Por Luis Alejandro Rizzi.-

«El Calafate es una villa turística; Iguazú, también. A El Calafate, o desde allí, viajaron 616.000 pasajeros en 2015; en Iguazú, ese número fue de 581.332. Uno recibió un subsidio por alrededor de 13,50 dólares por cada tramo que se vendió; otro, 1,60 dólares.» Diego Cabot. La Nación, 14 de junio de 2016.

No puedo negar que estos números me impactaron, porque demostrarían que aún esos destinos no son sustentables. Es cierto, tampoco sabemos si soportarían una tarifa superior. Según La Nación, en el día de hoy para viajar una semana a esos destinos y volar los 2066 km que nos separan de Calafate habría que desembolsar $ 2885,00, y para Iguazú, 1075 km, deberíamos pagar $ 2628,00.

Recién recibo un mail de Aerolíneas Argentinas que ofrece viajar a Iguazú pagando la suma final de $ 1956,00, u$s 139,00, en 18 cuotas de $ 109,00 cada una y a Calafate pagando $ 2412,00, u$s 172,00 también en 18 cuotas de $ 134,00 cada una.

Pienso que lo que incide negativamente en las tarifas de Aerolíneas Argentinas deben ser los costos fijos, que a la vez disminuirían la rentabilidad de la mayoría de las rutas del cabotaje nacional cuyos números son superavitarios.

Para los destinos turísticos tendríamos que tener en cuenta además las tarifas que se le conceden a los agentes mayoristas, que si bien deben ser pagadas al contado con anticipación a la fecha de los vuelos comprados, contienen importantes descuentos.

Tampoco parece racional la financiación hasta en 18 cuotas fijas, cuando la tasa actual de inflación ronda el 35% como piso. Es cierto, la oferta debe adecuarse a las posibilidades de la demanda, que como sabemos está muy retraída, pero surgen contradicciones paradojales.

El estado, con razón, incrementó las tarifas de la energía, incluso en una proporción menor a la que indica la ortodoxia económica, y a la vez una empresa del estado, porque Aerolíneas Argentinas y Austral lo son, les concede subsidios. Difícil de entender y más aún de explicar.

Esto nos explicaría la buena ocupación que tienen las dos empresas, pero también nos explica sus resultados económicos, que tendrían que ser mejores en las rutas rentables y en todo caso neutros en aquellas rutas que más que en razones económicas, se sustentan en la necesidad de garantizar la famosa “conectividad”.

Párrafo aparte, los resultados negativos de sus principales rutas internacionales de largo recorrido.

Siempre según La Nación, los pasajeros que viajaron a New York habrían tenido un subsidio del estado de u$s 286 por cada tramo, quienes viajaron a Miami recibieren un subsidio de u$s 135, los que lo hicieron a Madrid de u$s 164,00 y los que, como dice La Nación, peregrinaron a Roma, el subsidio fue de u$s 225, siempre por tramo.

Lamentablemente la nota no explora sobre las causas de esos resultados, pero estimo que juegan en contra de los resultados las que se vuelan con los A 340. Pero además deberíamos comparar la incidencia de los costos fijos y los variables. Diría que la causa debe estar esencialmente en los costos fijos.

La eventual decisión de suprimir las rutas internacionales tendría un costo inicial muy alto, pero posiblemente sería un modo de disminuir los famosos “costos hundidos”. Sin embargo, comparto la idea que intentaría poner en práctica Isela Costantini, que es la de convertirlas en rentables, pero no sé si ya no perdió su oportunidad, porque habría que poner la empresa “patas para arriba”.

Como vemos, los números así mostrados se parecen más a una fotografía, pero para poder ser entendidos deberían ser vistos como el resultado de un estudio de medicina nuclear, como los que se realizan para estudios cardiológicos, de los que ya soy experto… parecería que esto es lo que está faltando y que el objetivo es conseguir dinero a cualquier precio…

Como diría Jose Luis Espert, Recaldismo paquete… (Portal de América)

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