el mejor de los casos, de lo reproducido y reproducible en los gobiernos que hoy expresan los mismos intereses que las juntas militares” (…) “La doctrina Chocobar; la probabilidad de prisión domiciliaria para represores bajo la legítima excusa de que les corresponde la igualdad ante la ley; el derecho burocrático a dar clases de una apologista del terrorismo de Estado; la persecución mediático-judicial a dirigentes opositores que poco a poco debe ir retrocediendo porque el escándalo precisamente jurídico es inocultable, nutren una atmósfera de la que pueden sacarse conclusiones nada antitéticas. Son complementarias, en verdad. Por un lado, los medios y comunicadores oficialistas pregonan polémicas acerca de, justamente, el imperio de la ley” (…) “¿Por qué no le corresponderían al Ángel de la Muerte las mismas prerrogativas que al común de los mortales? Correcto, formalmente, si quisiera hacerse un esfuerzo de lectura aséptica. Pero esto no es cuestión de formalidades o bien, aún incluyéndolas, cualquier análisis político que se precie de serio toma en cuenta el escenario general. Esto es, un clima de época o etapa en el que queda habilitado hablar de los derechos de Compañía y Pando como si no hubiera contexto. El límite de esa trama está puesto por el universo efectivo y simbólico de quienes se movilizaron el sábado, en prácticamente todo el país, si bien los medios de alcance nacional sólo dieron cuenta de la Plaza de Mayo” (…) “Como dice Jorge Alemán (…) “el 24 no es la resurrección pero sí la demostración en acto de lo que no termina de morir nunca…Lo que no puede ser asesinado del todo está siempre presente, en el núcleo de cualquier proyecto emancipatorio. Por eso este acto, este día, es el que supervisa en última instancia a todo (el) proyecto político, el actual y lo que vendrá también. El homenaje del 24 no celebra nada ni borra el insulto a la Humanidad que se perpetró. Pero rememora lo que ahora y siempre nos interpela, el deseo, “que hace que la vida no tenga sentido si produce un cobarde”.

Escribió Giardinelli: “Recularon con Etchecolatz, recularon con Pando, recularon con Astiz. Dejaron en libertad a Zannini y a D´Elía. No pueden con la economía ni con el descontento” (…) “Y el 24 fue un espectáculo glorioso el desplazamiento incesante de cientos de miles de compatriotas que coparon avenidas y plazas, y no sólo la de Mayo en Buenos aires” (…) “Y es que, como decía Mario Benedetti hace añares, a estos tipos si no los despeina el viento los va a despeinar la Historia. Y es lo que está sucediendo” (…) “La movilización del 24 fue extraordinaria, impactante, si bien todavía hace daño-maldita sea-la vieja enfermedad del sectarismo. Porque hay que decirlo aunque a algunos no les guste: fue doloroso que a eso de las seis de la tarde y luego de una jornada luminosa en todos los sentidos, mientras media Plaza de Mayo se retiraba por avenida Belgrano, por otras calles llegaban contingentes con otras banderas pero afirmando lo mismo: Memoria, Verdad, Justicia” (…) “Pero más allá de sectarismos, hay algo que se mueve en los sótanos de la Patria. Esa es la esperanza. Con ella se podrá sacar a votazos a estos tipos en 2019. Pero hay que organizarse, claro, y ése sí que es un problema. El peronismo solo no va a poder. Más allá de candidatos, y de buenas voluntades mezcladas con cretinos ultraconocidos, solos no serán gobierno. Y si llegaran a serlo, no durarían tres meses sin pelearse como gatos en bolsa” (…) “La historia enseña que lo único que no se puede hacer con la Memoria es derrotarla, pero también enseña que la grandeza política en estas pampas es escasa. Y que las ambiciones son tan dañinas como las corrupciones, quizás, seguramente, porque su etiología es una sola” (…) “Por eso no terminan de entusiasmar los aprestos de algunos dirigentes con prestigio y arraigo en provincias. Porque los palos en la rueda son el rasgo más común de la historia política argentina” (…) “Cierto que el pueblo fue confundido arteramente en el final del cristinismo; lo engañaron fiero y de puro desconcertado votó como votó. Y por eso ahora le cuesta tanto y va de a poquito venciendo el desaliento, y por momentos hasta con miedo porque ya se dio cuenta de la violencia de que son capaces los estafadores” (…) “Por eso las culpabilidades-o responsabilidades, para decirlo en clave delicada-no le incumben tanto a esa pobre inocencia manipulada y abusada, sino y sobre todo a dirigencias traidoras y ni se diga a empresarios y ruralistas transnacionalizados y evasores, y a banqueros y especuladores al servicio del FMI y de toda la caterva mundial explotadora y corrupta. Hay demasiada podredumbre alrededor, y lo más grave es que parece naturalizada” (…) “¿Quién no tiene un amigo que votó a estos tipos, y hoy está arrepentido porque aprendió, en la malaria, el dolor y el desamparo, a ver su propia metida de pata?” (…) “Todo eso es también nuestro problema. De todos y todas. Del campo nacional y popular, y el primer paso para resolverlo es admitir que es un problema muy serio y difícil de resolver. Por eso, en El Manifiesto Argentino venimos hablando de Confluencia Nacional y Popular” (…) “Ya lo decía Alfonsín, Raúl, a quien convendría recuperar: “No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas cuando se trate de terminar con los manejos de la patria financiera, con la especulación de un grupo parasitario enriquecido a costa de la miseria de los que producen y trabajan (…) No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas sino argentinos unidos para enfrentar al imperialismo en nuestra patria. La construcción y la defensa de la Argentina la haremos marchando juntos, aceptando en libertad las discrepancias, respetando las diferencias de opinión, admitiendo sin reparos las controversias en el marco de nuestras instituciones, porque así y sólo así podremos lograr la unión que necesitamos para salir adelante”.

En su edición del 25 de marzo La Nación publicó un artículo de Morales Solá titulado “La peor crisis entre el Gobierno y la Justicia”. Escribió el autor: “Es probable que a fin de año ya no sean jueces Jorge Ballestero y Eduardo Farah. Por primera vez en la historia, la Corte Suprema pidió que se investigue a esos dos jueces porque habrían conspirado, dice sin decirlo, para conformar un tribunal decidido a beneficiar a Cristóbal López. Antes, el oficialismo en el Consejo de la Magistratura resolvió llevar a Ballestero y Farah al enjuiciamiento político para ponerles fin a sus carreras judiciales. Aunque en este caso parecen dos instancias que confluyen en una misma dirección, la relación entre el gobierno de Macri y la Corte Suprema atraviesa por un momento de extrema tensión” (…) “La Corte sabe, aunque no lo dice en su documento, que la elección de Farah como juez subrogante fue una arbitrariedad de Ballestero. Nunca el tribunal se metería en la elección de un juez si no estuviera seguro de que existieron serias irregularidades La resolución sobre López no tenía mayoría…en una Cámara integrada solo por dos jueces después de la destitución de Eduardo Freiler” (…) “Es decir, Ballestero decidió quién lo acompañaría en la firma de una resolución que puso en libertad a Cristóbal y cambió la carátula de su causa contra la opinión de un tribunal superior, la Cámara de Casación. Por eso, Elisa Carrió sembró la sospecha de que habían existido sobornos y revisó la historia de la fortuna personal de Ballestero” (…) “La alegría no fue solo de Cristóbal López en estos días. Una resolución de la Corte Suprema benefició a Cristina Kirchner, aunque también es improbable que exista una amplia conspiración de ese tribunal con los jueces federales de Comodoro Py, junto al peronismo centrista de gobernadores y senadores” (…) “Los resultados de la resolución, que cuestionó los traslados de los jueces nacionales de instrucción al fuero federal, tuvieron dos consecuencias catastróficas. Una de ellas es lo que sucederá con los juicios orales a Cristina Kirchner. La causa por el memorándum con Irán, la histórica denuncia de Alberto Nisman antes de morir, quedará en manos de un tribunal compuesto por jueces de cercanías kirchneristas. Es el tribunal que ayer sacó de la cárcel a Carlos Zannini y Luis D´Elía. El expediente por “la ruta del dinero K”, al que podrían integrarse el direccionamiento de la obra pública y las causas Hotesur y Los Sauces, quedará en manos de un tribunal con dos jueces razonables. ¿Habrá justicia, entonces? Difícil. El fiscal de ese juicio será Abel Córdoba, militante de Justicia Legítima y habitual panelista de programas kirchneristas en tiempos de Cristina” (…) “La otra consecuencia es que el gobierno de Macri no podrá implementar la ampliación del número de jueces federales. El macrismo proyectaba elevar el número de los 12 jueces actuales para licuar el poder de estos y quería hacerlo con jueces nacionales de instrucción penal” (…) “Para peor, la Corte deberá resolver sobre la constitucionalidad de la reforma previsional” (…) “La figura de Lorenzetti es la que más desconfianza provoca en medios oficialistas. Creen que el presidente de la Corte les dice una cosa a unos y otra cosa a otros. Ha dejado de ser previsible para el macrismo”.

En su edición del 25 de marzo Página publicó un artículo Edgardo Mocca titulado “Una oportunidad política”. Escribió el autor: “La puesta en libertad de Carlos Zannini y Luis D´Elía marca el derrumbe de una nefasta doctrina que convirtió la prisión preventiva en una herramienta de linchamiento público de personas y de persecución política de la principal fuerza política de oposición en el país. Marca un antes y un después en la historia del Poder Judicial argentino y está indicando que es muy problemática la existencia del estado de derecho en Argentina bajo un régimen judicial absolutamente desquiciado en sus funciones a través de todas sus instancias” (…) “Hasta aquí, su mandato (Macri) tiene a la manipulación publicitaria, la extorsión, la persecución de sus adversarios y la represión callejera como instrumentos centrales y casi excluyentes. Podría agregarse la complicidad de una parte de los legisladores que fueron electos para fines opuestos a los que ostensiblemente parecen perseguir, pero aquí hay una zona gris con la mencionada práctica del apriete: algunos de esos parlamentarios actúan bajo el imperio de públicas y manifiestas presiones sobre los gobernadores, casi todas ellas reducibles al condicionamiento de los fondos financieros que necesitan. Lo cierto es que lo que empezó a resquebrajarse no es solamente una práctica nefasta del poder judicial sino un sistema de gobierno” (…) “¿Puede funcionar de otro modo el gobierno? ¿Puede reemplazar el entusiasmo morboso de la parte de la población por la prisión de quienes considera enemigos políticos? ¿Puede afirmarse sobre la base de la verdad, de la libertad y renunciando a sus prácticas autoritarias? Es muy difícil imaginarlo” (…) “Una parte importante del poder judicial y de la clase política respira el clima de época; es un clima en el que el poder político, económico e ideológico está concentrado en las mismas manos y son usados sin otro límite que el que le imponen las múltiples formas de la movilización popular” (…) “La necesidad de la unidad se hace dramática. Porque es una necesidad de una parte muy importante de la población que empieza a salir del cautiverio publicitario montado sobre la base de la mentira y la manipulación y constata cómo se ha deteriorado su calidad de vida, cómo su salario real ha disminuido. Y percibe que no se trata de errores circunstanciales sino del núcleo mismo de sentido de este gobierno y de las clases a las que representa. Si se quiere reducir a su expresión más concreta y reducida el lugar histórico que se ha dado este gobierno es el de elevar la rentabilidad del gran capital a costa de la reducción del “costo” salarial” (…) “Todavía muchos dirigentes políticos temen más las represalias de los grandes grupos mediáticos y del gobierno que los de la calle. El último fin de semana en San Luis, diversos sectores del peronismo y fuerzas aliadas protagonizaron una nueva reunión abierta con la mira puesta en el avance hacia la unidad. Es un secreto a voces que el gobierno operó activamente en los días previos para debilitar el encuentro, con el ya clásico recurso de la extorsión. Sin embargo el proceso de agregación plural sigue su marcha; ya se nos está haciendo costumbre encontrar entre sus adherentes más entusiastas a dirigentes que tenían hasta hace poco posiciones muy encontradas entre sí” (…) “El nuevo nombre de los argumentos contra la unidad es el “corruptómetro”. Detrás de esa desafortunada frase del diputado Solá se encolumnan todos los prejuicios sistemáticamente sembrados por los grandes medios y por el actual oficialismo; esos prejuicios no consisten en el invento de la corrupción estatal; esta existe y es una verdadera lacra que tendría que justificar un mejoramiento del combate sistemático contra ella y de las penas para su práctica. La manipulación consiste en la identificación de la corrupción con una fuerza política, el kirchnerismo. Y esto se hace en momentos en que estamos conociendo todos los días nuevas “hazañas empresarias” de los miembros de este gobierno” (…) “Y la novedad es que la corrupción que estamos conociendo no es la siempre condenable avivada de tal o cual funcionario. Es una corrupción sistémica. Es el capital liberado de compromisos legales. Es el poder sin controles jurídicos ni límites morales. Es la manera de ser del capitalismo contemporáneo” (…) “Se necesita entonces un gran corruptómetro colectivo. Y que no sea un modo de chicanear adversarios o de perseguir y encarcelar enemigos sino un gran movimiento político-social para hacer valer la cultura del trabajo, de la producción por sobre la de los abusos de poder de los funcionarios públicos y los abusos de los poderosos de la tierra que consideran que eludir o evadir impuestos y normativas laborales y ecológicas-entre otras-es un recurso productivo” (…) “Mientras tanto hay que lograr que esta situación crítica en la que han entrado algunos de los pilares del régimen impulse una nueva brújula política. Una brújula que descarte las fáciles chicanas y los juegos que se practican para ganar la buena voluntad de los poderosos. En palabras simples es necesario perder el miedo, hacer política sin miedo” (…) “Es claro que oponerse a las políticas de hambre, persecución y entrega va a seguir siendo muy costoso en la Argentina de los días que vienen. Pero es necesario registrar que de saquí a la elección de 2019 se están definiendo muchos problemas históricos en el país”.

Anexo

“El Capital” de Carlos Marx

La acumulación del capital no se reduce a un incremento cuantitativo del capital sino también a un permanente cambio cualitativo de su naturaleza, de su composición, lo que provoca un aumento incesante del capital constante en detrimento del capital variable. Dice Marx: “Advertir aquí para más tarde: cuando el aumento sólo es cuantitativo, las ganancias de los capitales mayores y menores, en la misma rama industrial, son proporcionales a las magnitudes de los capitales desembolsados. Cuando el aumento cuantitativo surte efectos cualitativos, la cuota de ganancia de los capitales mayores aumenta también”. El régimen capitalista de producción, el desarrollo de la fuerza laboral productiva y los cambios que este desarrollo provoca en la composición orgánica del capital, avanzan con mayor rapidez que el crecimiento de la propia acumulación y la riqueza social. Ello se debe a lo siguiente: el incremento absoluto del capital global de la sociedad se da de la mano con la centralización de sus elementos individuales, mientras que el cambio técnico del capital adicional va acompañado por la transformación técnica del capital primitivo. Explica Marx: “Así, pues, al progresar la acumulación, cambia la proporción entre el capital constante y el variable, si originariamente era de 1:1, ahora se convierte en 2:1, 3:1, 4:1, 5:1, 7:1, etc., por donde, como el capital crece, en vez de invertirse en fuerza de trabajo ½ de su valor total sólo se van invirtiendo, progresivamente, 1/3´, 1/4´, 1/5´, 1/6´, 1/8´, invirtiéndose en cambio 2/3´, ¾´, 4/5´, 5/6´, 7/8´., etc., en medios de producción”. La demanda de trabajo es independiente del volumen del capital total pero no lo es del capital variable; en consecuencia, cuando comienza a crecer el capital total comienza a disminuir progresivamente la demanda de trabajo. La demanda de trabajo se desacelera, disminuye, proporcionalmente a la magnitud del capital global y lo hace en progresión acelerada, en sintonía con el incremento de esta magnitud. Cuando se desarrolla el capital total al mismo tiempo se produce el crecimiento del capital variable y la fuerza de trabajo que absorbe (número de obreros), pero en una proporción que decrece constantemente. Mayor es la cantidad de obreros que se quedan en la calle o no son absorbidos por el sistema capitalista. Ahora bien, para que el sistema capitalista absorba un determinado número adicional de trabajadores y resguarde los puestos de trabajo a los obreros que ya absorbió, la acumulación del capital total debe acelerarse cada vez más. Pero hay algo más. “Además”, remarca Marx, “esta misma acumulación y centralización creciente se trueca, a su vez, en fuente de nuevos cambios en cuanto a la composición del capital, impulsando nuevamente el descenso del capital variable para hacer que aumente el constante”. El descenso relativo del capital variable es la contracara de un aumento absoluto de la clase obrera, aumento que es más veloz que el del capital variable. Ahora bien, este crecimiento, remarca Marx, es relativo: “la acumulación capitalista produce constantemente, en proporción a su intensidad y a su extensión, una población obrera excesiva para las necesidades medias de explotación del capital, es decir, una población obrera remanente o sobrante”. En otros términos: la acumulación del capital condena inexorablemente a importantes sectores de la población obrera a la exclusión social, a formar parte de la mano de obra desocupada que tan funcional es a los intereses de los capitalistas.

La dinámica de la acumulación del capital social a veces ocasiona cambios periódicos y en otras ocasiones se produce un reparto simultáneo de sus elementos entre las diversas órbitas de producción. ¿Qué sucede con el capital en dichas órbitas? En algunas su composición se modifica sin que se produzca al mismo tiempo un crecimiento de su magnitud absoluta, lo que se debe a la simple concentración. En otras el aumento absoluto del capital va de la mano con una disminución absoluta de la fuerza de trabajo (capital variable) por aquél absorbida. En otras el crecimiento del capital se apoya sobre su técnica actual mientras la fuerza obrera que sobra se asimila de manera proporcional a su crecimiento, o bien el capital experimenta un cambio orgánico que provoca una reducción del capital variable. “El crecimiento del capital variable, y, por tanto, el de la cifra de obreros en activo”, enfatiza Marx, “va unido en todas las esferas de producción a violentas fluctuaciones y a la formación transitoria de una población sobrante, ya revista ésta la forma ostensible de repulsión de obreros que trabajan o la forma menos patente, pero no por ello menos eficaz, que consiste en hacer más difícil la observación de la población obrera sobrante por los canales de desagüe acostumbrados”. Vale decir que se oculta la existencia de los obreros que están fuera del sistema de producción. A pie de página Marx transcribe los resultados de un censo realizado en aquella época en Inglaterra y Gales (“Census of England and Wales for 1861, t. III, Londres, 1863, pp. 35/37): total de personas que trabajan en la agricultura: en 1851, 2.011.447; en 1861, 1.924.110; retroceso: 87.337. Manufactura lanera: 1851, 102.714; 1861, 79.242. Fábricas de seda: 1851, 111.940; 1861, 101.678. Estampado de percales: 1851, 12098; 1861, 12.556…Fabricación de sombreros: 1851, 15.957; 1861, 13.814. Fabricación de sombreros de paja y adornos de cabeza: 1851, 20.293; 1861, 18.176. Cerveceros: 1851, 10.566; 1861, 10.677. Fabricación de velas: 1851, 4.949; 1861, 4.686…Aserradores de madera: 1851, 30.552; 1861, 31.647…Fabricantes de clavos: 1851, 26.940; 1861, 26.130…Minas de zinc y cobre: 1851, 31.360; 1861, 32.041. En cambio, industria de hilados de algodón y tejidos: 1851, 371.777; 1861, 456.646. Minas de hulla: 1851, 183.389; 1861, 246.613. “El aumento del número de obreros es mayor, en general, en aquellas ramas en que hasta ahora no se ha conseguido aplicar con éxito la maquinaria”, se lee en el censo.

Dice Marx: “Con la magnitud del capital social ya en funciones y el grado de su crecimiento, con la extensión de la escala de producción y la masa de los obreros en activo, con el desarrollo de la fuerza productiva de su trabajo, con el flujo mayor y más pletórico de todos los manantiales de riqueza, aumenta también la escala en que la mayor atracción de obreros por el capital va unida a una mayor repulsión de los mismos, aumenta la celeridad de los cambios operados en la composición orgánica del capital y de su forma técnica y se agranda el cerco de las órbitas de producción afectadas simultánea o sucesivamente por estos cambios”. Vale decir que el desarrollo tecnológico del sistema de producción capitalista provoca simultáneamente una gran atracción de mano de obra barata y una feroz repulsión de gran parte de dicha mano de obra. Se trata de una ley de población que hace a la esencia del régimen de producción capitalista. Dice John Barton (“Observations on the Circumstances which influence the Conditions of the Labouring classes of Society”, Londres, 1817, pp. 16 y 17): “La demanda de trabajo depende del incremento del capital circulante no del capital fijo. Si fuese verdad que la proporción entre estas dos clases de capital es la misma en todos los tiempos y en todos los países, se llegaría prácticamente al resultado de que el número de obreros que trabajan está en relación con la riqueza del país. Sin embargo, esta conclusión no presenta apariencias de probabilidad. Al perfeccionarse y extenderse la civilización, el capital fijo va ganando más y más en proporción respecto al variable. La suma de capital fijo que se invierte en fabricar una pieza de muselina inglesa es, por lo menos, cien veces y acaso mil veces mayor que la que cuesta producir una pieza igual de muselina india. Y la proporción de capital circulante cien y hasta mil veces menor…Aunque se añadiesen al capital fijo todos los ahorros obtenidos durante el año, no influirían para nada en el crecimiento de la demanda de trabajo” (según Marx este autor confunde el capital constante con el fijo y el variable con el circulante).

La superpoblación obrera no es solamente un producto necesario del proceso de acumulación capitalista sino también “una de las condiciones de vida del régimen capitalista de producción”. La exagerada cantidad de obreros hace, pues, a la esencia del régimen capitalista de producción. Sin esta masa obrera dispuesta a ser sacrificada la sociedad capitalista sería inviable. Dice Marx: “constituye un ejército industrial de reserva, un contingente disponible, que pertenece al capital de un modo tan absoluto como si se criase y mantuviese a sus expensas”. Los obreros soportan que el capitalista les robe parte de su salario porque saben que su puesto de trabajo es apetecido por miles de desocupados que esperan ansiosamente su oportunidad. Ese ejército industrial de reserva no hace más que legitimar la explotación capitalista. “Le brinda (el ejército obrero desempleado) el material humano, dispuesto siempre a ser explotado a medida que lo reclamen sus necesidades variables de explotación e independiente, además, de los límites que pueda oponer el aumento real de la población”, remarca Marx. Al acumularse y desarrollarse la fuerza laboral, el capital se expande con más fuerza. Ello se debe, por un lado, a que la elasticidad del capital en funciones y la riqueza absoluta crecen, y que el crédito permite que la producción tenga a su disposición una parte extraordinaria de dicha riqueza; y, por el otro, la tecnología del proceso de producción hace posible, al aplicarse en gran escala, modificar rápidamente el producto excedente en nuevos medios de producción. Al progresar la acumulación se desborda la masa de riqueza social y se abalanza sobre las antiguas ramas de producción provocando un aumento en la dimensión del mercado o crea las condiciones para el surgimiento de nuevas ramas de explotación. Esta nueva situación exige la presencia de grandes masas humanas disponibles, aptas para cubrir los nuevos puestos de trabajo. La superpoblación es la encargada de brindar a la industria esa marea humana que busca trabajo para sobrevivir. Dice Marx: “El curso característico de la industria moderna, la línea-interrumpida sólo por pequeñas oscilaciones-de un ciclo decenal de períodos de animación media, producción a todo vapor, crisis y estancamiento, descansa en la constante formación, absorción más o menos intensa y reanimación del ejército industrial de reserva o superpoblación obrera. A su vez, las alternativas del ciclo industrial se encargan de reclutar la superpoblación, actuando como uno de sus agentes de reproducción más activos”.

El desarrollo de la industria moderna no hubiera sido posible en la época en que nació la sociedad capitalista. La composición del capital no se modificó de un día para el otro. La acumulación del capital trae aparejado el aumento de la demanda laboral. Según Marx la súbita e intermitente expansión de la escala de producción constituye la premisa del fenómeno contrario: su súbita contracción. Esta súbita contracción da origen a una nueva expansión que sólo progresa si existe la masa de obreros necesaria, si se da un aumento del censo obrero más allá del incremento absoluto de toda la población. Ahora bien, ¿cómo logra el sistema capitalista disponer de ese material obrero descartable? Responde Marx: “Esto se consigue mediante un simple proceso, consistente en dejar “disponibles” a una parte de los obreros, con ayuda de métodos que disminuyen la cifra de obreros que trabajan en proporción con la nueva producción incrementada. Toda la dinámica de la industria moderna brota, por tanto, de la constante transformación de una parte del censo obrero en brazos parados u ocupados sólo a medias”. En el régimen capitalista la desocupación es, pues, sistémica. El capitalismo necesita sí o sí la existencia de un ejército de reserva, de una gran cantidad de desocupados y subocupados para poder funcionar. Así como los cuerpos celestes, compara Marx, una vez lanzados en una dirección no hacen más que reiterar el mismo movimiento, “la producción social, una vez proyectada en esa línea alternativa de expansiones y contracciones, se mantiene ya siempre dentro de ella”. Las consecuencias pasan a ser causas y las alternativas del proceso pasan a ser periódicas. Cuando la periodicidad se consolida queda en evidencia que la producción de una población sobrante relativa (mano de obra desocupada) hace a la esencia de la industria moderna.

En su libro “Lectures on colonization and colonies” (Londres, 1841 y 1842, t. 1, p. 146), H. Merivale expresa: “Supongamos que, en ocasión de una crisis, la nación (Inglaterra) hiciese un esfuerzo ímprobo para deshacerse, por medio de la emigración, de unos cuantos cientos de miles de brazos sobrantes: ¿cuál sería la consecuencia de esto? Que, en cuanto volviese a presentarse la demanda de trabajo, se produciría un déficit. Por muy rápida que sea la reproducción humana, siempre hará falta el intervalo de una generación para reponer los obreros adultos. Ahora bien; las ganancias de nuestros fabricantes dependen primordialmente de la posibilidad de aprovechar los momentos propicios en que se reaviva la demanda, resarciéndose con ellos de las épocas de paralización. Esta posibilidad sólo se la garantiza el mando sobre la maquinaria y el trabajo manual. Han de contar con brazos disponibles, con medios para cargar o descargar la tensión de sus actividades en la medida en que sea necesario, con arreglo a las exigencias del mercado; de otro modo, no podrán bajo ningún concepto afirmar en la batida de la concurrencia la supremacía sobre la que descansa la riqueza de este país”. El fenómeno de la superpoblación fue reconocida por el propio Malthus (para Marx este autor concibe la superpoblación obrera como un exceso absoluto de población obrera y no como un remanente relativo). En su libro “Principles of Political Economy”, pp. 254, 319 y 320) manifiesta: “Ciertas prácticas previsoras en punto al matrimonio, si se aplican con cierta extensión entre la clase obrera de un país que vive principalmente de la manufactura y el comercio, pueden llegar a perjudicarle…Dada la naturaleza de la población, no puede lanzarse al mercado una nueva promoción de obreros hasta que no pasen de 16 o 18 años, y la transformación de renta en capital por el ahorro puede seguir un curso mucho más rápido; un país se halla siempre expuesto a que su fondo de trabajo crezca con mayor rapidez que su población”. Según Marx, “a la producción capitalista no le basta, ni mucho menos, la cantidad de fuerza de trabajo disponible que le suministra el crecimiento natural de la población. Necesita, para poder desenvolverse desembarazadamente, un ejército industrial de reserva, libre de esta barrera natural”.

El aumento o la disminución del capital variable son proporcionales al aumento o a la disminución del número de obreros que trabajan. Ahora bien, aunque la cantidad de obreros ocupados no se modifique o disminuya, el aumento del capital variable es provocado por un mayor rendimiento laboral del obrero. Aunque el precio del trabajo no se modifique y el salario disminuya, la masa de trabajo crece más lentamente. El aumento del capital variable pone en evidencia, en estos casos, la existencia de más trabajo, lo que no significa que haya aumentado el número de obreros que trabajan. Aumentan las horas de trabajo de cada obrero pero no la cantidad de obreros. Lo que pretende el capitalista es que un número cada vez más reducido de obreros trabaje de sol a sol, pese a que podría tranquilamente obtener dicha cantidad contratando a una mayor cantidad de obreros. Dice Marx: “En el segundo caso, la inversión de capital constante crece en proporción a la masa del trabajo puesto en movimiento; en el primer caso, crece mucho más lentamente. Cuanto mayor es la escala de producción, más decisivo se hace este móvil. Su empuje crece con la acumulación del capital”.

Gracias al desarrollo del régimen capitalista de producción y de la fuerza productiva del trabajo, el capitalista está en condiciones, desembolsando el mismo capital variable, de desplegar una mayor cantidad de trabajo explotando sin misericordia a los obreros. Este sistema de explotación también le permite al capitalista, con el mismo capital, comprar más obreros, desplazando los obreros hábiles por otros menos hábiles, reemplazar mano de obra madura por otra más joven y barata (incluso niños). “Por tanto”, dice Marx, “de una parte, conforme progresa la acumulación, a mayor capital variable se pone en juego más trabajo, sin necesidad de adquirir más obreros, de otra parte, el mismo volumen de capital variable hace que la misma fuerza de trabajo despliegue mayor trabajo y, finalmente, moviliza una cantidad mayor de fuerzas de trabajo inferiores, eliminando las más perfectas”. La desmovilización de obreros se produce con mayor rapidez que el cambio técnico del proceso de producción, acelerado de por sí a raíz de los progresos experimentados por la acumulación y del descenso proporcional del capital variable respecto al constante. Como los medios de producción aumentan de volumen e incrementan su rendimiento, dejan de lado su función de garantizar trabajo a los obreros. Mientras se incrementa la fuerza productiva del trabajo, crece más rápidamente la oferta de trabajo del capital en relación con su demanda de obreros. Es la flexibilización laboral en su máxima pureza: “el exceso de trabajo de los obreros en activo engrosa las filas de su reserva, al paso que la presión reforzada que ésta ejerce sobre aquéllos, por el peso de la concurrencia, obliga a los obreros que trabajan a trabajar todavía más y a someterse a las imposiciones del capital”. En una fábrica trabajan 10 obreros y en la calle hay 20 esperando una oportunidad para ingresar a dicha fábrica. Como los 10 obreros empleados trabajan, por ejemplo, 16 horas por día, no hay espacio físico para los 20 obreros que están en la puerta esperando su oportunidad. A su vez, la presencia de esos 20 obreros obliga a los 10 que están en la fábrica a aceptar cualquier antojo del empresario con tal de no perder su puesto de trabajo. Es así como el capitalista, al exprimir al máximo a los obreros que trabajan para él, obtiene pingües ganancias: “la existencia de un sector de la clase obrera condenado a ociosidad forzosa por el exceso de trabajo impuesto a la otra parte, se convierte en fuente de riqueza del capitalista individual y acelera al mismo tiempo la formación del ejército industrial de reserva, en una escala proporcionada a los progresos de la acumulación social”.

¿Cómo se regula el movimiento general de los salarios? Muy simple: por las expansiones (aumentos) y contracciones (disminuciones) de los obreros que están en la calle esperando ser contratados (ejército industrial de reserva), que corresponden a las alternativas periódicas del ciclo industrial. Dicho movimiento, enfatiza Marx, obedece “a la proporción oscilante en que la clase obrera se divide en ejército en activo y en ejército de reserva, al crecimiento y descenso del volumen relativo de la superpoblación, al grado en que ésta es absorbida o nuevamente desmovilizada”. La clase obrera es, pues, la variable de ajuste, como si diría hoy. Sería ideal, tal como lo sueña la economía clásica, que existiera una ley eterna e inmutable que estableciera la regulación de la demanda y oferta de trabajo en función pura y exclusivamente de los movimientos absolutos del censo de población. Según la ortodoxia económica la suba salarial es consecuencia directa de la acumulación del capital. Cuanto más altos son los salarios más rápidamente crece la población obrera. Dicho crecimiento encuentra finalmente su techo: la saturación del mercado de trabajo, es decir cuando el capital no da abasto frente a la oferta laboral. Es en ese momento cuando los salarios comienzan a descender, quedando en evidencia la otra cara del asunto. El descenso de los salarios provoca efectos deletéreos sobre la población obrera hasta que se llega a un punto límite: “el capital excede de la oferta de trabajo”. Otros economistas consideran que al bajar los salarios e incrementarse la explotación del obrero, vuelve a aclararse el proceso de acumulación mientras que la baja salarial hace de dique de contención de la clase obrera. De esa forma se arriba a una situación en la que la oferta laboral supera a la demanda, se produce un incremento salarial, etc.

Marx no tiene piedad con la ortodoxia económica. Exclama: “¡Hermoso método de desarrollo éste para la producción capitalista avanzada!” y Agrega: “Antes de que el alza de salarios pudiese producir un crecimiento positivo de la población realmente capaz para trabajar, habría expirado con creces el plazo dentro del cual ha de desarrollarse la campaña industrial, el plazo dentro del cual hay que dar y ganar o perder la batalla”. Luego expresa: “Cuanto más bajos son los salarios, mayor es el porcentaje que acusa toda subida, por insignificante que ella sea”. El salario semanal es de 20 chelines y sube 2 chelines, es decir, asciende a 22. En este supuesto, se produce un alza del 10 por 100. Ahora bien, si el salario es de solo 7 chelines y aumenta 2 chelines (el salario pasa a ser de 9 chelines) el alza que se registra es del 28 4/7 por 100, lo que a primera vista parece un aumento nada despreciable.

Según Marx, la economía clásica no hace más que confundir las leyes que regulan las relaciones de la fuerza laboral total y el capital global de la sociedad, con las leyes que “distribuyen la población entre las diferentes órbitas de producción”. Si en un momento dado la acumulación se vincula con una esfera específica de la producción provocará un aumento de las ganancias que excederán el límite normal atrayendo así nuevos capitales, con lo cual la demanda de trabajo crecerá, al igual que los salarios. Esta suba salarial hace que la mayoría de los obreros se dirijan a la órbita de producción favorecida para obtener trabajo hasta que se produce una saturación de la fuerza laboral (demasiados obreros para la cantidad de puestos de trabajo existentes), lo que provoca un retroceso de los salarios a su situación primigenia. Cuando ello sucede cesa el aluvión de obreros a la rama industrial favorecida por la acumulación y, al mismo tiempo, se fomentará un proceso inverso: la emigración obrera. Marx considera que lo que en realidad observa el economista clásico no son más “que las oscilaciones locales del mercado de trabajo de una determinada órbita de producción, los fenómenos de distribución de la población obrera entre las distintas esferas de inversión del capital, a tono con sus necesidades variables”. Cuando hay estancamiento o, a lo sumo, una prosperidad pequeña, los desocupados (el ejército industrial de reserva) ejercen presión sobre los obreros que trabajan (ejército obrero en activo). Por el contrario, en épocas de vacas gordas los desocupados dejan de exigir. Dice Marx: “La superpoblación relativa es, por tanto, el fondo sobre el cual se mueve la ley de la oferta y la demanda de trabajo. Gracias a ella, el radio de acción de esta ley se encierra dentro de los límites que convienen en absoluto a la codicia y al despotismo del capital”.

Marx vuelve a la carga contra los economistas apologéticos. Cuando se amplían las máquinas antiguas o se implantan nuevas una parte del capital variable se convierte en capital constante. Pues bien, el economista apologético presenta esta operación exactamente al revés de lo que sucede en la realidad. En efecto, en vez de decir que con esta operación se inmoviliza el capital dejando en disponibilidad a una parte de los obreros, dice que lo que en realidad queda en disponibilidad es un sector del capital para que sea usufructuado por los obreros. Para Marx el cinismo de los economistas clásicos es ilimitado. Dice a modo acusatorio: “Los que quedan disponibles, con esta operación, no son sólo los obreros directamente desalojados por las máquinas, sino también sus sustitutos y el contingente adicional que, normalmente, hubiera sido absorbido por la expansión habitual de la industria sobre su antigua base”. A mayor maquinización de la fábrica, entonces, mayor desocupación. Todos los obreros quedan “disponibles”, indefensos frente a un nuevo capital que decide entrar en operaciones. La demanda general de trabajo será nula siempre que el nuevo capital retire del mercado la misma cantidad de obreros “que las máquinas han lanzado a él”. Si el nuevo capital emplea a menos obreros, se incrementa el número de los supernumerarios. Si, por el contrario, emplea a más obreros la demanda general de trabajo sólo se incrementará en aquellos ámbitos donde el número de obreros empleados supera a la de los obreros sin trabajo, es decir “disponibles”. “El mecanismo de la producción capitalista”, remarca Marx, “cuida de que el incremento absoluto del capital no vaya acompañado por el alza correspondiente en cuanto a la demanda general de trabajo”. La regla básica es: que el capital aumente todo lo que quiera pero que jamás la demanda de trabajo suba con igual intensidad. Marx no puede contener su enojo: “¡Y a esto lo llama el apologista compensación de la miseria, de las penalidades y de la posible muerte de los obreros desplazados durante el período de transición que los condena a vegetar en el ejército industrial de reserva!”. Así como la demanda de trabajo no se identifica con el crecimiento del capital, la oferta de trabajo no es sinónimo de crecimiento de la clase obrera. El capital actúa al mismo tiempo sobre la demanda de trabajo y sobre la oferta de trabajo. Cuando el capital se acumula presiona para que aumenten, al mismo tiempo, la demanda de trabajo y la oferta de obreros. Estos quedan en disponibilidad y, desesperados por conseguir trabajo, presionan a los obreros que trabajan quienes, para no quedar en la calle, rinden más y más, haciendo posible que en cierta medida “la oferta de trabajo sea independiente de la oferta de obreros”. Dice Marx: “El juego de la ley de la oferta y la demanda de trabajo, erigida sobre esta base, viene a poner remate al despotismo del capital”. Los capitalistas, por ende, hacen lo que quieren con los obreros, incapaces de hacer frente a un poder de fuego infinitamente superior. La descripción que hace Marx del sistema capitalista es descarnada. Tan pronto como los obreros se dan cuenta de la explotación a la que son sometidos por los capitalistas y deciden, en consecuencia, organizarse para defender sus derechos, los capitalistas y los economistas clásicos se enfurecen y acusan a los obreros de violar la sagrada ley de la oferta y la demanda. “Por eso, tan pronto como los obreros desentrañan el misterio de que, a medida que trabajan más, producen más riqueza ajena y hacen que crezca la potencia productiva de su trabajo, consiguiendo incluso que su función como instrumentos de valoración del capital sea cada vez más precaria para ellos mismos; tan pronto como se dan cuenta de que el grado de intensidad de la competencia entablada entre ellos mismos depende completamente de la presión ejercida por la superpoblación relativa; tan pronto como, observando esto, procuran implantar, por medio de los sindicatos, un plan de cooperación entre los obreros en activo y los parados, para anular o por lo menos atenuar los desastrosos efectos que aquella ley natural de la producción capitalista acarrea a su clase, el capital y su sicofante, el economista, se ponen furiosos, clamando contra la violación de la ley “eterna” y casi “sagrada” de la oferta y la demanda”, acusa Marx. La vigencia de este párrafo realmente provoca escalofríos.

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