Por Hernán Andrés Kruse.-

INQUIETUDES QUE DESPIERTA LA CIENCIA

“En los últimos decenios, el mundo ha visto con horror la aplicación de los conocimientos científicos a las tareas de destrucción y muerte. Esta impresión dolorosa y acongojada ha culminado con la aplicación de la bomba atómica a la guerra. Por otra parte, se ha expresado el temor de que los progresos técnicos produzcan la desocupación; otros han achacado a la medicina moderna el haber evitado las epidemias y facilitado así la sobrepoblación de la tierra, que crearía el peligro de no poder alimentar a todos. Se atribuye a la tecnología moderna la desorganización de la vida familiar por el trabajo de la mujer, el abuso de los viajes, las atracciones del cine, etc. Algunos han llegado a decir: «Detengamos los estudios científicos», o bien: «Proscribamos completamente las aplicaciones de la ciencia moderna».

Estas proposiciones utópicas son absurdas, pues, si suprimiéramos la acción de la ciencia, la humanidad actual moriría de hambre o de enfermedad en poco tiempo y los sobrevivientes vivirían, en su mayor parte, miserables y desgraciados. En cuanto al empleo de la ciencia para el mal, la muerte o la destrucción, no les cabe responsabilidad a los hombres de ciencia, sino a los gobiernos y organismos sociales y a las normas morales del momento actual. Proscribir la ciencia por su mal empleo es como proscribir el fuego porque hay incendios, el agua porque hay ahogados, los cuchillos porque pueden lastimar o los vehículos porque pueden ocasionar accidentes.

Lo que debemos decir, más bien, es que los adelantos de la ciencia han sido más rápidos que el progreso moral en las relaciones internacionales y en el orden social e interno de los pueblos. Los hombres de ciencia y los universitarios deben procurar que sus descubrimientos se empleen sólo para el bien y no para el mal; para ayudar y construir y no para matar, dañar, destruir u. oprimir. Para ello debemos propiciar un más vasto entendimiento humano, el libre intercambio de ideas y una amplia colaboración de buena voluntad y solidaridad a nivel internacional”.

LAS DISTINTAS ETAPAS DE LA CIENCIA

“La evolución de la ciencia en un país se desenvuelve en varias etapas. Para más claridad, precisión y concisión, tomaré como ejemplo demostrativo la medicina. En la primera etapa, la más primitiva, se carece de una asistencia médica eficaz. En la segunda etapa, ya hay médicos y se importan medicamentos, pero no hay escuela de medicina y los médicos deben graduarse en otros países. En la tercera etapa, existen facultades de medicina que forman solamente profesionales para las necesidades prácticas más inmediatas. En la cuarta etapa, las escuelas médicas preparan médicos y también especialistas, pero realizan solamente algunas pocas investigaciones aplicadas. En la quinta etapa, que es la superior, las escuelas médicas o institutos oficiales o particulares se dedican a la investigación científica fundamental, y, por lo tanto, se realizan descubrimientos originales y hallan sus aplicaciones.

Los graduados de estas escuelas alcanzan su mayor competencia y tienen grandes posibilidades de acción. Los profesores, al ser investigadores en actividad, tienen más capacidad, hacen adelantar la ciencia y forman nuevos investigadores. Los discípulos se mejoran con el fruto de la experiencia, los profesionales adquieren espíritu científico y son más eficaces en la práctica para aplicar los adelantos conocidos, y comprender y utilizar los que se van obteniendo en forma incesante en la medicina moderna, y hasta pueden contribuir a crearlos”.

CIENCIA PURA Y APLICADA

“Suele hacerse una división entre ciencia pura (o teórica o fundamental) y ciencia aplicada. Más exacto sería decir que hay ciencia y aplicaciones de la ciencia. La mejor manera de tener ciencia aplicada es intensificar la investigación científica fundamental, pues de ésta derivarán abundantes aplicaciones. No hay duda de que toda investigación científica fundamental es un servicio social de la mayor trascendencia. Aun los campeones de la idea de que la ciencia tiene por papel esencial el bienestar material de la sociedad, reconocen que las ciencias fundamentales son más importantes para ese fin que las ciencias aplicadas. Sólo habrá progreso si se cultivan las investigaciones en las ciencias fundamentales, sin considerar si tienen o no aplicaciones inmediatas. Todo descubrimiento o noción verdadera tendrá aplicaciones tarde o temprano. La investigación fundamental es la fuente de los grandes descubrimientos, mientras que las investigaciones aplicadas sólo resuelven problemas limitados. A veces los descubrimientos demoran en aplicarse. Eso sucede, principalmente, cuando los profesionales o los industriales de un país no han adquirido suficiente espíritu científico y no comprenden el valor de la ciencia”.

EL PAPEL DE LA CIENCIA

“Dos grandes tendencias extremas hay en la apreciación del papel social de la ciencia y entre ellas varias posiciones intermedias. Para algunos, el papel de la ciencia es adquirir nuevos conocimientos. Para otros, la ciencia es un esfuerzo para satisfacer las necesidades materiales y los deseos de la vida corriente. Esta posición, cuya expresión más categórica se halla en los países comunistas, lleva a considerar que a los hombres de ciencia no puede dárseles la libertad de elegir el objeto de sus investigaciones; deben obedecer a un plan central (…). Así, S. I. Vavilov ha dicho que «los días de la llamada ciencia pura han terminado en el país de los Soviets», expresión que ha sido imitada por algún dictador sudamericano. Un concepto diametralmente opuesto es el de los países democráticos. En ellos, la ciencia es la búsqueda del conocimiento, con libertad de investigación, expresión y crítica. Se estima que es un valor independiente, de gran trascendencia social en el plano intelectual, técnico y moral”.

APLICACIONES DE LA CIENCIA

“Las aplicaciones de la ciencia suelen hacerse hoy en tres fases. Primero, un investigador aislado e independiente hace un descubrimiento importante. Esta inspiración científica es completamente individual. Luego se desarrolla, se perfecciona y se extiende ese descubrimiento por medio de muchos investigadores. Es deseable que este trabajo se realice en grupos o equipos o teams por la necesidad de usar, en forma coordinada, métodos especiales de varias ciencias. En tercer lugar, llega el momento de la aplicación social o industrial. Un ejemplo de estas fases lo tenemos en la penicilina. La idea original fue de Fleming, quien observó que el Penicilum notatum producía una substancia que inhibe el desarrollo de las bacterias. El aislamiento y estudio metódico de la penicilina se debe a Florey y al grupo de Oxford. La utilización industrial fue el resultado de la labor de muchos especialistas de ciencia pura o aplicada: selección del hongo, métodos de cultivo, extracción química, máquinas y construcciones, etc. Así pudo el mundo, en poco tiempo, obtener abundante penicilina a reducido costo. Sin la investigación científica pura, una universidad o un país están condenados a la inferioridad. Malograrla o perturbarla, en cualquier sentido, es un verdadero desatino, pues conspira contra la vida de la nación, obligándola a seguir a la zaga de los países que estimulan la investigación”.

LA UNIVERSIDAD Y LA CIENCIA

“La universidad es el principal centro de creación, coordinación y difusión de nuestros conocimientos, a la vez que preside la formación intelectual y técnica superior. Sus funciones principales son: el descubrimiento de nuevos conocimientos y su perfeccionamiento incesante por medio de la investigación; la difusión de los conocimientos por una enseñanza que capacite para adquirirlos, aumentarlos y aplicarlos; la salvaguardia y la continuidad del patrimonio cultural y su defensa contra las fuerzas irracionales o dogmáticas; la preparación de los profesionales necesarios para las necesidades presentes y futuras de cada país; inculcar en sus miembros y alumnos el respeto por la cultura superior, los sentimientos de libertad y dignidad individual, el amor a sus semejantes y la noción del deber de servir a la sociedad; curar que el mayor número de habitantes de un país comprendan lo que representan la ciencia y la cultura, y que participen personalmente de ellas o aporten su ayuda al adelanto de la investigación científica.

La universidad es el principal centro de descubrimiento de verdades nuevas, bien demostradas, que se obtienen mediante la investigación y el examen y perfeccionamiento de los conocimientos adquiridos. Cronológica y jerárquicamente, la investigación es su función primera, pues hay que hallar, ante todo, los conocimientos para poder luego enseñarlos y divulgarlos. Una escuela que no practica la investigación fundamental no es verdaderamente universitaria, aunque pueda ser una buena escuela profesional. En cambio, una escuela técnica que practica la investigación fundamental pertenece, en realidad, a una categoría universitaria. La ciencia busca la verdad demostrada y para ello somete a un examen continuo (research) los conocimientos preadquiridos en un momento dado. Es contraria al principio de autoridad, pues está basada en el libre examen, en la libre discusión y en la demostración objetiva e imparcial hecha por cualquiera.

Por tales razones, la ciencia necesita libertad de investigación, de discusión y expresión. Y su adelanto depende de la existencia de investigadores originales que sean maestros que sirvan de guías y mentores a la juventud. La enseñanza universitaria no es una simple transmisión de conocimientos adquiridos, sino que debe preparar a los alumnos para que después de recibir los títulos que ella acuerda continúen ilustrándose, dado que los conocimientos progresan y se modifican sin cesar. Debe formar profesionales emprendedores, con iniciativa, curiosidad investigadora, juicio correcto, amor a su profesión y a sus semejantes, deseosos y capaces de saber plantear problemas nuevos y de resolverlos acertadamente. Los profesores deben ser elegidos por el valor de sus investigaciones propias y por la capacidad de sus alumnos, pero han de tener, además, el amor de la enseñanza, el deseo de desarrollar vocaciones y dotes de organizadores. No se deben nombrar, solamente, por sus aptitudes oratorias o su memoria en los concursos.

Es necesario que la actividad de la universidad se desarrolle simultáneamente en tres planos: intelectual, técnico y moral. La mente del alumno necesita la preparación de una tierra de cultivo, a fin de que sea proficua la simiente de toda cultura, sin limitaciones ni exclusivismos, desarrollando, al mismo tiempo, su capacidad para pensar de una manera clara, precisa y lógica. Los graduados deben ser técnicamente capaces de realizar una acción social o científica verdaderamente eficaz. La universidad desarrollará el amor a la verdad, el espíritu de libertad intelectual, dignidad personal y tolerancia que son conquistas supremas de la humanidad. Inculcará el sentimiento del deber de servir a la sociedad, de tener disciplina consciente y un verdadero espíritu democrático, basado en el respeto a la justicia y al derecho, que permite a todo hombre alcanzar sus aspiraciones legítimas, sin descuidar la suerte de sus semejantes como deber de solidaridad humana.

En cuanto a los recursos que reciben las universidades e institutos de investigación, han de ser manejados por auténticos hombres de ciencia, honrados y celosos, capaces de aplicarlos íntegramente a las necesidades de las tareas específicas; deben servir para afianzar los descubrimientos originales y propulsar los que sean de mayor interés científico o de provecho público”.

(*) Bernardo Houssay: “La investigación científica” (Ed. Columba, Buenos Aires, 1955).

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